La levantá

Cuarenta años desde aquel Pregón de la Semana Santa de 1980

Borriquita.

Borriquita.

Fue el recordado periodista López Garín quien escribía en el periódico AREA de entonces: “Un formidable pregón para una Semana Santa deprimente. Fue organizado por la Cofradía del Cristo de Medinaceli y corrió a cargo de don Pablo Quijano”.

Desde la perspectiva que da el tiempo, cuentan los que han estudiado la Semana Santa de Algeciras de los últimos cincuenta años, que fue a partir de este pregón cuando se inicia el resurgir de las Hermandades y Cofradías en la ciudad de la bella bahía. Un acto que, sin lugar a duda, hizo historia, y en el que tuve el privilegio de participar y que en la festividad de Don Bosco de 1980 me propusiese hacerlo el buen salesiano don Manuel María Martín Miguel y el histórico Juan Garzón Vega, como hermano mayor de la cofradía, que tuvo la idea de recuperar este acto, que se había dejado de celebrar hacía algunos años. En aquel entonces se mantenían las hermandades de Santo Entierro, Medinaceli y Buena Muerte, que se había reorganizado hacía cinco años. Me encontré en la obligación de investigar los antecedentes de las Hermandades y Cofradías, siendo las principales fuentes de información Cristóbal Delgado, cronista oficial de la ciudad, el locutor Pepe Ojeda que había sido el último pregonero de la Semana Santa, las Crónicas de la Casa Salesiana, y recibiendo una importante ayuda del entonces director, don Aurelio Rodríguez Mancebo. E indispensable fue el pregón del que fuese amigo de mi padre, Francisco Montero Galvache, en el Teatro Casino Cinema en 1959. Siempre he mantenido que fue “el pregón imitado” ya que una gran parte fue literal del suyo, a quien entonces le pedí autorización y con el que mantuve una entrañable relación hasta su muerte. Por ello la reseña de López Garín de “formidable pregón” fue fruto de su amistad y cariño hacia mí, más que una realidad.

La preparación del pregón y el acto en sí mismo ha quedado para siempre en mi memoria y en mi corazón, ya que junto a Juan Garzón, como hermano mayor, me encontré con un grupo de personas muy entusiastas, muy cofrades, muy trabajadoras y muy comprometidas: Manolo Sánchez, Paco Espinosa, Jorge Marín, Manolo García, Pepe Manzanares, Paco Rodríguez, Domingo García, Sebastián Caballero, Joaquín Sánchez, Antonio Campuzano, Miguel Galán, Francisco Berlanga, José Madrid, Félix Mayor, Agustín Rial, Pedro Castillo, Manolo y Miguel Delgado. ¡Cuan jóvenes entonces!

Colgar desde el techo de la Capilla un cristal traslucido donde, desde detrás, se proyectaban las fotografías supuso adelantarse en el tiempo, con los escasos medios audiovisuales de la época. Siempre recordaré el cariño y la profesionalidad que pusieron, en tan poco tiempo que tuvieron, José L. Cintas y Luis Gazquez, visualizando el mensaje de la palabra con sus magníficas instantáneas, unas de sus archivos, otras realizadas expresamente para el acto y algunas antiguas de Pepe Gazquez.

La voz de Miquel Maya y los sones de la guitarra de Paquito Martín , “desbordaron” la recoleta Capilla y “cubrieron de amor ” a los titulares Medinaceli y Esperanza. Fue algo que no han podido borrarse de la memoria de muchas personas que lo continúan recordando a pesar de los años que han pasado.Recuerdo con agrado el ánimo, el apoyo y lo arropado que me encontré previamente y durante el que fue mi primer pregón, por mis hermanos Cooperadores Salesianos de aquella época: Antonio Malagón, Rafael Nieto, Pepe Flores, Pepe Lara, Antonio Jiménez, Pepe Amado, Juan Castro, Miguel Redondo y Julián Martínez.

A partir de aquel pregón inicié y afiancé la amistad y el trabajo apostólico con muchas de las personas que lo hicieron posible y que la mayoría, ni el tiempo ni la muerte, han borrado de mi corazón. Mi recuerdo y oración por los que ya están en el eterno pregón de la gloria y un abrazo fraternal a los que continuamos en el día a día, agradeciéndole a Dios que aún nos mantenga por las singladuras de la vida.

Cual notario de afición, doy fe de aquellos momentos, poniéndole nombre a los que entonces me lo pusieron fácil y, a pesar del tiempo transcurrido, me reafirmo en mis últimas palabras de aquel pregón de hace cuarenta años: “Señor, Algeciras, por las cofradías, cree en Ti, pero aumenta nuestra Fe”.

Con estas modestísimas letras doy respuesta a lo que me ha pedido el corazón, ante la efemérides del cuadragésimo aniversario de aquel pregón, en el actual mundo de demasiadas memorias frágiles, muchas personas con síndrome de Adán campando por sus fueros y algún que otro adaptador de historias. Que el Señor nos bendiga y que su Santa Madre nos proteja. He dicho.