Federico Relimpio

Obesidad: rehacer las cuentas

La tribuna

8853315 2024-10-02
Obesidad: rehacer las cuentas

02 de octubre 2024 - 03:06

Aestas alturas, supongo que todo el mundo tiene claro el inmenso desafío para la Salud Pública mundial que supone el sobrepeso y la obesidad. No voy a fundamentar otra vez lo que está más que claro y demostrado. En el momento actual, lo prioritario es extraer el problema de la trivialidad y el cinismo. Y lo hacemos mejor yendo a lo elemental: si contemplamos las causas fundamentales por las que enfermamos y morimos, nos topamos con el infarto, el ictus, el cáncer o la demencia. Pero si buceamos un poco en cada una de estas enfermedades, nos encontramos con un común denominador: la obesidad.

La obesidad, por tanto, es enfermedad en sí y, por si fuera poco, madre prolífica de enfermedades. En este sentido, la obesidad justifica una buena parte de las enfermedades que, de modo demostrado, repercuten desfavorablemente sobre la duración y, lo que es más importante, la calidad de la vida. Doy todo esto por obvio, pero me da la impresión de que nunca se insiste lo suficiente. Impresión que fundamento sobre la base de lo poco que se prioriza a la obesidad en las políticas de Salud Pública.

Puedo explicarme este desinterés, aunque no lo disculpe. A fin de cuentas, la obesidad no es fácil de abordar, y tiene raíces sociales, culturales, psicológicas y antropológicas. Pero, de todas las causas, me interesan especialmente las socioeconómicas, como he expuesto en otros artículos. Es conocimiento común que la obesidad afecta sobre todo a los estratos sociales y económicos menos favorecidos. En este sentido, a lo largo de un siglo hemos visto como lo que era una enfermedad de ricos se convertía en una pandemia asociada a la pobreza.

Ello exige una reorientación de la Salud Pública y una política decidida a tal efecto que va mucho más allá de la asistencia sanitaria. Pero ello excede del propósito de este artículo, centrado en las exigencias (y las penurias) de esta última. En este sentido, me veo obligado a intentar equilibrar los dos aspectos: si bien el problema se aliviará en un futuro a través de un gran cambio social, económico y de medidas de Salud Pública, hoy día miles de pacientes sufren lo indecible a causa de una enfermedad mal atribuida a la simple glotonería.

Durante décadas, la única medida efectiva para los pacientes más graves ha sido la cirugía de la obesidad, si se cumplían ciertas condiciones y el paciente lograba sobrevivir a la lista de espera. Afortunadamente, la reciente incorporación al arsenal terapéutico de los medicamentos agonistas GLP1 ha abierto nuevas posibilidades. Se trata, sin embargo, de fármacos caros y, por el contrario, el número de pacientes que se podrían beneficiar de ellos es inmenso. Todo un desafío económico que excede, según parece, la capacidad de cobertura financiera por parte de nuestro Sistema Nacional de Salud.

Hoy, la cobertura financiera de los agonistas GLP1 en España es restrictiva: solo para pacientes con diabetes tipo 2 mal compensada con un tratamiento estándar.

Ignoro cómo se lleva la contabilidad a tal efecto. Porque, de lo que sabemos por tantos trabajos científicos y de la experiencia que vamos acumulando, un tratamiento con agonistas GLP-1 bien aplicado tiene una incidencia favorable no solo sobre la salud del paciente, sino sobre los costos sanitarios globales. En este sentido, al perder peso de modo significativo, mejora la apnea del sueño y, de este modo, el paciente puede discontinuar el tratamiento con dispositivos de presión positiva continua. Mejora el control de azúcar en los diabéticos, y es posible reducir o suprimir el tratamiento con insulina y, de paso, eliminar la necesidad de tiras reactivas o sensores. Mejora el dolor músculo-esquelético y, por tanto, buena parte de los costes farmacológicos y no farmacológicos asociados. Mejora también la capacidad respiratoria y, en conjunción con las mejoras anteriores, disminuyen los ingresos hospitalarios. No puedo ser exhaustivo por razones de espacio, pero hay muchas otras mejoras.

Si la obesidad es una madre prolífica de enfermedades, la pérdida de peso es una madre no menos prolífica de remedios. Remedios que redundan en un menor sufrimiento y, por tanto, menor dependencia de otros recursos asistenciales, que también generan sus costes. Todo esto exige una revisión rigurosa de la contabilidad, pensando en el medio y el largo plazo.

Creo que, en tanto en cuanto adoptamos una batería de medidas ambiciosa dirigida a aliviar el sobrepeso y la obesidad como enfermedad poblacional, cabría flexibilizar la financiación de los agonistas GLP1 en los pacientes con obesidad. Al menos, para los portadores de ciertas enfermedades acompañantes que podrían mejorar de modo ostensible con la pérdida de peso.

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