Una historia que debe ser contada (Acerca de mi relación con Pablo Casado y Enrique Arnaldo)

Alberto Pérez de Vargas, catedrático de Matemáticas de la Universidad Complutense y exdirector del Centro de Enseñanza Superior Cardenal Cisneros, aclara en esta tribuna su papel en relación con Pablo Casado, presidente del PP y ex alumno de dicho centro, y Enrique Arnaldo, catedrático de Derecho Constitucional, que este jueves ha jurado su cargo como magistrado del Tribunal Constitucional

Enrique Arnaldo Alcubilla, nuevo magistrado del Tribunal Constitucional, jura su cargo ante el Rey Felipe, en un acto celebrado este jueves en el Palacio de La Zarzuela al que han asistido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (2d); la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxel Batet 83d); el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes (2i), y el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas (3i), entre otras autoridades.

Enrique Arnaldo Alcubilla, nuevo magistrado del Tribunal Constitucional, jura su cargo ante el Rey Felipe, en un acto celebrado este jueves en el Palacio de La Zarzuela al que han asistido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (2d); la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxel Batet 83d); el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes (2i), y el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas (3i), entre otras autoridades. / Emilio Naranjo / Efe (Madrid)

El mundo del periodismo no es distinto de los demás mundos que se integran en nuestro universo social. Nosotros somos quien somos, escribió el poeta acudiendo a una expresión que no solo te llama la atención por lo que dice, sino por cómo lo dice. Nuestra sociedad es tan subjetiva y tan cainita que con frecuencia, cuando se trata de dar cuenta de un suceso, el relator lo hace no solo afectando el relato con la inevitable impresión personal, sino sobre todo –y eso es lo peor– interpretándolo del modo que quisiera que hubiera ocurrido. Hay que tener en cuenta también la orientación del medio en el que un redactor trabaja y la de sus superiores. De modo que, al recibir una noticia o leer o escuchar un comentario, puede ser que nos llegue con demasiado ruido como para que podamos hacernos una idea ajustada a la realidad de lo sucedido. Luego, hay que tener en cuenta que los ecos son mucho más recurridos que las voces y que estas van erosionando sus perfiles con el continuo amartillar de aquellos.

Tanto con el político, Pablo Casado Blanco como con el profesor, Enrique Arnaldo Alcubilla he tenido una relación profesional temporal, derivada de mis destinos y obligaciones en tanto que catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. En el primer caso, por haber sido Casado alumno de la licenciatura en Derecho en el Centro de Estudios Superiores Cardenal Cisneros, cuando yo era director de ese Centro, adscrito a mi universidad; y en el segundo, porque Arnaldo era entonces, primero profesor y después patrono de la Fundación Fray Francisco Jiménez de Cisneros, titular del Centro. Estando la Fundación integrada en la Comunidad de Madrid, su patronato está presidido por el consejero de Educación de la Comunidad y la mayoría de sus patronos son nombrados por la consejería.

"Supe de la incorporación como alumno de Casado por él mismo, que me pidió audiencia y se la concedí de inmediato, como habría hecho con cualquier otro de sus compañeros"

Mi relación con ambos no ha sido en ningún momento mantenida o proyectada más allá del ámbito en el que hemos coincidido, ni fuera de las implicaciones propias de la situación que supuso tal coincidencia. Nada hubo de especial consideración en ese tiempo, ni nada que permitiera distinguir a Casado de los demás alumnos, ni a Arnaldo de los demás profesores que no fuera su condición de patrono. Como director del centro, supe de la incorporación como alumno de Casado por él mismo, que me pidió audiencia y se la concedí de inmediato, como habría hecho con cualquier otro de sus compañeros, para explicarme las razones por las que estaba allí.

Conviene advertir que un centro de gestión privada, adscrito a una universidad, no tiene la última palabra ni en la admisión de alumnos, ni en la convalidación de asignaturas, en caso de traslado de otras universidades. Ni en la contratación del profesorado o nombramiento de cargos de administración y gestión. Es la universidad a la que está adscrito quien tiene esa responsabilidad. El centro se limita a proponer, en todos los supuestos. Durante mi dirección, el Cardenal Cisneros no recibía subvención alguna de las Administraciones públicas; dependía en exclusiva de sus propios recursos y de la gestión que realizaran sus órganos de gobierno. Sus alumnos pagaban las tasas a la Universidad como cualesquiera otros que lo fueran sin pertenecer al centro, seguían los mismos programas y obtenían los mismos títulos.

"De ningún modo debiera interpretarse que ni por parte de los mencionados ni por la de ningún otro miembro de la comunidad universitaria, se produjo el menor atisbo de favor hacia Casado"

Es obvio que siendo Casado, ya entonces, hacia 2005/06, un personaje conocido de la política que, con independencia de ostentar la presidencia de Nuevas Generaciones del Partido Popular, ejercía de asesor de la Comunidad, gobernada entonces por el Partido Popular; su llegada al centro no pasó desapercibida. Y natural que algún profesor me lo comentara, en mi despacho o en un encuentro casual; particularmente los que tenían responsabilidades de gobierno por su condición de catedráticos o de patronos. Entre estos estaban concretamente José Pérez de Vargas Muñoz (ya fallecido y sin vinculación familiar cercana conmigo), catedrático de Derecho Civil, y el propio Arnaldo. Pero de ningún modo debiera interpretarse que ni por parte de los mencionados ni por la de ningún otro miembro de la comunidad universitaria, se produjo el menor atisbo de favor hacia Casado.

