Sobrecogedor e imponente, cada metro arroja una inolvidable estampa cofrade cuando el Crucificado de San Mateo recorre las calles de Tarifa en la noche del Martes Santo seguido de Nuestra Señora de los Dolores. Pero pocos momentos hay en la Semana Santa tarifeña como cuando los pasos transcurren por la esquina de Rico en su camino hacia la plaza Hermanos Costaleros. 

Cientos de tarifeños se han congregado al paso de esta talla barroca del último cuarto del siglo XVII, de autor desconocido, que perfuma una vez más la noche de abril tarifeña con aroma a incenso y con la maestría de la hermandad que fue pionera de la molía como modo de carga en la ciudad.  

A las ocho y media en punto emergió la nueva Cruz de Guía de San Mateo, una pieza donada por un grupo de hermanos y confeccionada en madera de haya, con escudo y asas en metal en su color y plateado realizada por la orfebrería de Emilio Méndez a partir de un diseño de Ignacio Blanco Peralta. También estrenó la hermandad el dorado de las potencias de plata y el guion corporativo en damasco y terciopelo burdeos con escudo de la cofradía en metal en su color y plateado.

La Banda de Cornetas y Tambores Pasión y Esperanza de Utrera y la Banda de Música Pintor Manuel Reiné han acompañado al Cristo y a la Virgen en su bellísimo recorrido por el casco histórico, un itinerario que conduce a sus imágenes titulares más allá de Guzmán el Bueno y que discurre por calles como Santísima Trinidad, Colón, María Antonia Toledo, General Vives y Nuestra Señora de la Luz, siempre bajo la mirada de cientos de devotos.

La Hermandad de Penitencia del Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señora de los Dolores regresa al filo de la media noche a San Mateo tras dejar un sinfín de imágenes para el recuerdo en un pueblo de Tarifa que ya cuenta los días para volver a emocionarse otro Martes Santo.