Análisis de Death Stranding 2: On the beach, la mejor entrega de nuestras vidas
El Loot de Txeron
La último de Hideo Kojima se ha convertido en una de las experiencias jugables más fascinantes en años. Repartir paquetes para conectar un continente como Australia es tan surrealista como emocionante
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He tardado semanas en digerir el poso que me ha dejado superar la última propuesta de Hideo Kojima. Lo de Death Stranding 2: On the beach ha sido una de las experiencias jugables que más me han emocionado y divertido en los últimos años. Y reconozco que no lo ví venir.
Death Stranding 2: On the beach
Género: Acción Lanzamiento: 23 de junio Desarrolladora: Kojima Productions Plataformas: PS5 Textos: Español Voces: Español Precio: 80€
La premisa de repartir paquetes para conectar un continente es tan surrealista que mis expectativas, más allá de la imperiosa necesidad de conocer por qué tanta gente había disfrutado tanto de la primera entrega, eran sinceramente normales. Craso error. Ahora me debato entre jugar ya el inicio de esta saga (publicada en 2019) pese a haber destripado toda la historia entre el resumen que la segunda parte ofrece y lo que los propios personajes te recuerdan a lo largo de la misma, o dejar pasar el tiempo para que la fugaz memoria haga su trabajo y volver a ponerme en la piel de Sam Porter Bridges (el actor Norman Reedus) más adelante.

Por esta razón, si estas leyendo estas líneas y no has jugado la primera parte. Para aquí. No cometas el mismo error. Aunque si te puede el ansia, en mi defensa diré que Death Stranding 2:On the Beach se disfruta de principio a fin gracias a las referencias constantes al primero en una amplia hemeroteca dentro del propio juego que a mí me han servido para disipar todas las dudas.
Entrando en antecedentes, nuestro objetivo es reconectar una sociedad aislada y dividida. Para ello en el primer título recorremos EEUU, un país donde la gente se oculta en búnkeres subterráneos años después de que un extraño fenómeno, el Death Stranding, haya conectado el mundo de los vivos con el de los muertos, la lluvia envejece a quien toca, hay zonas repletas de Entes Varados que arrastran al más allá a quienes pillan, y los terroristas y los mensajeros enloquecidos atacan a cualquiera. El mundo ya no es un lugar seguro y de ahí que haga falta valientes que se atrevan a conectar esos pequeños reductos de civilización.

En Death Stranding 2: On the Beach nos ponemos de nuevo en la piel de Sam Porter Bridges para, en esta ocasión y varios meses después de los acontecimientos del primero, conectar regiones tan distantes como México y Australia a la red quiral. El planteamiento, que podría parecer simple, se enmarca en un mundo vivo y cambiante, sometido a ciclos de día y noche, a desastres naturales como terremotos, tormentas de arena o incendios forestales, y a ese fenómeno letal llamado el declive (la lluvia capaz de envejecer al instante todo lo que toca). En este contexto, cada desplazamiento se convierte en un reto que requiere planificación, paciencia y una buena lectura del terreno.
Para movernos por este entorno, el juego amplía y refina la fórmula original. Hay que construir nuevas infraestructuras, dominar un equipamiento más especializado y decidir si enfrentarse o evitar a las criaturas sobrenaturales que habitan este mundo desolado. A las amenazas conocidas se suman nuevos rivales: soldados meca, EV inéditos y jefes que ponen a prueba tanto la preparación como la improvisación del jugador.
El combate ofrece más opciones que antes. Sam puede fabricar armas como ametralladoras, escopetas o lanzagranadas para enfrentarse a los peligros de forma directa, pero también se abre la puerta a un juego más táctico. Hologramas, derribos silenciosos y herramientas a distancia permiten resolver situaciones sin llamar la atención. Además, las mejoras del sistema APAS aportan nuevas habilidades, desde una mayor cadencia de disparo hasta una reducción del ruido al moverse, algo especialmente útil para los que prefieren la infiltración.

