Morante de la Puebla ultima su recuperación para reaparecer al otro lado del Estrecho de Gibraltar

El torero sevillano, convaleciente de la cornada sufrida en Pontevedra, apunta a Melilla el 3 de septiembre como fecha de regreso, según adelantó Vicente Zabala en 'El Mundo'

La agenda del morantista en ruta, con todos los carteles, fechas, toros, plazas y compañeros de cartel

Morante de la Puebla en El Puerto de Santa María, pocos días antes de su cornada en Pontevedra.
Morante de la Puebla en El Puerto de Santa María, pocos días antes de su cornada en Pontevedra. / Julio González
G.S.G.

Algeciras, 27 de agosto 2025 - 13:45

Morante de la Puebla vive estos días en un compás extraño, a medio camino entre la quietud forzada de la convalecencia y el vértigo de la vuelta. El tiempo, que en la enfermería parece un animal obstinado, se ha estirado más de lo previsto. La cornada que recibió en Pontevedra el pasado 10 de agosto cicatriza despacio, con esa terquedad de las heridas que saben que tienen el poder de retener a un hombre en la sombra.

El maestro cigarrero se ha probado en la ganadería de Álvaro Núñez, en Tarifa. Allí, bajo el sol del sur y la expectación de unos pocos testigos, se enfrentó a un toro como quien tantea su propio cuerpo. La herida aún tira, no se ha cerrado del todo, y a las secuelas de la voltereta de Marbella —esa que lo obligó a torear infiltrado en sus últimos compromisos— se suma una limitación de movimientos que el propio ganadero describía a El Mundo con un diagnóstico sencillo: “Está muy limitado de movimientos”.

La rumorología lo situaba reapareciendo en Almería este jueves 28 de agosto. Pero no será. Tampoco estarán en su agenda, de momento, Linares, Alcalá de Henares, Colmenar Viejo o Palencia. Todo queda en suspenso, con un punto de melancolía, salvo la cita marcada en rojo el próximo 3 de septiembre en Melilla, cuando el torero podría cruzar el Estrecho para vestirse de luces de nuevo en un coso de que hace una década que no pisa. Sería junto a Juan Ortega y la novillera Olga Casado con cuatro toros de la ganadería de Tornay y dos novillos de Antonio Rubio Macandro.

Allí, en la llamada mezquita del toreo —una plaza neobarroca inaugurada en 1947, única en activo en África—, Morante podría recuperar la liturgia interrumpida. La plaza de Melilla, situada en el ensanche Modernista, ha sobrevivido a mareas históricas y a la dificultad logística de llevar toros en barco. Cada septiembre, como un milagro repetido, convoca a los aficionados en uno de los escenarios más singulares y hermosos de la temporada.

“Parece probable que sea en Melilla el próximo 3/9 cuando reaparezca Morante después de su percance”, ha escrito en un tuit el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda. Como si todo dependiera ya de una fecha y de un escenario que, por sí mismos, tienen algo de fábula: un hombre, una herida, un mar por cruzar.

Después de Melilla, si el cuerpo responde, aguardan Aranjuez, Villanueva del Arzobispo, Don Benito, Navalcarnero, Valladolid, Albacete, Muro, Murcia, Guadalajara, Salamanca, Almodóvar del Campo, Logroño y Sevilla por San Miguel. Octubre dibuja Úbeda, Zaragoza y Madrid, donde Morante quiere hacer doblete en el festival pro monumento a Antoñete y en la corrida del Día de la Hispanidad. Y todavía queda la posibilidad de Sevilla otra vez, en un festival benéfico.

Pero todo empieza o se interrumpe en Melilla. La cornada no es ya solo una herida, sino una frontera. Y la reaparición, al otro lado del Estrecho, tiene la forma de una promesa.

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