Lotta Continua
Francisco Silvera
Tocado y hundido
Tocada, muy tocada. Esta es la situación de la pluriempleada María Jesús Montero: vicepresidenta primera del Gobierno, ministra de Hacienda, secretaria general del PSOE andaluz, candidata a la Junta de Andalucía, vicesecretaria general del PSOE y, sobre todo, báculo de Pedro Sánchez, un presidente que solo se mantiene en el cargo por puro instinto animal de supervivencia y por el pánico que siente el Partido Socialista, y la izquierda en general, a afrontar un postsanchismo que puede ser devastador. ¿Alguien de verdad cree que Adriana Lastra podrá tapar esta vía de agua?
Se nos vendió a María Jesús Montero como la apuesta del PSOE para su rearme en Andalucía frente a Juanma Moreno y su derecha sonriente (lo de ultra, por mucho que se empeñen algunos, no cuela con este presidente de anuncio navideño). Y todo ha sido un desastre. En primer lugar porque Montero aún no ha dado el paso más elemental para alguien que quiere presidir la Junta: residir y trabajar aquí. Ya ha llovido desde que, hace casi un año, fue proclamada secretaria general del PSOE de Andalucía. No todo se arregla con telemática, agendas de fin de semana y entrar con calzador en las inauguraciones y actos de lucimiento de los suyos en el sur. María Jesús Montero, además, ha intentado lo imposible: ser ministra de Hacienda y candidata blanquiverde en unos momentos en los que se sigue debatiendo la financiación de las comunidades autónomas y en la que su partido está dispuesto a dotar a Cataluña de privilegios fiscales que nunca serán bien vistos en Andalucía.
Una vez que el escándalo por los cribados del cáncer ha quedado reducido a sus justas dimensiones y que la Junta ha tomado medidas de calado para atajar el problema, la ilusión de darle un bocado electoral al PP ha quedado totalmente diluida. Hoy por hoy, el único que le puede hacer pupa en las urnas a Juanma Moreno es un Vox imparable en las encuestas.
Pero el problema principal de Montero no es todo lo dicho, sino su pertenencia al núcleo duro (durísimo) de un sanchismo en descomposición por los escándalos que afectan a la misma esencia del que dicen es su ADN: honradez en la gestión pública y feminismo (disculpen si apenas contengo la risa). Los últimos días han sido mortales para María Jesús Montero, con varias personas de su PSOE andaluz implicadas en asuntos de corrupción y acoso sexual. La líder de formas pasionarias está tocada, muy tocada... Y ya veremos si hundida.
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