Feria, religiosidad y política en Tarifa en tiempos de la Segunda República

La reacción anticlerical en Tarifa resultó bastante moderada, al contrario de lo acontecido en muchas otras localidades

No hubo en 1932 romería y entrada de la Virgen de la Luz en la ciudad ni procesión solemne por las calles por la laicidad del Estado

Romería al santuario de la Luz a comienzos del siglo XX con las imágenes de la Virgen y San Isidro.
Romería al santuario de la Luz a comienzos del siglo XX con las imágenes de la Virgen y San Isidro.
Andrés Sarria Muñoz

Tarifa, 24 de agosto 2025 - 01:56

Proclamación de la República y las fiestas patronales

La feria y fiestas de Tarifa tienen sus inicios en 1835 vinculadas a la celebración de la Natividad de la Virgen el 8 de septiembre. El Ayuntamiento contribuía a los gastos de la liturgia costeando una misa solemne en el novenario dedicado a Nuestra Señora de la Luz, que desde 1750 comparte patronazgo con San Mateo. Por ejemplo, en 1902 donó 100 pesetas a la hermandad de la Luz para tal fin.

Luego hubo años en que el Consistorio se olvidó de esta aportación, con perjuicio para la función devocional, hasta que tras la feria de 1929, el párroco de la iglesia de San Mateo reclamó que en lo sucesivo sufragase la misa del día 8. Así que a partir de 1930 “la organización y todo cuanto se relacione con la mencionada función principal, así como los gastos que la misma ocasione, corresponde y sea de cuenta del Excmo. Ayuntamiento”. Además, una representación municipal asistiría oficialmente a la despedida de la Virgen en su retorno a la ermita, en el sitio o dehesa de Las Caheruelas, algo que no venía siendo costumbre “sin razón alguna que lo justifique”.

La II República española se proclamó el 14 de abril de 1931, y dos días después se verificó en la Casa Consistorial tarifeña el radical cambio de régimen político. Es de justicia remarcar que la reacción anticlerical resultó aquí bastante moderada, al contrario de lo acontecido en muchas otras localidades. En algunas se exaltaron los ánimos revolucionarios hasta el punto del saqueo y quema de conventos, iglesias y otros edificios religiosos, como ocurrió en la vecina Algeciras, sin ir más lejos.

Los jinetes de la Cabalgata Agrícola preparados para salir, circa 1920.
Los jinetes de la Cabalgata Agrícola preparados para salir, circa 1920.

Tras las elecciones municipales del 31 de mayo se conformó un cabildo de mayoría republicano-socialista, con el maestro de escuela Amador Mora Rojas como alcalde, que rechazaba patrocinar los actos religiosos de la feria y velada. En el cartel y en el programa ferial se omitió toda referencia a la Virgen: nada se informaba de su llegada al pueblo, de la festividad del día 8 de septiembre, de la prevista procesión del 13, etc.

Con todo, tanto las autoridades provinciales como las locales no pusieron en principio ningún reparo a los festejos en honor de la patrona. La corporación municipal incluso concedió a la hermandad mariana una subvención de 500 pesetas al tiempo que le autorizaba la rifa de una becerra. Igualmente, se encargó de enarenar las principales calles intramuros y costear los premios de la llamada Cabalgata Agrícola, esto es, la escolta a caballo que acompaña a la Virgen desde 1914. Parecía que la celebración religiosa no tendría inconvenientes en este primer año de la República, pero la realidad es que se vivía un ambiente de incertidumbre y recelo ante lo que pudiera ocurrir en cualquier instante.

El caso es que la romería para el traslado de las imágenes de la Virgen y San Isidro a la iglesia de San Mateo salió del santuario de la Luz a las 4 de la tarde del sábado día 5 con apenas una docena de devotos a pie y unos 40 jinetes. En su parada de descanso en la finca La Palmosilla se incorporaron algunos jóvenes, y algo más adelante se unieron otros cuantos. Ya en la carretera nacional esperaba una buena cantidad de automóviles con familias al completo. Después de atravesar el río de la Vega, en el sitio conocido por Huerta de Triviño, se unieron fieles en gran número. Y alcanzando las primeras casas del pueblo, los romeros fueron recibidos por los cofrades, el clero y un cuantioso gentío. El Consistorio republicano de izquierdas había decidido no concurrir al recibimiento.

