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Hachazo al voraz de Tarifa

  • El sector lamenta que, tras años de esfuerzos para cuidar el caladero, la UE reduzca un 52% las capturas 44 barcos se dedican a esta pesquería

El Nuevo Gabancho atraca alrededor de las tres de la tarde en el muelle pesquero tras unas seis horas faenando en el Estrecho, luchando con las mareas para extraer su modo de vida, la pesca. "No nos podemos quejar", indicó su patrón a este diario al hacer balance de la jornada, mientras su tripulación y él mismo bajan unas cuantas cajas de jureles, de peces sable y de los valiosos voraces, el producto estrella de la lonja de Tarifa. Ese "bicho raro" que igual que aparece, desaparece, y cuyo futuro mantiene inquieto al sector.

El Consejo de Ministros de la Unión Europea decidió este mes reducir un 52% la cuota del llamado besugo de la pinta, que supondrá pescar un máximo de 294 toneladas para 2015 y 144 para 2016. Un Total Admisible de Capturas para la zona IX-A, que abarca desde Galicia hasta Tarifa, y que en la ciudad del viento, el sector considera totalmente insuficiente e injusto por lo imprevisible de esta especie migradora y por los esfuerzos que desde el año 98 llevan ejecutando, siempre por delante de la Administración, y de los que ahora no ven frutos.

"En los años 90 hubo un boom del voraz, había pesca, una pesca rentable y no había ninguna regulación. Empezaron a venir barcos y más barcos y más barcos. Yo me alarmé y me puse en contacto con la Cofradía de Pescadores de Algeciras y con la Asociación de Armadores de Algeciras y dijimos que había que hacer algo aquí", contó el patrón mayor de la Cofradía de Tarifa, Manuel Peinado.

Así, promovieron con las administraciones una orden ministerial que creó un censo específico. "Llegamos a tener 141 barcos entre Algeciras, Ceuta que tenía algunos y Tarifa, y algunos de Barbate que también entraron", explicó. Tras el cerrar la posibilidad de que hubiera más embarcaciones, implantaron un periodo de veda de 75 días en época de reproducción de la especie -60 en los años que la sufrieron "a pulmón"-, y otras medidas de acompañamiento para seguir preservando el caladero. "Siempre hemos sido nosotros, las propuestas siempre han salido del sector. Y las administraciones nos han atendido siempre con un marco normativo", indicó Peinado.

Ya en el año 2000 comenzaron un plan de reducción de flota. "La Unión Europea dijo lo que nosotros dijimos en el año 98, que éramos muchos barcos. E hicimos todos un gran esfuerzo, todos", y a los buques que menos rentabilidad arrojaron se les dio la posibilidad voluntaria de que fueran a la paralización definitiva. "A día de hoy, la flota se ha reducido en más de un 50% y entre Algeciras, Tarifa y algunos que hay de Ceuta, no llegamos a 80 barcos". Sólo en Tarifa son 44.

El esfuerzo no quedó ahí. Añadieron medidas técnicas complementarias a la orden para implantar un tope de días de pesca. "Hicimos unos cálculos pormenorizados de la tabla de trabajo que habíamos tenido años atrás y calculamos que los días idóneos eran 140. Y se ha cumplido a rajatabla. Hemos estado pescando 135 días, 137, 131, también dependiendo de los vientos y demás", contó el patrón de los pescadores de Tarifa, que se mantiene en el cargo desde el año 90.

A ello añadieron un tope de 2.400 anzuelos por barco, aumentaron su tamaño para evitar la captura de pescado por debajo de la talla reglamentaria, impusieron horario de entrada y salida, se instalaron un sistema de localización, limitaron el número de carretes a tres y se autorregularon para que hubiese un tope de capturas diarias por barco y día. "El sector lo entendió y pusimos 150 kilos, que era lo mínimo para que un barco tuviese un mínimo de rentabilidad", prosiguió Peinado.

"Hemos estado viviendo todos los años bien, no para hacernos ricos, pero con los 140 días y esta serie de medidas, dio para comer". Hoy, se sigue manteniendo ese pacto de caballeros -"y señora, porque ahora en Algeciras tenemos patrona mayor", aclaró- y está el vigor el tope de capturas diario, lo que ocurre es que no se cogen.

Y por qué no hay voraces. "Nosotros no somos científicos, pero somos pescadores y los que van a la mar ven que hay atunes por todas partes y voraces cada vez menos", defendió Peinado. "Es la cadena trófica, el bicho grande se come al chico".

Entre otros factores, mencionó causas medioambientales como el cambio climático, que incide en la temperatura del agua, y también que el caladero se comparte con Marruecos, que no aplica las medidas que sí se impone la flota española. "Pescan de otra forma, que no digo que esté mal ni bien, sino con palangre de fondo puro y duro, y eso puede tener también repercusión en el ecosistema. Lo que pretendemos, y así se lo hemos trasladado al Ministerio, es que tienen que contactar con Marruecos", dijo el patrón mayor.

Gracias a las medidas tomadas, lograron estabilizar la pesca hasta 2009. A partir de entonces, fecha que coincide con la aplicación del plan de recuperación del atún rojo y con el desmantelamiento de las redes de deriva en Marruecos y el cambio de su flota a otras pesquerías, las capturas de voraz fueron cayendo. Desde las 432 toneladas de 2009 a las 42 de 2013. "Lo que no se puede es tomar como referencia el peor año de la historia para decir que España no pesca el TAC que hay. Los dos hachazos que nos han dado son mortales... entre el voraz, y el atún, nos van a dejar para no contar más nada", lamentó Peinado sobre la decisión tomada en Bruselas sobre el besugo de la pinta y en la ICCAT en Génova sobre el atún rojo salvaje.

Mientras tanto, continúa el trabajo en la lonja. Los pescadores del Nuevo Gabancho dan cuenta de lo pescado, se quedan con un documento de descarga y comienza la clasificación automática del voraz. Depositan los pescados en una cinta y la clasificadora pesa y calibra cada una de las piezas. Hay cuatro tamaños: burro, que es el más grande, mediano, tamaño y pequeño, ya para ración. Según sea, cada besugo se queda en un compartimento hasta alcanzar los cinco o diez kilos que lleva cada caja. Cuando los completan, un piloto rojo indica al trabajador de la lonja que etiquete la caja con el logotipo de Voraz de Tarifa y coloque una nueva. Se cubre con una capa de plástico para que el hielo que mantiene su frescura no queme los voraces y se coloca sobre un pallet a la espera de las seis de la tarde, cuando comienza la subasta, completamente informatizada. La mayor parte va a restauración y a los mercados nacionales.

Barco a barco -quedan 44-, los siete trabajadores de la lonja y su maquinaria llevan ya contabilizadas más de 96 toneladas de voraces, casi 15.000 cajas, más de 3.300 piezas a precios que oscilan entre los 7 y los 36 euros el kilo, que suponen unos ingresos de 1,7 millones de euros. Ya es más del doble que la cantidad pescada en 2013, y de ahí la preocupación del sector por que, si llega un año bueno, quizá a mitad de la temporada, teniendo en cuenta que Galicia y Portugal también pescan del mismo cupo, deban quedarse amarrados a puerto.

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