Durante el reinado de Carlos III se levantó una de las estructuras que marcaría el patrimonio de Jimena en la actualidad, la Real Fábrica de Artillería, destinada, en un primer momento, al abastecimiento de armas para el Gran Asedio a Gibraltar y considerada la primera gran fábrica del Campo de Gibraltar.

José de Gálvez, ministro de Carlos III, fuer el encargado de convencer al rey para la construcción de esta infraestructura. Las grandes campañas militares estaban a la orden del día, por lo que era algo necesario para el reino de España.

Esta se sitúa a los pies del Castillo de Jimena, el monumento más importante de la localidad, fuera del casco urbano, aunque su ubicación no estuvo clara desde el principio, pues también se planteó su construcción junto a los ríos Hozgarganta y Guadiaro ya que el agua sería necesaria para impulsar a la maquinaria.

La infraestructura comenzó a funcionar en 1780, coincidiendo con el Asedio. Esta estuvo funcionando durante doce años y en sus inicios dio empleo a centenares de personas. Después fue abandonada y pasó a manos privadas.

Los albañiles, carboneros y fundidores llegaron desde las zonas cercanas, aunque los cargos más importantes eran franceses. Todo el material fabricado se distribuía también fuera de España, sobre todo a América, cumpliendo así el objetivo de las Reales Fábricas creadas por la dinastía de los Borbones, quienes buscaban favorecer a la economía y al proteccionismo de la industria y el comercio nacional disminuyendo las importaciones de materias primas y fomentando las exportaciones de productos. 

La fábrica, también conocida como la Fábrica de bombas, funcionó como núcleo de población, reuniendo allí a la clase obrera que trabajaba directa o indirectamente gracias a la actividad de la infraestructura. En el entorno se construyeron casas, hornos, talleres y otras estructuras.