"Si no está manejada por los poderes, la gente es más capaz de entenderse de lo que creemos"
Entrevista | José Antonio Marina, filósofo y pedagogo
Tras presentar en San Roque su última obra, 'La vacuna contra la insensatez', el experto analiza la convivencia en un agitado contexto en las relaciones internacionales
"En un diario digital sostuve hace un año que no todas las opiniones son respetables. Eso es absolutamente evidente, pero se convirtió en viral", asegura
El filósofo José Antonio Marina (Toledo, 1939), que pasó recientemente por el Aula de Literatura José Cadalso de San Roque, recuerda un antiguo grafiti a modo de conclusión de la conversación: "Hay que dejar el pesimismo para tiempos mejores". En su obra más reciente, La vacuna contra la insensatez, combina sus dotes pedagógicas con algunas notas de humor para reflexionar sobre la sociedad actual, sometida a trampas cognitivas, sesgos y virus como las noticias falsas o el fomento del odio, entre otros. Sigue en la búsqueda de la inteligencia, a partir de reconocer las estupideces que cometemos a diario.
Pregunta.¿Hasta qué grado está amenazada la convivencia?
Respuesta.Está amenazada porque se están polarizando demasiado las posturas. Estamos planteando todo en formato conflicto. Los medios digitales están contribuyendo, precisamente porque utilizan formatos muy cortos que no sirven para ofrecer argumentos. Karl Popper, que es un filósofo fantástico, decía: no olviden que conviene que discutan nuestros argumentos para que no tengan que pelearse las personas. Nosotros lo estamos olvidando.
P.Usted señala las consecuencias: el odio, las faltas de respeto.
R.Sí, porque las emociones son muy fáciles de despertar. Lo que ocurre es que una vez que se han despertado, son muy difíciles de manejar. Despertar la violencia, el odio y la indignación es muy fácil. Controlar los discursos es muy complicado, de manera que es estar jugando con fuego.
P.¿Es la primera vez que visita la zona?
R.Vine varias veces antes porque era amigo de Carlos Castilla del Pino, que era de San Roque, y además tenía mucha vinculación con San Roque. Presumía de ser de San Roque.
P.En esta zona conviven comunidades de tres países y dos continentes. Usted aspira a lograr una ética universal poniendo en común valores morales.
R.Es complicado porque no entendemos muy bien de qué van los valores morales. He estudiado las estructuras morales de cerca de 700 culturas, y en todas ellas hay los mismos problemas morales: el valor de la vida, cómo se arreglan los conflictos, la propiedad... Cada cultura los ha solucionado de una manera y tenemos morales distintas. Si somos inteligentes, debemos ponernos a pensar que puede haber soluciones mejores y peores. Y que, por lo tanto, podemos hacer una ética universal que sea el conjunto de las mejores soluciones que se nos han ocurrido a los problemas de la convivencia.
P.Nuestra comarca puede ser un buen lugar de investigación.
R.Las sociedades tienen puntos que son compatibles: el arte o las costumbres de vestimenta, entre otros, pero hay algún tema que no tiene por qué ser compatible y, por lo tanto, hay que saber cuál se elige. Es, por ejemplo, el tema de los derechos fundamentales. Es decir, una persona puede venir de una sociedad que admite el matrimonio infantil o que admite la mutilación sexual. No hay que decir que como todas las culturas son válidas, a cada uno que siga su cultura. Yo creo que hay que ser ahí mucho más tajante.
Recuperaría sin duda el término felicidad en nuestra Constitución
P.¿Derechos y religión no son compatibles?
R.Cuando se fundó en los años 70 el Parlamento Universal de las Religiones era para decir "vamos a ver si podemos empezar a poner los puntos de acuerdo". Cuando los integrismos religiosos volvieron a unir religión y política, el asunto ya era muy difícil de poner en marcha. Pero en estos sitios en que hay mezcla de culturas, como en Toledo, donde nací, creo que es donde se quita el miedo a la cultura que se desconoce. Si no estamos manejados por los poderes políticos, que son muy manipuladores, si hablamos con las personas y no con las jerarquías religiosas o políticas, la gente es más capaz de entenderse de lo que creemos.
P.En su libro pronostica un inminente enfrentamiento cultural.
R.Van a ser importantísimos de aquí a dos o tres años. Será entre el modo de concebir la política china y el modo de concebir las democracias occidentales. China lo que dice es que nosotros nos hemos equivocado porque hemos considerado que el valor supremo era la libertad mientras que para la cultura china, que es muy confuciana, la libertad no es el principal valor. El principal valor para ellos es la armonía, la justicia, y la libertad viene más abajo. De manera que ahora tenemos que ver quién tiene razón: los chinos o nosotros.
P.Pero lo difícil ahora es poder dialogar.
R.Claro, y eso es un problema porque entonces quien se encasquilla en su opinión no piensa que tiene que atender a las opiniones de otras personas. En un diario digital sostuve hace un año que no todas las opiniones son respetables. Eso es absolutamente evidente, pero se convirtió en viral, con un millón de tuiteos. ¿Por qué ha sorprendido tanto a la gente? Si empezamos a decir que todas las opiniones son iguales nos metemos en una especie de limbo de las equivalencias donde, bueno, pues da igual cualquier cosa que digas.
P.¿Tan importante como respetarnos es recuperar el sentido del deber?
R.Eso se ha perdido más en la cultura occidental. Lo veo en el mundo educativo, que ya sabéis que me interesa muchísimo. Ahí la psicología se equivocó y de paso influyó mal en la escuela cuando el concepto del deber se sustituyó por uno que parecía que era más claro, que era el de motivación. Entonces desapareció el concepto de voluntad y de deber de todos los sistemas psicológicos y de todos los sistemas educativos. No nos atrevemos a decir a los niños "mira, es estupendo tener motivación porque significa que tienes ganas de hacer una cosa, pero esto tendrás que hacerlo aunque no te guste porque es tu obligación".
P.¿Usted recuperaría la mención al término felicidad que figuró en la Constitución de 1812?
R.Sin duda alguna. En muchas constituciones está puesto expresamente así porque unos años antes se había elaborado la Constitución americana, donde se dice que todos los seres humanos tienen el derecho a buscar la felicidad. La Pepa de 1812 precisa más: esa es función del Gobierno y de la política. A mí me pareció espléndido porque es una creación de la ilustración. Que ahora haya un ataque contra la Ilustración por parte de los partidos de derechas y por parte de los partidos de izquierdas me parece absolutamente disparatado.
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