David Valladares, un sanroqueño en Japón: "No paraban de notificarnos el momento exacto de llegada del posible tsunami por el terremoto de Rusia"
Trabajador en un complejo hotelero de Tokio, ha atendido llamadas de turistas que demandaban orientación por la alerta sísmica
Empiezan a levantarse las alertas de tsunami disparadas por el terremoto de 8,8 grados en la península rusa de Kamchatka
David Valladares es un joven de la barriada de Pueblo Nuevo de Guadiaro, en San Roque, al que los caminos laborales y sueños le han llevado a la Tierra del Sol Naciente, Japón, donde este miércoles han saltado las alertas por el terremoto de Kamchatka y un posible tsunami. Desde el barrio comercial de Akasaka, en las inmediaciones del puerto de la capital nipona y donde hace vida y trabaja desde hace más de un año, afirma con una voz tranquila que ya está "acostumbrado" a las alertas por riesgos sísmicos. La de hoy ha sido otra más.
Sanroqueño de 29 años, llegó a Tokio buscando resarcirse de las pocas oportunidades que le ofrecía su entorno. Gracias a los acuerdos de movilidad para jóvenes del Gobierno de España con otros países -que permiten a quienes cuentan con entre 18 y 30 años a compaginar estancias vacacionales en el extranjero con alguna actividad laboral- se mudó sin dudarlo a Japón. También tuvo la oportunidad de ir a Corea del Sur, Australia, Canadá o Nueva Zelanda.
Valladares se desenvuelve por Tokio, la capital japonesa, como si fuera uno más, entre sus largos trasiegos en el transporte público y red de metro, una actividad que se suma a su afición por explorar cada rincón de la urbe, la más poblada del mundo, con 37 millones de habitantes. Pero, "no hay paraíso al que puedas escapar", como reza un dicho de Berserk, uno de los mangas japoneses al que está aficionado. Esta nueva y refrescante vida también trae consigo inéditas situaciones y peligros, como los terremotos y los tsunamis.
"No paraban de notificarnos el momento exacto de llegada del tsunámi o fuertes oleadas; en el móvil incluso teníamos una notificación todo el mundo que dispone de una cuenta atrás", comenta
"Earthquake, earthquake, prepare for the wave!" ("¡Terremoto, terremoto, prepárense para la ola!"), así alertó Japón, a través del móvil, a todos los residentes este 30 de julio tras el terremoto de magnitud 8,8 detectado en la península rusa, situada a 2.817 kilómetros al norte de Tokio. "No paraban de notificarnos el momento exacto de llegada del posible tsunámi o fuertes oleadas; en el móvil incluso teníamos una notificación todo el mundo que dispone de una cuenta atrás", comenta, adjuntando capturas de pantalla de la aplicación gubernamental que informa de los niveles de peligrosidad dependiendo de las regiones del país asiático.
"La parte en la que más se teme sus efectos es Hokkaido, en el norte, más cerca del epicentro del terremoto, por eso tiene alerta roja. Aquí, más al sur, la alerta es amarilla. La zona roja más cercana y que he seguido más de cerca por ver su evolución es la región vecina de Tokio, Ibaraki. Si hubiese saltado la alerta roja, se avisaría por todos los altavoces de todas las calles, los trenes y avisarían para zonas de evacuación", ha explicado.
"Después de un tiempo me he empezado a acostumbrar a las alarmas, aunque al principio, cuando me llegaban de noche y me despertaban me ponían sobresaltado, era algo extraño y desconocido para mí, como cuando entró un mensaje por los ensayos de misiles de Corea del Norte", detalla. "Japón es un grupo de islas que se encuentra en el llamado cinturón de fuego del Pacífico, que son las regiones más importantes y activas del planeta en cuanto a terremotos y actividad volcánica, por lo que esta vez no me ha pillado de nuevas", apostilla.
Valladares, que trabaja en un grupo hotelero japonés, se encuentra por el momento a buen recaudo y según defiende, "seguro", porque confía plenamente en la arquitectura antisísmica de la ciudad, específica para enfrentar los habituales temblores. "La mayoría de los edificios grandes que pasan de cuatro a cinco plantas son como flexibles, es increíble", comenta desde las cercanías de la bahía de Tokio, que se encuentra en alerta amarilla.
"Estoy atendiendo las llamadas de turistas, que están preocupados y telefonean buscando orientación. Como te decía, aquí está todo sumamente medido, en el hotel donde trabajo aconsejamos a los usuarios a que bajen al área de espera o lobby, que está preparada para este tipo de desastres. También disponen de un centro de desastres naturales, "disaster center", que informa si tenemos que hacer algo en concreto. En cualquier caso, los hoteles están equipados para avisar por megafonía de todas las instrucciones oficiales que van llegando", precisa Valladares, que se halla también, como cualquier japonés nativo, surfeando las circunstancias.
"La posible ola llegaba A Tokio a las once y media de la mañana y recibimos la alerta a las diez más o menos, cuando se activó la cuenta atrás. Había margen. De momento, no ha ocurrido gran cosa en la capital, pero en cualquier caso, me tranquiliza saber que hay algunas calles seguras y listas por toda la ciudad que son lugares con protección contra terremotos, a la que debemos acudir si pasa algo", concluye con tono sereno.
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