Cen 1978 Luis García Berlanga rueda La escopeta nacional, una aproximación a la nueva realidad española que surgía tras la muerte de Franco. Jaime Canivel (José Sazatornil) es un fabricante catalán de porteros automáticos que acude acompañado de su secretaria/amante (Mónica Randall) a una cacería de perdices -que él mismo debe costear- en la finca del Marqués de Leguineche (Luis Escobar) un achacoso aristócrata venido a menos que, remedando a Lord Byron, exhibe con orgullo su original colección de frasquitos con el vello púbico de las diferentes damas con la que ha intimado a lo largo de su vida.

Luis José (José Luis López Vázquez) es el hijo onanista del marqués que se encapricha de la joven y atractiva actriz (Bárbara Rey) que sirve de compañía al Ministro de Industria (Antonio Ferrandis) a quien pretende conchabar el empresario. Agustín González borda el papel del Padre Calvo, un franquista enfervorecido que ejerce de capellán del pueblo y Rafael Alonso es Cerrillo, el promotor de la cacería y un profesional de la organización de eventos. Durante el fin de semana Canivel se ve envuelto en una serie de estrambóticas situaciones que sin incumbirle le llevan a ser humillado en repetidas ocasiones. Cuando está a punto de conseguir colocar los porteros automáticos, un repentino cambio de gobierno provoca la destitución del ministro y su sustitución por un miembro del Opus Dei con el que intentará hacer negocios, cambiando el vicio de holgar con su amante por la virtud de hacer de monaguillo. Puede que Berlanga fuese un visionario o que, tal como la Mafia imitó los modos y costumbres de El Padrino, cargos públicos, empresarios y banqueros tomasen como modelos a esos personajes que apañan el futuro del país en el ágape de una cacería charlando con unos whiskys en la mano y rodeados de sus queridas. "Ojalá -pensaría Berlanga si estuviese vivo- se me hubiesen ocurrido a mi tipos tan esperpénticos los que aparecen todos los días en las noticias": tesoreros chulescos expertos en contabilidades paralelas; políticos que encuentran maletines con un millón de euros en los muebles de Ikea; ministros que realizan transacciones comerciales en gasolineras; sagas familiares de gánsteres que se envuelven en banderas autonómicas para esconder y evadir el inmenso botín que saquean de las arcas del estado; duques empalmados que se forran con el viejo timo de la estampita (de SS. MM., of course); cazaelefantes regios imitadores de Clark Gable en Mogambo o madres de sindicalistas que presumen de que sus hijos ¡tienen dinero p´asá una vaca!

La realidad deja atrás a la ficción en un país cuyo destino lo marcan ab aeterno la chapuza, el chanchullo, la avaricia y el... ¿qué hay de lo mío?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios