Diario de una gran hazaña | Capítulo 56 (21 de julio de 1521)

Despedida sangrienta de Brunéi

  • El rajá Siripada libera a Espinosa y a Elcano pero no a los otros españoles retenidos, lo que origina un enfrentamiento que deja varios muertos, un mando local decapitado y dos deserciones

  • La flota de las especias, ya con apenas 109 efectivos, se ve obligada a huir a toda prisa una vez más

Otra huida a toda prisa... y ya van unas cuantas. Este parece ser el sino de la flota española que partió el 20 de septiembre de 1519 desde Sanlúcar de Barrameda buscando las Molucas navegando siempre hacia occidente. Zarpar a la mayor velocidad posible, sin terminar de disponer lo necesario para la travesía y con el único objetivo de no perder más efectivos le ha sucedido ya a esta flota en la Patagonia, la isla de los ladrones (Guam), Cebú, Mindanao... y es lo mismo que ha sucedido hoy, 29 de julio de 1521, en Brunéi. Además, en este último caso la marcha ha dejado un rastro evidente de sangre debido al enfrentamiento que los españoles han tenido con el ejército del rajá Siripada.

El sultán y mandamás absoluto de este exótico enclave asiático decidió días atrás retener en las dependencias de su palacio a la comitiva de siete españoles a los que había invitado para, en teoría, conocer más en profundidad las costumbres de la población de esa potencia mundial que tiene como soberano al emperador Carlos. Sin embargo, pasados unos días Siripada cambió de actitud y ordenó que se retuviera a estos siete hombres, probablemente para entregárselos como detenidos a sus socios portugueses cuando éstos regresaran a Brunéi.

Las presiones ejercidas desde las naos Trinidad y Victoria para que el rajá liberara a los apresados fueron contundentes, incluido un ataque bastante virulento contra una flotilla que regresaba a una ciudad que ha demostrado ser, con creces, la más desarrollada de todas las que ha visitado la flota española en estos dos años.

Todas estas presiones hicieron cambiar de opinión a Siripada, aunque sólo a medidas, ya que liberó a los dos oficiales de mayor rango, Gonzalo Gómez de Espinosa y Juan Sebastián Elcano, pero mantuvo presos a los otros cinco.

Esta medida no satisfizo a la expedición española, que insistió en recuperar a todos sus efectivos antes de echarse a la mar. Pero la negativa de Siripada precipitó los acontecimientos. La llegada de varias embarcaciones cargadas de guerreros locales contra las naves españolas propició un enfrentamiento militar en el que cayó un marino español y varios soldados nativos. Uno de estos últimos, que además parecía ser un oficial destacado del ejército de Brunéi, fue decapitado a bordo de la Victoria por el propio Espinosa, quien ordenó que la cabeza fuera enviada con urgencia al rajá Siripada como medida de advertencia.

Esto último sucedió hace ahora dos días pero, pese a lo violento de la medida, tampoco ha tenido los efectos deseados. Y para evitar males mayores, la Trinidad y la Victoria han zarpado hoy con rumbo norte y a toda velocidad.

En la decisión de partir puede haber influido también que, al parecer, de los cinco componentes de la flota que estaban retenidos en el palacio de Siripada se da por hecho que dos de ellos han desertado y que, como mínimo, otro más ha sido ya ejecutado. Los dos desertores han resultado ser dos marineros que, aprovechando un descuido de sus raptores, huyeron del palacio pero optaron por no regresar a sus naves. Y el ejecutado es un joven que embarcó con los españoles en Río de Janeiro y que resultó ser hijo del actual capitán general de la flota, Joao Lopes Carvalho, fruto de una relación mantenida por el marino luso durante un viaje anterior a Brasil.

Así, el contingente español, reducido ya a 109 efectivos, navega con rumbo norte con la idea de rodear Borneo, ya que, según las indicaciones recibidas, las Molucas parece ser que están al otro lado de esta extensa isla. Y, pese a las riquezas y la grandiosidad de Brunéi, esta estancia de 20 días no ha podido resultar más desastrosa al acumular seis bajas. Y hay un único responsable de ello: Lopes Carvalho, que ordenó ir a Brunéi por un capricho personal.

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