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Crinavis: del pasado al futuro

  • Las instalaciones ubicadas en Campamento se han convertido en un centro importante en la Bahía de reparación de buques · En los años 70 la empresa Sener diseña una planta de integración para gas licuado

El portacontenedores MSC Sandra tiene previsto dejar el astillero Cernaval, en Crinavis, hoy lunes. Mientras, su silueta se despliega dentro del dique seco, de 400 metros de longitud, que comenzó a ser operativo en el año 2008. Una infraestructura que su presidente, Mario López, consiguió recuperar del olvido y darle una actividad que nunca tuvo desde que se terminaron de construir estas instalaciones en 1978.

Detrás de este ambicioso proyecto, ideado en los años setenta y que resultó un fracaso, se encuentra el desarrollo del comercio del gas natural como alternativa al petróleo. Antes hay que remontarse a la Guerra de los Siete Días, en el año 1967, cuya conflictividad en la región se dejó sentir en el negocio del petróleo procedente del Golfo Pérsico, teniendo que buscar rutas alternativas al Canal de Suez, que además quedó un tiempo bloqueado por el hundimiento de barcos.

Rutas más largas a través del Cabo de Buena Esperanza, que obligaron a la construcción de buques gigantes para poder hablar de rentabilidad. Un ejemplo de esto es el Jahre Viking, "el buque más grande construido, ahora no operativo y que sirve de estación de almacenamiento", explica el director de Cernaval, Manuel Piedra, durante una visita realizada esta semana al astillero. Sin embargo, en una época de cambio, se comienza a hablar de la energía nuclear y del gas natural, que España había comenzado a importar.

Sener Ingeniería y Sistemas, S.A., fundada en 1956, proyecta entonces la construcción de una planta de integración. Hay varios puntos para su ubicación planteados, pero entonces, Franco tenía en mente el desarrollo del Campo de Gibraltar (se iba a cerrar la Verja). Las sugerencias salen de los ministros Castiella y López Rodó y Sener se decanta finalmente por San Roque. En el 72 la empresa compromete la financiación. Intervienen Induban, Liga Financiera y Unión Industrial Bancaria (bankunion). Más tarde entraron el Banco de Vizcaya y Banesto.

Crinavis (Sistemas Navales Criogénicos) era un proyecto muy innovador, diseñado por esta ingeniería vasca, actualmente, introducida en el ámbito espacial. Manuel Piedra explica que esta idea consiste en construir esferas y equipos de manejo del gas licuado (LNG), su fijación al casco y el ensamblaje de los segmentos del barco. La inversión estimada de la planta era en su fase final de más de 25 millones de euros con un plantilla de 3.000 personas. Se patentó el sistema de transporte criogénico y de colocación de los tanques de contención por flotación. Sener también ideó un sistema original para introducir las esferas en el interior del buque, evitando el desplazamiento por grúa. En tres diques que dibujaban una H se construirían independientemente la proa y la popa del buque y las enormes esferas. Tras inundarse los diques, las esferas se trasladarían flotando al lugar de su anclaje en el interior del casco. Un sistema que ahorraría tiempo. El proyecto iba a ser mucho más complejo y contaba con el apoyo del Sha de Persia, según recuerda Piedra.

Sin embargo, el momento político y la economía no colaboraron. En 1978, Crinavis solicita la suspensión de pagos. Antes incluso, con la muerte de Franco, "el proyecto se desinfla", añade el director de Cernaval. El Sha es derrocado y llega al poder el ayatolá Jomeini. Aquí se cerraron todas las esperanzas, pero el resultado de las obras permaneció a lo largo de los años abandonado y olvidado.

Manuel Piedra resalta que estas instalaciones, con toda su maquinaria, se convierten en chatarra "sin ningún tipo de control medioambiental" y el dique seco sirve de desguace incontrolado. Son ya los años ochenta, periodo en el que el material se roba. El suelo está embargado y abandonado. El terreno se convierte en zona de caza y de entrada de contrabando: tabaco y droga. En los noventa, la Autoridad Portuaria compra a los bancos el terreno que tenían embargado y que años después saca a concurso con el objetivo de crear un astillero.

Mario López, que también explota un astillero en Málaga, inicia esta aventura en el año 1996, con un centro de reparación de buques. Dos años más tarde, llega, por mar, el dique flotante.

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