Medinaceli

Merced y Olivillos, ante el Medinaceli

  • El Cautivo y su Madre se cruzan miradas en la puerta de la Capilla antes de la Estación

El sanroqueño barrio de Los Olivillos, repleto de faldones burdeos presentados de gala para la ocasión, aguardó pacientemente la salida de Jesús Cautivo y Rescatado de Medinaceli y de su Madre, Nuestra Señora de la Merced, dispuestos para realizar su Estación de Penitencia en Miércoles Santo, día en el que buen tiempo fue el protagonista, al fin.

Con rigurosa puntualidad, a las 21:00 horas, se abrieron las puertas de la Capilla de la Santísima Trinidad en el barrio de Los Olivillos para recibir al Maniatado de San Roque.

La capilla, tan sólo iluminada por los cirios de los candelabros de guardabrisas del Paso de Cristo, invitaron a la solemnidad del momento que se fundía en una bonita estampa con los sones de la Banda de CC y TT de Nuestra Señora de la Caridad (Velez-Málaga), que interpretaba la clásica Cristo del Amor tras la Marcha Real.

Tras las salida, la posterior revirá servía para encarar de nuevo a las puertas de la capilla a los sones de marcha Medea y esperar el momento de la salida de la Merced. Mientras que el cortejo ocupaba el resto de la calle.

Tras una breve espera, volvieron a abrirse las puertas de la Trinidad para ver salir, de nuevo con la única iluminación interior que la que brindaban los cirios encendidos de la imponente candelería, las cargadoras sacaban el paso de Nuestra Señora de la Merced a los sones de la Marcha Real, interpretada por la Banda de Música de la Hermandad del Nazareno de San Fernando.

Rápidamente, los Sagrados Titulares de la Hermandad del Medinaceli, al son de un único tambor que marcaba el compás del movimiento de sendos pasos, se cruzaron las miradas por última vez antes de emprender su camino y Estación de Penitencia por las calles de San Roque.

Una vez arriados los dos pasos y tras la mágica estampa presenciada por los muchos fieles y devotos de la cofradía que abarrotaban la calle y los balcones a la salida de la procesión, la cuadrilla de cargadores del Cristo continuó su camino hacia la Iglesia de Santa María la Coronada con su particular andar. A los sones de la marcha Soledad de San Pablo, y con su estilo de andar tan particular, con el paso adelantado, se marchó imponente ante los aplausos de los presentes.

Tras los pasos del Cautivo de San Isidro, Nuestra Señora de la Merced, también emprendió su camino de cada Miércoles Santo, con un bello andar de las costaleros, a los sones de Rosario de Monte-Sión, que supuso el deleite de los muchos fieles.

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