La tribuna

La llave de la puerta y del portal

La llave de la puerta y del portal
Gonzalo De Castro Fernando Rodríguez Hervella
- Coordinador De Investigación Social De Educo Delegado De Andalucía De Educo

Las vemos hasta en los carritos de bebé. En restaurantes o en el transporte público, echamos un vistazo alrededor y lo que vemos son personas abducidas por el brillo de pequeñas pantallas... Es obvio que vivimos una vida empantallada.

Si hay un tema que se lleva la palma en cuanto al dilema que presenta para muchas familias, ese es sin duda el tiempo de uso y el acceso a contenidos a través de las pantallas; es decir el ¿quién?, ¿cuánto?, ¿cuándo? y, sobre todo, ¿para qué? de estos dispositivos. Por encima de todos destaca el smartphone. Su tamaño y versatilidad lo convierten en una herramienta que nos acompaña en todo momento y lugar. A los niños y niñas también, y cada vez a una edad más temprana y con una mayor y creciente intensidad. Este y otros dispositivos, como tablets o videoconsolas, son herramientas a las que niños y niñas dedican una buena parte de su tiempo de ocio. Solo en lo que respecta al smartphone, su uso se eleva hasta una media diaria de 3 horas los fines de semana en la franja de edad de los 6 a los 13 años. Y con la llegada del verano, más de un 40% de madres y padres estima que sus hijos lo utilizan “más” o “mucho más” en relación al resto del año.

Son solo algunos de los datos que hemos obtenido en una encuesta realizada a más de 2.300 familias españolas, 500 de ellas andaluzas, para abordar el impacto que el uso de las pantallas (smartphone, televisión, ordenador, tablet y videoconsola) tiene en el desarrollo y bienestar de niñas y niños. En el estudio en el que hemos analizado los resultados de la encuesta, que lleva por título Los niños de la llave III: la vida empantallada, analizamos además otros resultados que deberían levantar muchas cejas. En promedio, la entrega del smartphone se realiza antes de cumplir los 10 años, concretamente a los 9 años y 10 meses, mientras que la entrega de las llaves de casa tiene lugar (en promedio) ya cumplidos los 11 años, concretamente a los 11 años y un mes. Estos datos nos han animado a abordar no solo el impacto que las pantallas tienen en niños y niñas, sino también en lo que dejan de hacer en el mundo real precisamente debido a la sobre exposición a las mismas. Este proceso que en los últimos años ha desembocado en un mayor tiempo de vida en el mundo digital en detrimento del mundo real es lo que autores como Jonathan Haidt definen como la gran reconfiguración, pasando de una infancia basada en el juego a una infancia basada en el teléfono. En este sentido, y partiendo de la base de que la tecnología, como cualquier herramienta, no es ni buena ni mala, sino que depende del uso que se le dé, sí es importante destacar la importancia vital que el ocio al aire libre, como derecho fundamental, tiene para el desarrollo físico, social y emocional de niños y niñas en una etapa crucial de sus vidas. El juego, el deporte y las actividades en parques y naturaleza son básicos para el aprendizaje de la gestión de conflictos, el trabajo en equipo o el respeto a compañeras y amigos.

Volviendo a la vida de niños y niñas en el mundo digital, además de abordar aspectos como el impacto que el uso excesivo de pantallas puede tener en la cantidad y calidad del sueño, la salud mental, menor tiempo de relación con amistades y familiares o su relación con situaciones de acoso, también hemos preguntado a madres y padres sobre las dificultades para establecer límites de uso en el hogar. Uno de cada tres manifiesta no tener establecido ningún acuerdo ni límite en cuanto al uso de dispositivos tecnológicos. “No me gusta que se ponga agresivo cuando le dices que pare ya el uso de esos aparatos” o “Me parece complicado poner límites y discernir cuando el uso de las pantallas puede llegar a ser positivo sin abusar de ellas” son algunos testimonios que nos dan pistas sobre el dilema que presenta el uso de las pantallas en los hogares. La solución pasa por una mirada colectiva, no individual. En este sentido, las recientes manifestaciones llevadas a cabo en distintas ciudades por colectivos ciudadanos reclamando cambios legislativos para promover un retraso en el acceso al mundo digital y una mayor supervisión a la industria digital para evitar el enganche de niños, niñas y adolescentes a las pantallas muestran la importancia que la concienciación y la acción colectiva tienen para garantizar el bienestar digital en la infancia.

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