Ocho millones

10 de julio 2025 - 03:06

Ocho millones de migrantes es la cifra de población de origen extranjero que una portavoz de un partido de extrema derecha en España ha anunciado que expulsará del país en caso de acceder al poder y tener la posibilidad de hacerlo.

En esa cifra no sólo incluyen migrantes que han accedido a España de forma irregular sino también ha mencionado expresamente a los de segunda generación, esto es, muchos nacidos ya en España e incluso con nacionalidad española. Lo cierto es que este pasado fin de semana el mencionado anuncio ha coincidido con el congreso del principal partido de la oposición en nuestro país, con posibilidades reales de acceder al Gobierno en el futuro, que ha dejado abierta la posibilidad de alianzas con la extrema derecha si necesita sus votos para gobernar, como lo ha hecho ya en algunas comunidades autónomas. Cuanto menos, ello obliga a realizar algunas reflexiones.

El anuncio de la expulsión de estos ocho millones de personas es tan disparatado que apenas necesita argumentos para justificar que es absolutamente irrealizable. De llevarse a cabo sectores enteros de nuestro sistema económico se paralizarían con un impacto severo en las cuentas públicas y en el funcionamiento ordinario de los servicios públicos con un importante riesgo de quiebra del sistema de pensiones. Pero, por otra parte, estas expulsiones son contrarias al ordenamiento jurídico. El Protocolo cuarto del Convenio Europeo de Derechos Humanos prohíbe expresamente las expulsiones masivas.

En España, como en los países de nuestro entorno europeo, cualquier expulsión, para ser legal, debe basarse en una decisión individual, fundamentada y concreta, basada en motivos previstos en la legislación, no basta una mera decisión política del Gobierno. Con todo, estos argumentos económicos y jurídicos no son los más importantes. España es un país cuya sociedad es el resultado de un largo y complejo proceso de mezcla de pueblos y culturas a lo largo de la historia.

En general nuestra sociedad es claramente abierta e inclusiva y forma parte de nuestra seña de identidad más allá de los torpes estereotipos de una historia burdamente falseada por los ultras. También fuimos pueblo de emigración ya sea por motivos políticos o económicos. El futuro de nuestra sociedad deriva de un proceso de inclusión que se enriquece con la diversidad.

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