Pilar Cernuda
La mayor corrupción jamás conocida
Una silla eléctrica utiliza 2.000 voltios para ejecutar a las personas. En la primera utilización del dispositivo, desarrollada por Arthur Kenelly y Harold Brown, se utilizó una intensidad de 700 voltios, pero no conseguía de manera rápida y efectiva su misión, por lo que se modificó para suministrar una descarga de 2000 voltios.
La silla eléctrica se utilizó por primera vez para una ejecución el año 1890 y tras el paso de los años el sistema se fue perfeccionando con los años se fue perfeccionando como método letal para aquellos condenados por crímenes horrendos.
144 personas han sido ejecutadas por la silla eléctrica, siendo aún posible la muerte por este método en estados como Alabama, Carolina del Sur, Florida, Tennessee y Virginia de EEUU. La última ejecución por silla eléctrica fue en 2020.
La silla eléctrica utiliza una descarga de electricidad de corriente continua que varía el voltaje en tres ciclos dos de 0 segundos y uno de 20. El condenado a muerte es atado a la silla eléctrica y se le coloca un casco con electrodos y una esponja con agua en la cabeza. De la misma manera se le colocan electrodos en las piernas y se le da una primera descarga de 2.000 voltios, se baja a 1.000 voltios 20 segundos y al final se vuelve a los 2.000 voltios durante 8 segundos.
Las ejecuciones con el método de la silla eléctrica ya está en desuso y la inyección letal ha ido sustituyendo su utilización por la crueldad y el sufrimiento del método.
Una vez que se le da la descarga eléctrica sobre el cuerpo del reo, ocurre una contracción muscular que para el corazón y colapsa los pulmones. Tras los 36 segundos que dura el proceso un médico examina el cuerpo y determina si la persona ha perecido.
La cantidad de voltios que recibe una persona influye en el estado final en el que la deja porque su cuerpo sufre bastante, pero no es determinante para que la descarga produzca o no la muerte. Hay casos en los que 5.000 voltios pueden resultar letales con respecto a 220 voltios, pero aun así la persona puede sobrevivir.
En otras situaciones, se ha dado el caso de que la persona ha fallecido habiendo recibido una cantidad de voltios mucho más inferior. Esto se debe a que la medida real de la intensidad de descarga está en la cantidad de corriente, es decir, en los amperios que recibe el cuerpo, pero no en el voltaje.
A este respecto y excepciones aparte, una persona puede resistir desde 220 a 250 voltios y cuando la corriente continua, no sea inferior a los 16 miliamperios.
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