La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Sobre los ideales y la libertad

Las grandes religiones forman parte del depósito permanente de los ideales y de la libertad humana

Releyendo hace unos días al gran sociólogo Daniel Bell (1919-2011) por mor de nuestros diarios encuentros en La ciudad y los días, di con esta cita subrayada (¡qué útil lo que escribimos y subrayamos –a lápiz, por supuesto– en los libros para guiarnos cuando ya empezamos a olvidar!): “Existe una connotación de la libertad que aparece en numerosas culturas y plantea la cuestión acerca del ideal en el funcionamiento de la sociedad. En la cultura hebrea se subraya la dignidad de la persona; la tradición griega resalta el ideal de la justicia; y la concepción cristiana, la igualdad de todos los hombres. Estos ideales no son el producto de ninguna evolución ni el desarrollo de ningún designio. Son elementos permanentes al menos desde hace 3.000 años. Se remontan a lo que Jaspers denominó la primera era, el primer milenio antes de Cristo, que presenció el surgimiento de las grandes religiones históricas: el budismo, el confucionismo, el hinduismo, el judaísmo y el cristianismo. Las grandes religiones históricas, en su núcleo, son y permanecen reconocibles. Y esto forma parte del depósito permanente de los ideales y de la libertad humana que deben alcanzarse en el transcurso de la historia”.

Se refiere Daniel Bell a la muy recomendable trilogía de Karl Jaspers Los grandes filósofos cuyo primer tomo es Los hombres decisivos: Sócrates, Buda, Confucio, Jesús. A ellos suma en el segundo Los fundadores del filosofara Platón, Agustín y Kant y en el tercero Los metafísicos que pensaron desde el origena Parménides, Anselmo, Spinoza o Lao-Tse, proponiendo una muy personal historia de la filosofía que toma en consideración, sin confundirlas, las aportaciones del pensamiento filosófico y religioso de Oriente y Occidente.

Las palabras de Bell me produjeron la euforia que la inteligencia no dogmática siempre produce y una cálida sensación de hermandad en las ideas, pero también una cierta melancolía al pensar en el acorralamiento de los considerados saberes inútiles en los planes de estudio, en una universidad puesta al servicio de la formación de individuos productivos para el mercado y en el generalizado desinterés hacia las grandes religiones históricas que, como afirma Bell en coincidencia con Jaspers, son parte del depósito permanente de los ideales y de la libertad humana. Y esto tiene mucho que ver con las vidas cotidianas de todos nosotros.

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