"Puede ser, como ocurre habitualmente, que [Casado] para aquellas asignaturas aprobadas que no fueran convalidadas [...] se dirigiera al profesor correspondiente para aspirar a una posible convalidación oficiosa basada en una razonable semejanza de programas y objetivos"

Pablo Casado procedía de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, donde las carreras están programadas con altos niveles de exigencia. Su vinculación a la política y su interés por progresar en su práctica, no le permitía, según me explicó él mismo, prestar la atención necesaria para sobrevivir académicamente en aquella institución. Es de suponer que tramitaría el traslado de expediente y solicitaría las convalidaciones de las asignaturas aprobadas, todo ello en el ámbito administrativo de la Universidad Complutense. Puede ser, como ocurre habitualmente, que para aquellas asignaturas aprobadas que no fueran convalidadas (hay un cuadro que automatiza la decisión), se dirigiera al profesor correspondiente para aspirar a una posible convalidación oficiosa basada en una razonable semejanza de programas y objetivos.

"No me consta, pero creo que el profesor Arnaldo no lo fue de modo directo del alumno Casado"

Es frecuente que un profesor dé por aprobada su asignatura a un alumno que ha cursado otra cuyo contenido presenta pocas diferencias con el cursado en la institución originaria. O, en su caso, que exija la confección de un trabajo complementario referido a la parte de programa que no estuviera en el de origen. No me consta nada al respecto, pero si tal fuera, el número real de asignaturas que Casado tuviera que aprobar en el Cisneros, no sería tan grande como el publicitado por algunos medios. Creo, por otra parte, que su presencia en el centro debió de ser, al menos, de alrededor de dos cursos académicos. No me consta, pero creo que el profesor Arnaldo no lo fue de modo directo del alumno Casado. En cuanto a mí, apenas si tuve noticias del discurrir de Casado en el Centro; al ser catedrático de Matemáticas, ni siquiera tenía proximidad académica alguna a sus intereses como alumno.

El Cisneros, en Bancarrota

Mi nombramiento como director del Cardenal Cisneros fue debido a mi experiencia y situación administrativa. Tuve, en su momento, cierta relación con Luis Cosculluela Montaner, catedrático de Derecho Administrativo y exministro de Administración Territorial del Gobierno de la UCD, presidido por Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo. Él había sido director del Cisneros en una época anterior durante la cual yo fui profesor del centro y fue quien, años antes, asesoraría la creación de la Fundación que sería titular del centro. También tuve relación con José Pérez de Vargas Muñoz, al que conocí en tiempos de su destino como profesor titular de Derecho Civil de la Universidad Complutense. Ambos recomendaron a la presidenta (entonces) de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que recurriera a mí. El centro estaba en bancarrota y yo era de los pocos (entonces) con experiencia en gestión tanto de universidades públicas como privadas. Aguirre no me conocía personalmente pero confió en mis colegas y dirigí el centro entre los años 2005 y 2013, consiguiendo dejarlo en buen estado y bien saneado económicamente.

"Dos periodistas de 'El Mundo' contactaron conmigo [...] diciéndome que lo hacían tras haber hablado con el director de 'Europa Sur' (mi periódico), lo que resultó ser falso [...] Grabaron la conversación sin que yo ni siquiera lo supiera y extrajeron de ella lo que les pareció"

Mi nombre saltó a los medios en mayo de 2018, con ocasión del relieve político de Casado y una polémica suscitada con su formación académica. Dos periodistas del diario El Mundo contactaron conmigo, sirviéndose de mi vieja vinculación a la prensa -soy un buen aficionado al periodismo de opinión, que practico desde hace casi medio siglo– diciéndome que lo hacían tras haber hablado con el director de Europa Sur (mi periódico), lo que resultó ser falso. Me dijeron que querían hablar conmigo sobre la prensa andaluza: yo soy andaluz y en Andalucía es donde, sobre todo, escribo. Tomamos café y durante la conversación hicieron surgir mi condición de profesor universitario y mi antiguo destino en la Dirección del Cardenal Cisneros. Fue fácil llegar a citar a Casado y a preguntarme sobre el interés mostrado por él desde la Comunidad. Era una conversación mantenida en la terraza de un bar con las connotaciones propias de un encuentro coloquial e informal, en los que se emplean términos y expresiones no demasiado cuidados. Grabaron la conversación sin que yo ni siquiera lo supiera y extrajeron de ella lo que les pareció mejor para, en una redacción pésima, dar la impresión de que a Casado le habían, poco menos, que regalado su título y que se había servido de la Comunidad para obtenerlo. Envié al diario El Mundo un escrito a modo de réplica, solicitando su publicación. Pero ni se publicó ni se me dio explicación alguna. Durante veinticuatro horas, muchos medios me pidieron información o me solicitaron una entrevista; atendí a todos los que pude.

Acudí después a un bufete para demandar al diario El Mundo y a algunos otros forjadores de ecos injuriosos hacia mí, generados por aquel. Pero al no ser más que el lamentable recurso de dos malos periodistas, como parecía también serlo el medio en el que escribían, renuncié a seguir el proceso. Dos días después, mi nombre desapareció de la actualidad.

Recientemente, con la propuesta de Enrique Arnaldo para el Tribunal Constitucional, ha reverdecido el brote, incidiendo en la "dudosa" (¿?) designación de un letrado de las Cortes, además de catedrático de Derecho Constitucional, para magistrado de ese Tribunal. No sé qué pasaría si a cada catedrático se le relacionara con cada uno de sus posibles alumnos o con cada uno de los que lo han sido donde aquellos ejercían. La prensa amarilla y los periodistas faltos de un mínimo sentido de la ética, no tendrían que preocuparse de ninguna otra cosa para sobrevivir profesionalmente.

alpedeva@telefonica.net

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