
NOTAS AL MARGEN
David Fernández
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Que el tiempo es relativo es un concepto que todos tenemos interiorizado sin saber muy bien las matemáticas de la afirmación. Y en estos días lo hemos podido observar con claridad y declaración de intenciones.
Con el acuerdo sobre la Verja, creo que la práctica totalidad de la sociedad campogibraltareña se ha alegrado por las consecuencias que algo como esa decisión pudiera generar en un futuro muy cercano. (¡Prosperidad, qué bonito nombre tienes!).
A la práctica totalidad de quienes no son campogibraltareños, tal acuerdo les importa lo que viene a ser una higa. Alguno hasta se preguntará “¿campodequé? Y despachará el asunto sin más disquisiciones.
Pero existe un colectivo de seres de luz que lo primero que han hecho ha sido reivindicar la españolidad del citado territorio y exigir su inmediata devolución, preferiblemente a su líder carismático disfrazado de soldado de los gloriosos tercios españoles, para mayor honra y pompa. Esos mismos que son herederos quienes en los últimos 60 reventaron laboral y sociológicamente nuestra Comarca, a la que regaron de promesas y de la que se olvidaron inmediatamente.
Lo curioso es que lo de Gibraltar sucedió hace más de 300 años. Primer dato.
Y cuando a esos mismos seres de luz les ponemos por delante hechos recientes de la Historia de España, como la existencia de decenas de miles de españoles sin identificar en cunetas, las violaciones, robos, asesinatos y saqueos, sin contemplaciones, sin piedad, sin justicia alguna, la esclavitud de miles y miles de compatriotas tras una guerra que iniciaron los seres de luz que veían amenazados sus privilegios, entonces ya sí –¡oh milagro de la ciencia!– son muchos años. En algunos casos los que lo padecieron aún están vivos y jamás han recibido justicia ni reparación, pero según ellos, son historias del abuelo Cebolleta que sólo sirven para dividir y no para generar armonía y buena vecindad para con ellos. Como si todos tuviéramos que ser teletubbies o algo así. Segundo dato.
Es decir, que si se me inflama el patrioterismo no hay tiempo que valga, pero si me piden derechos, de esos que se llaman humanos, entonces el tiempo es siempre excesivo, ¿no?
En definitiva: tres siglos reivindicando un peñón son patriotismo; ocho décadas pidiendo justicia son rencor.
Pero bueno, como yo soy de letras... ¡Ni caso y circulen! Y cuidado con las alabardas.
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