Un incidente en 1931 condicionó las fiestas patronales

Cuando el cortejo se encaminada por la Calzada o calle de Sancho IV el Bravo se produjo un penoso altercado que ha permanecido vivo en la memoria colectiva de los tarifeños hasta el presente.

Algunos habrían empezado a calentar el ambiente ya desde la entrada de la comitiva en el pueblo profiriendo gritos aparentemente a favor de la Virgen, pero que sonaban más bien a enemiga y provocación. Fue luego, a las mismas puertas de San Mateo, cuando el guardia municipal Juan Atalaya voceó palabras ofensivas dirigidas a la patrona y contra los actos devocionales. La inmensa mayoría de los allí congregados respondieron con encendidos vivas a la Virgen y, parece que espoleados por los dos párrocos, muchos arremetieron contra el tal Atalaya y otros reconocidos irreligiosos, “y mal lo hubiera pasado el guardia si no interviene la Guardia Civil, que lo libró de las iras de la multitud”. A punto estuvo de ser linchado a pedradas de no haberse refugiado a tiempo en el cercano retén de la policía municipal. El público congregado continuó protestando enfurecido, “con carreras, sustos y demás”, pidiendo su encarcelamiento, a lo que procedió la Guardia Civil para evitar males mayores.

Entretanto, la Virgen había sido introducida en la iglesia de manera precipitada, sin esperar el paso reverencial de los jinetes de la Cabalgata Agrícola, que acabaron el desfile como buenamente pudieron.

 La Virgen de la Luz en la iglesia de la ermita.
La Virgen de la Luz en la iglesia de la ermita.

Las autoridades justificaron lo sucedido como el resultado de una buena borrachera, descartando connotaciones políticas. A instancias del alcalde y con el pretexto de evitar nuevos alborotos violentos, con presumible intencionalidad contraria a la República, se prohibió la procesión por las calles programada para el domingo 13. Dio la orden el gobernador provincial, Gabriel González Taltabull, que se había desplazado a Tarifa el día 6 acompañado del jefe de la comandancia de la Guardia Civil. Fueron sancionadas ciertas personas de ideología conservadora, o sea, de derechas, entre ellas algunos guardias municipales, acusados de promover “un escándalo dando vivas y mueras”, enviándolas a la cárcel o imponiéndoles multas.

El regreso de la Virgen a su santuario de la Luz se tenía previsto para el domingo día 20. Tras la misa campestre se realizaría el herradero de las reses donadas durante el año a la hermandad, faena que tendría lugar en el corral del caserío de la ermita, que se acondicionaría para tal fin. Sin embargo, el traslado de la imagen fue suspendido inopinadamente, permaneciendo en la iglesia de San Mateo al considerar que aquí se custodiaría con menor riesgo de sufrir cualquier percance.

A pesar a todo, el sábado 19 desde las 4 de la tarde se pudo celebrar la tradicional y multitudinaria consagración de los fieles a la patrona, con la Virgen luciendo el manto regalado por el tarifeño Ambrosio Núñez, que ejercía de párroco en Ciudad Real.

Iglesia de San Mateo apóstol, patrono de Tarifa.
Iglesia de San Mateo apóstol, patrono de Tarifa.

En fin, el incidente del guardia municipal repercutió negativamente en los festejos de 1931 y en los años inmediatos posteriores, en los que continuaría reinando un clima de crispación y de conflicto social tanto en lo político como en lo religioso.

De la Virgen “prisionera” en San Mateo a la normalidad (1932-1938)

La Constitución de diciembre de 1931 establecía en su capítulo 3 la separación de poderes entre la Iglesia y el Estado, declarando que éste no tenía religión oficial. Y el artículo 26 prohibía el auxiliar o beneficiar económicamente a las iglesias, asociaciones u otras instituciones religiosas. El Estado se proclamaba laico, pero no anticlerical, puesto que amparaba a las distintas creencias, respetando la libertad de culto.