Uno de los aspectos más interesantes de Death Stranding 2 es cómo transforma una tarea tan sencilla como entregar un paquete en una auténtica aventura. El juego se las ingenia para que cada encargo sea diferente: rutas alteradas por fenómenos naturales, terrenos abruptos que exigen equipamiento específico o enemigos que cambian la dinámica del viaje. La sensación de estar superando obstáculos, por pequeños que parezcan, es constante. En esta ocasión se amplían las posibilidades de transporte y lo de ir caminando será una opción, no una obligación. Ahora contaremos con una moto, un furgón o hasta un atáud a modo de tabla de surf (puro Kojima).
El juego ofrece alrededor de 50 horas de contenido principal, una cifra que puede ampliarse si se quieren completar encargos secundarios o colaborar con otros jugadores. En ese sentido, la duración se siente equilibrada porque es lo bastante extensa para desarrollar su mundo, sus mecánicas y profundizar en la vida de sus protagonistas pero sin recurrir a misiones de relleno que alarguen artificialmente la experiencia. La estructura permite avanzar a un ritmo pausado, alternando tramos de exploración con secuencias más intensas de combate o gestión de recursos y numerosas cinemáticas. El poder de estas últimas y su capacidad para sorprendernos, empatizar, revolvernos e incluso sufrir es magistral. Todo está medido. Nuestras decisiones tienen peso y poso en una trama que madura y se diversifica mientras seguimos con nuestra encomienda. Es sencillamente maravilloso.
Un espectáculo audiovisual
Y si el título despunta en lo emocional tocándote la fibra sensible, no lo es menos con lo que muestra en lo técnico: On the Beach es sobresaliente. Los paisajes son variados, profusos, excelsos y están recreados con un nivel de detalle que impresiona: desde desiertos abrasados por tormentas de arena hasta bosques que se iluminan con la luz filtrada al amanecer, pasando por costas azotadas por el oleaje o ciudades abandonadas en ruinas. La iluminación, los efectos climáticos y el tratamiento del terreno contribuyen a que cada localización tenga personalidad propia. Y ahí tiene mucho que ver que el juego aprovecha hasta el último megahercio de potencia de Playstation 5 (es exclusivo de la consoloa de Sony) para recrear con un realismo inusitado una Australia exuberante.

El mismo nivel ofrecen los personajes con gestos, miradas y reacciones tan naturales que, por momentos, pensarás que estás viviendo una película.
Misma cota, la del sobresaliente, para el apartado sonoro con un doblaje al castellano excelso y de primer nivel y una banda sonora con temas ambientales para los momentos de soledad en el trasiego del viaje que se intercalan con otros más metálicos y caóticos durante los momentos de acción. Todo está medido de tal manera que asusta con lo bien que encaja.
Conclusión
Death Stranding 2: On the Beach es una secuela ambiciosa que expande su propuesta en casi todos los frentes: ofrece más variedad de entornos, enemigos inéditos, mecánicas mejoradas y un sistema de colaboración más relevante. Su capacidad para convertir tareas simples en retos constantes, su duración bien medida y un apartado gráfico de gran nivel lo convierten en un título imprescindible en este 2025.
Para quienes disfrutamos de este medio desde hace décadas, es un recordatorio de que todavía se pueden encontrar experiencias diferentes, capaces de sorprender no tanto por la velocidad o la acción continua, sino por la forma en la que plantean el viaje y la relación del jugador con el mundo que explora.
Esta segunda entrega deja claro que la saga de Kojima sigue apostando por ideas poco convencionales que dan como resultado una de las propuestas más interesantes de los últimos años. Incluso para quienes no jugaron la primera parte, esta secuela ofrece una experiencia completa, exigente y técnicamente impecable, capaz de convertir un simple encargo en un viaje repleto de decisiones, planificación y superación constante. Sin duda, la mejor entrega de nuestras vidas.
Hemos realizado esta reseña gracias a una clave para PS5 Pro que nos ha enviado Playstation España.
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