Odio en Torre Pacheco

Los demonios del odio se han liberado estos días en un pequeño municipio de la región de Murcia contra la población de origen migrante. Aunque ayer la llamada de los ultras a la “cacería” de migrantes se desinfló y acudieron menos personas que periodistas, controladas por un fuerte dispositivo policial, los hechos que se han venido sucediendo estos días atrás son suficientemente relevantes y serios para realizar algunas reflexiones.

La primera es que estos hechos no han sucedido al azar, sino que responden a un patrón preestablecido que desafortunadamente han tenido lugar en otras partes de Europa y los Estados Unidos. Sobre un incidente real pero menor y que normalmente se desconocen las circunstancias se dispara una catarata de bulos en las redes sociales que se propagan rápidamente en un caldo de cultivo irresponsablemente creado por fuerzas políticas extremas y no tan extremas que demonizan la migración. Lo cierto es que hasta ahora en España este tipo de incidentes eran extraordinariamente aislados en una sociedad abierta e inclusiva donde la integración y la normalización de la convivencia entre personas de orígenes diversos es la norma. Ahora la cuestión preocupante es si esos demonios del odio que han sembrado los fanáticos y alimentado los políticos irresponsables volverán a sus guaridas o sobrevolarán nuestra sociedad emponzoñando nuestras sociedades.

La verdad es que me confieso pesimista ante los profundos cambios en los canales de información y la propagación del veneno en las redes sociales sobre todo en nuestros jóvenes como acreditan las encuestas que se han publicado recientemente donde el voto a los fanáticos y a los agitadores se multiplica entre los más jóvenes. También es enormemente preocupante, en mi opinión, como la principal fuerza política de la oposición se ha escorado hacia el extremismo en materia migratoria en una estrategia de difícil comprensión y que por ahora sólo le ha garantizado el apoyo ultra para gobernar unas comunidades autónomas. Escenario sombrío en España, país resultante de mezclas de culturas y civilizaciones durante siglos y donde paradójicamente, con una sociedad muy envejecida nuestro futuro depende de flujos de migración que mantengan nuestra economía y aseguren nuestras pensiones.