No hubo en 1932 romería y entrada de la Virgen de la Luz en la ciudad ni procesión solemne por las calles, justificándolo el Ayuntamiento socialista en los sucesos del año anterior y en que debía observarse la laicidad de la República. De manera que los actos litúrgicos fueron restringidos y tampoco se organizó la Cabalgata Agrícola. No obstante, ya en junio se había planteado la posibilidad de llevar a la patrona de San Mateo a su santuario con el fin de traerla luego al pueblo para la feria. Tal cosa no se efectuó, y la Virgen continuaría durante unos años “prisionera” en la iglesia mayor.

Cartel-programa de la feria de 1932, sin referencias religiosas.
Cartel-programa de la feria de 1932, sin referencias religiosas.

En el verano de 1933 también se sugirió llevar la imagen a la ermita por un breve tiempo, con la condición de que “se la trajera nuevamente a la parroquia, donde siempre correrá menos riesgo”. Ahora eran los concejales republicanos-socialistas los que abogaban por retomar la tradición del traslado en las fiestas patronales. Pero entonces la negativa vino por parte de los políticos de derechas, denunciando las prisas y el que pretendían hacer la romería “por puro mercantilismo”.

Como de costumbre, la cofradía de Nuestra Señora de la Luz, presidida por Joaquín Núñez Manso, trató acerca de las funciones a celebrar en la parroquia de San Mateo. Se imprimió el oportuno folleto con este programa: en la tarde del día 5 de septiembre, procesión por la iglesia, desde la capilla en que se encontraba hasta el altar mayor. El día 7 empezaría la novena, con función principal el día 8, festividad de la patrona. El domingo 17, procesión alrededor del interior de la iglesia con la imagen en andas. El 21 por la tarde, el emocionante acto de la consagración de los tarifeños, con el paso bajo el manto de la Virgen, trasladándola esa misma noche a su capilla.

Se pidieron donativos para los gastos, entre otros por haber contratado a la agrupación Schola Cantorum de Jerez, que actuó durante la novena bajo la dirección del profesor Acuña Campoy. En esos días, la iglesia se veía abarrotada de gente, y los cultos y demás eventos religiosos resultaron de mucho brillo.

Las elecciones generales de noviembre de 1933 dieron la victoria a los partidos conservadores. En el bienio restaurador (1934-1935) se acabó con el laicismo radical, volviendo el Estado a amparar la religión católica y sus manifestaciones públicas. Aun así, en las fiestas patronales de estos años no hubo romería y se mantuvo la fórmula de procesionar a la patrona dentro de la iglesia parroquial, pese a que muchos deseaban su salida a la calle. Los cofrades de la Luz dejaban claro que la procesión callejera se haría “cuando la Virgen sea la base de su velada de septiembre, pero no cuando se le regatee este honor y solo se la quiera sacar como un espectáculo más de la feria”. No obstante, en abril de 1935 se realizó una procesión de rogativas para pedirle por la lluvia, regresando a su santuario en el verano.

La Guerra Civil comenzó el 18 de julio de 1936, motivo por el cual la Virgen fue de nuevo llevada reservadamente a San Mateo. Muy pronto se conformaría el Ayuntamiento franquista, siendo nombrado alcalde Lorenzo Jiménez González. Ese no fue precisamente un año para festejos, tanto por la guerra como por la cruenta represión que llevaron a cabo en Tarifa las fuerzas sublevadas, llamadas nacionales, con medio centenar largo de rojos fusilados entre agosto y septiembre.

En 1937 tampoco pudo discurrir la feria y velada con normalidad “debido a las circunstancias por que actualmente atraviesa la Patria”, aunque sí se organizó el mercado de ganados y se oficiaron solemnes cultos por la patrona en San Mateo.

Programa de cultos a la Virgen de la Luz en la iglesia de San Mateo en la feria de 1937.
Programa de cultos a la Virgen de la Luz en la iglesia de San Mateo en la feria de 1937.

El conflicto bélico terminó en 1939, pero ya en 1938 las fiestas patronales volvieron a celebrarse según costumbre antigua. Tuvo mano en ello el entonces alcalde y jefe local de Falange Francisco Terán Fernández, muy vinculado a la cofradía mariana. Dentro de las dificultades del momento, se procedió al traslado de la Virgen desde su santuario al pueblo con acompañamiento de la Cabalgata Agrícola, hubo novena en San Mateo, procesión por las calles, etc.

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