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El pájaro y la páj ara

La aldaba

14 de mayo 2025 - 03:05

Quéandaluz es eso de decir de alguien que es un pájaro. O una pájara, que es como Pedro Sánchez define a su ministra de Defensa, la magistrada Margarita Robles, en los mensajes privados que se cruzó con el ministro Ábalos a finales de 2020, como publica el diario El Mundo. Ella, por cierto, tiene un puesto de trabajo al que retornar cuando sea cesada. O cuando el sanchismo se venga abajo. Ya debería haber cogido el camino de vuelta, pero el poder es un veneno que vuelve irreconocibles hasta a magistrados de antiguo prestigio como Marlaska, que se traga los marrones más graves y que aguanta más que la sábana de abajo con tal de no perder la posición. ¿Por qué habría de sentirse ofendida la pájara Robles? Un conocido y laureado andaluz comentaba recientemente que en la vida hay que saber tragarse sapos, por eso –reprocha– los periodistas no terminamos de entender ciertas actitudes. Quien afirma eso es porque se los ha debido tragar previamente, claro. Y pretende dar lecciones.

El caso es que nuestros ministros tragan y tragan. Si no te jamas los sapos es que no sirves para ejercer funciones en determinados ámbitos. Alguien que no come sapos es peligroso, poco dócil. Margarita Robles se sentó ayer en la mesa del Consejo de Ministros y se tragó que el presidente la haya puesto de pájara ante toda España. Pero ella es ministra por su dedo. A joderse, que diría Susana Díaz. Porque la vida es tragarse sapos. Hasta entre los pájaros de la política hay diferentes plumajes. La igualdad real no existe en ningún sitio. La política actual es un catálogo rico de avifauna. Hay desde gorriones hasta un pavo real, pasando por estorninos, cacatúas y algún colibrí. La difusión de los mensajes está la mar de bien porque demuestra que la bodeguilla de la Moncloa está en el servicio de mensajería de WhastaApp. Se larga en los teléfonos, no en los bares. Pierde el sector de la hostelería. Ser definida como una pájara tiene mucho de elogio. No es lo mismo ser una pájara que un ciclista que sufre una pájara, que se viene abajo y pierde las opciones de triunfo.

Bien sabe Rajoy, aficionado al ciclismo, que ha habido pájaras que han privado de ganar grandes competiciones. Pero que te pongan de pájara puede tener su pequeña cuota de reconocimiento de cierta listeza (que no de inteligencia). En cualquier caso es mejor ser un pájaro que un caradura, un pájaro que un tontucio, un pájaro que un enterado. El avieso Pablo Iglesias deseaba en sus mensajes azotar hasta sangrar a Mariló Montero. Sánchez tilda de pájara a su ministra. ¡Es más sutil! Si ya anunció en 2014 que suprimiría el Ministerio de Defensa. ¡Qué pájaro!

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