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La proeza pasa de largo

  • A punto El Algeciras BM acaricia la sorpresa ante el potente CAI Aragón en un partidazo que mantiene la chispa hasta el final Derroche Los albirrojos recuperan su mejor cara y merecen al menos el empate

¿Qué más tiene que hacer un equipo para ganar? ¿Cómo pudo perder ayer el Algeciras BM después de todo lo que hizo? Sinceramente es difícil dar una respuesta. Ya no vale lamentarse, pero será importante tener presente en la recta final de temporada que los albirrojos estuvieron a punto de dar el campanazo ante el CAI Aragón, de sumar, incluso de haberse quedado en propiedad con los dos puntos en litigio. Que lo merecieron.

El Algeciras Balonmano ofreció un sacrificio descomunal, un espíritu de rebeldía y un hambre de victoria nunca antes visto. Los de Ricard Franch recuperaron su explosividad y tuvieron contra las cuerdas al CAI Aragón, el mismo rival que en la primera vuelta humilló con una paliza escandalosa. Y todo este cóctel propició un encuentro eléctrico, ruidoso y tenso. Un partidazo con una mecha de 60 minutos.

Como suele suceder los detalles desequilibraron la balanza. Al margen de un arbitraje muy discutido por los de casa, hubo un antes y un después a falta de poco más de diez minutos para el final. Milos Pesic acababa de poner 27-26 al Algeciras con un potente derechazo. Entonces, en pleno ataque del CAI y con la grada en éxtasis, el luminoso del marcador se bloqueó. El juego fue detenido y el parón sacó del partido a los de Franch. Se le apagó la luz al marcador y también al conjunto de casa.

Los maños abrieron una brecha de cuatro goles ante el desconcierto albirrojo (29-33) y, aunque el Algeciras se resistió hasta el último segundo, esa renta resultó letal.

La historia de tan vibrante duelo se resume en una primera parte tremendamente igualada. El 15-15 sorprendió a todo el mundo. Casi nadie esperaba tal respuesta y sí que la apisonadora del CAI cumpliera los pronósticos. La mejor salida de los zaragozanos fue neutralizada por un inspiradísimo Rubén Montávez. El central, en un gran momento de juego, sacó el brazo como nunca. Nueve goles, todos en instantes cruciales.

Gustó mucho Milos Pesic en su puesta de largo en casa. El serbio aporta centímetros, lanzamiento y refresco. A poco que se suelte aumentará su productividad y ahora toda ayuda es vital. Con él en pista el Algeciras se sintió cómodo en la primera mitad. Mandó muchos minutos y controló a un CAI aferrado al poder de destrucción de su pivote Carlos Rodríguez (10 tantos) y a la genialidad de Doder.

Un golazo de Vidal abrió un segundo periodo que se torció en sus primeros 10 minutos. El meta del CAI le ganó la partida al bueno de Tsilimparis, que según fue encajando goles perdió la confianza. Los maños amenazaron con despegarse (24-26) pero entonces un enorme Pesic salió al paso. La euforia del Ciudad de Algeciras se disparó cuando el duelo entraba en su fase caliente.

Pero se fue el marcador y también el equipo de casa. Los de Kosovac, con el miedo en el cuerpo, agarraron su ocasión de oro encomendados a Krivocapic -otro de sus tantos cañoneros- a la par que la pareja arbitral desquiciaba al banquillo algecireño. Valero y Montávez lideraron la carga final con un sorprendente Catarain en la puerta pero no fue suficiente. Nadar, nadar y nadar para ahogarse en la orilla.

Fue una auténtica pena que ayer el Algeciras no sumase lo que le correspondió por méritos propios. El sino de este grupo pasa por la finalísima de Santander. Pero Almería y Teka mordieron el polvo también, así que la batalla por la permanencia continúa igual de abierta y con un partido menos en la cuenta atrás. Sólo podrá quedar uno.

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