Próspero año

Este año nos vendría bien a todos los españoles una buena carga de humildad. Nadie por encima de nadie

Si alguien me preguntara por una palabra del diccionario castellano que solo se use una vez al año, elegiría sin dudar el vocablo próspero. En la felicitación más pronunciada en estas fiestas, reluce tras el tradicional Feliz Navidad. Podían haberse usado otros adjetivos similares, como venturoso, afortunado, rico, fértil o propicio, pero la virtud que tiene próspero sobre los demás, le viene por su acepción en el diccionario de la RAE: que se desarrolla de forma favorable, especialmente en el aspecto económico y social. Es decir la prosperidad no es un bien instantáneo, como el premio de la lotería. A la prosperidad, le viene bien un año entero para ir asentándose en nuestras vidas, plácidamente. Por ello mis queridos amigos, consciente de lo que escribo, se la deseo de todo corazón para el año venidero. Espero que me sigan haciendo la merced de leer mis pamplinas semanales que no tienen otro objetivo que compartir con ustedes, las cosas que nos van pasando, con un cierto sentido del humor. Para que nos vamos a enfadar si al final, todos vamos a ser vecinos de nicho y si nos incineran, también pasaremos a ser colegas, como agentes contaminadores.

Al empezar el año, el aire se carga de buenos propósitos. La televisión se hace cumplido eco, publicitando colecciones, fascículos, cursos de idioma y gimnasios. Algo bueno tienen. Pasado Reyes, desaparecen, por fin, los odiosos anuncios de perfumes que nos atormentaron durante las fiestas. Para mí, son como el resacón de una buena cogorza, en tonos pastel. Servidor y en eso comprueba que se está haciendo viejo, considera que los propósitos anuales, como las promesas electorales, están destinados a no cumplirse y por eso, no voy más allá de proponerme arreglar por fin esas chapuzas que mi santa está harta de recordarme y a las que yo hago oídos de mercader o cambio de conversación. Eso sí, voy a meterle mano a mi leonera, poniendo en orden la mesa de trabajo y el panel de las herramientas en el que no queda una en su sitio. Me estoy dando cuenta que estoy haciendo rico al chino de mi barrio, comprándole herramientas que seguro tengo, pero han sido aspiradas por el agujero negro de mi dejadez. Este año nos vendría bien a todos los españoles, una buena carga de humildad. Nadie debería sentirse por encima de nadie y todos necesitamos a todos para salir adelante. Brindo por ustedes, como lo hacía mi añorada suegra Ana: ¡Siempre como hasta ahora y mejor cuando Dios quiera!.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios