Alberto Rodríguez

argallego@europasur.com

La policía del agua

Me queda claro que se persigue que los apartamentos turísticos luzcan impecables con sus piscinas y jardines

Quizás sea un poco obtuso, pero no me entra en la cabeza. Los pantanos del Campo de Gibraltar tienen ahora algo menos de agua que el año pasado por estas mismas fechas. Tras un invierno en el que se han aplicado medidas de ahorro, que seguramente hayan permitido que la diferencia a la baja no sea tan abultada a base del esfuerzo colectivo de una inmensa mayoría, ahora se pretenden relajar las medidas.

A las puertas del verano volverá a permitirse el llenado de piscinas privadas. Justo cuando empieza la temporada de mayor consumo y evaporación; precisamente cuando ya no se esperan grandes lluvias hasta nadie sabe cuándo. Porque tiempo atrás era notorio que el Campo de Gibraltar tenía unos otoños e inviernos relativamente generosos en cuanto a lluvias que ahora, por mor del cambio climático, resultan bastante más impredecibles. Lo mismo en una semana cae agua suficiente para tres meses de consumo que lo mismo las nubes nos rehúyen durante varias semanas.

Las normas, especifican nuestras autoridades, obligan a que las piscinas tengan un sistema de recirculación y depuración del agua. Pero de muros para adentro, ¿quién controla? ¿Quién hace de policía del agua? Durante el tiempo de aplicación de las restricciones más severas he visto lavar coches dentro de los patios de las casas, regar el jardín como si no pasara nada y ahora, seguramente, más de uno llene una piscina de plástico prácticamente a diario para que sus niños chapoteen en casa.

Me queda claro que lo que se persigue es no perjudicar al turismo. Que los apartamentos con piscina y jardín puedan lucir impecables para la temporada, por encima del criterio de la previsión. Porque el turismo sigue siendo nuestra principal actividad económica y hay que preservarla cueste lo que cueste.

Así que, estimado campogibraltareño que ha estado llenando el cubo de la fregona con el agua fría antes de ducharse para ahorrar, sepa que ha hecho el lila. Ha ayudado a ahorrar la suficiente agua como para que las hordas de turistas que coparán los Air BnB puedan remojarse mientras usted casi se partía la crisma en el intento de sacar el cubo de la bañera.

El próximo otoño, posiblemente, vuelvan a plantearse restricciones. No hablaremos ya de ciclos de sequía, sino de restricciones cíclicas. Todo sea por el turismo.

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