Las historias de vida de un mercado tradicional: la plaza de abastos de Tarifa
Gastronomía
Poco más de un siglo lleva este mercado ofreciendo carne, pescado, fruta; además de alegrando el día a día al pueblo de Tarifa
Un mercadillo con grandes descuentos llenará las calles de Tarifa
La curiosidad incansable del blog gastronómico Cosas de comé ha hecho una parada en el mercado de abastos de Tarifa. El motivo ha sido una nueva serie que están elaborando llamada Mercados con encanto, en la que están recorriendo las plazas de abastos de toda la provincia de Cádiz. Las de Barbate y Jerez, junto con la de Tarifa, componen la serie hasta ahora.
En su paseo por la plaza de abastos de Tarifa, Cosas de comé pone en valor las historias familiares que hay detrás de cada puesto. En el artículo "Tarifa, el Mercado de los nombres propios" se incluye un vídeo que recoge los testimonios de algunas personas que han heredado los puestos que abren cada mañana en el mercado. Vamos a contarte aquí lo que Cosas de comé ha descubierto sobre este mercado lleno de vida.
Lo primero que llama la atención es la terraza que ocupa la parte central del patio. Se trata de las mesas y sillas del Bar El Mercado. El establecimiento abrió sus puertas en 1973, por lo que acaba de celebrar su medio siglo de vida en manos de la misma familia, desde que lo fundara Ángel Ramos. Ahora trabaja allí su hijo Jaime y su esposa María Luz Ortiz, junto con la siguiente generación: Soraya y María Ángeles, las hijas de ambos. En el establecimiento se enorgullecen de su pescado, porque difícilmente podría ser más fresco: lo compran allí mismo, en las pescaderías, por lo que se pueden probar los pescados de la zona, como la brótola frita. Y es que, aunque también se pueden comer carnes, ensaladas o aperitivos, lo que más destaca en la carta son los pescados.
A pocos metros se encuentra el veterano del Mercado, Antonio Álvarez. Regenta La Carnicería y es la segunda generación al frente de un establecimiento que abrió sus puertas en los años 40; entró a trabajar allí con 14 años y cuenta ya 62 al frente de los puestos 18 y 19. Aunque venden todo tipo de carne (cerdo, cordero, pollo…), la especialidad es el retinto, la ternera que se cría en la zona de La Janda.
No lleva tanto tiempo Virginia Salas, pero su familia sí que es veterana en la venta de frutas y verduras. Se trata de la tercera generación que se dedica a este negocio, y es quien ha recuperado la venta en el Mercado, cogiendo los puestos 9 y 10 hace ya 21 años. Allí, en Frutería Virginia, se pueden encontrar frutas y verduras de la zona, de kilómetro cero: Conil, Sanlúcar… Productos, explica, como las uvas moscatel que muestra, que proceden de La Axarquía.
Cerramos el círculo visitando una de las pescaderías, la de Joselito Mandunga. El establecimiento luce una impresionante variedad de pescados, muchos de la zona, como el voraz o besugo de la pinta, o el atún que se captura en el Estrecho.En esta pescadería cuentan con un sistema que permite a sus clientes hacer más fáciles sus compras: tres listas de distribución a través de WhatsApp con las que informan qué tienen cada día a más de 700 personas. A través del móvil hacen sus encargos, que en invierno pueden incluso recibir en sus casas. En verano no, porque las dificultades para aparcar impiden el funcionamiento del servicio a domicilio. El teléfono a través del cual funciona este sistema, que no deja de sonar en toda la mañana, es el 675525893.
La oferta del mercado se completa con más puestos, incluida La Cañada del Patriarca, una quesería, o una tienda de ropa que exhibe sus prendas en coloridos percheros ubicados en un lateral del patio.
Un poco de historia
El actual Mercado de Abastos, Mercado central o también La Plaza, situado entre las calles Colón y San Julián, fue construido en 1927, en el solar que albergó hasta 1771 el convento de la Santísima Trinidad.
Existen diversas leyendas sobre este convento, pero la más conocida entre los tarifeños es la referente al Cristo de los mares. Según las historias populares, Cristo apareció flotando en la Playa de los Lances donde un boyero, tras las disputas de los vecinos por llevarlo a una iglesia u otra, lo cargó en su carreta tirada por unos bueyes, que se encaminaron libremente hasta pararse ante el Convento de los Trinitarios. Cuando el convento cierra sus puertas en 1771, es trasladado a la Iglesia de San Francisco, sede canónica donde reside actualmente, y donde los feligreses quisieron honrarle construyéndole una capilla.
El mercado que vino a ocupar el lugar de ese convento es obra del arquitecto gaditano José Romero Barrero. Su arquitectura historicista neomudéjar es de inspiración musulmana, por lo que recuerda a un bazar, similar a otros erigidos por esas fechas en el protectorado español de Marruecos, según explican desde el Ayuntamiento tarifeño. El edificio cuenta con un amplio patio con arcos aspeados por columnas octogonales de ladrillo y portadas exteriores con arcos de herradura. Es una de las tres obras del mismo autor y época (bajo la Dictadura de Primo de Ribera y la alcaldía de Carlos Núñez Manso) que se encuentran en el pueblo.
«En este mercado podrás adquirir productos frescos locales. Entre ellos, magníficos ejemplares del pez típico de Tarifa, como el pargo, el borriquete, el voraz o, y especialmente, el atún rojo de Tarifa. Además, cuenta con fruterías, panadería, tiendas de ropa y carnicerías. También con un puesto que vende quesos típicos de la zona. Por último, es recomendable probar los platos del Bar el Mercado, cuyas mesas se encuentran en el patio central del mismo», resumen desde el gobierno local.
Más allá de su Mercado, Tarifa es una de las ciudades que merecen una excursión gastronómica. Quizás sea por el Levante, o por su historia, pero Tarifa conserva una cocina de grandes productos. Desde el pan macho, de miga contundente que se sigue elaborando en Facinas, pasando por la cocina en torno al voraz, uno de los peces estrella del Estrecho, la brótola, o la melva, un pequeño túnido que se elabora en conserva. A ello hay que unirle el sabor auténtico de sus pastelerías que bordan fórmulas tradicionales como el merengue, las milhojas, bautizadas en el municipio como tranvías, las cajillas o los tocinos de cielo… todos levantan pasiones.
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