La guillotina

04 de agosto 2025 - 03:06

En estos días, en Francia, la patria de la guillotina, hemos observado cómo el señor Macron anunciaba bombo y platillo dos medidas de gran calado.

Por un lado aceptaba la sumisión al señor Naranja, aceptando ese absurdo 5% de mordida en sus presupuestos con el que la industria del armamento de los EEUU nutre su voracidad infinita a costa de muerte y destrucción, aunque eso son asuntos colaterales y nada personales.

Por otro lado, y como hay que sacarlo de algún sitio, anunciaba recortes de todo tipo, cómo no, en temas sociales, prestaciones sanitarias, jubilaciones, pérdida de derechos, educación… que curiosamente veían mermados sus dineros en la misma cuantía que se destinaba a comprar misiles, tirachinas de última generación y lujosas mansiones en Malibú.

Y tiene mandanga el tema, porque mientras tanto, en España, hemos llegado a una situación en que el político-cuñado de turno suelta la mayor chorrada sobre que van a recaudar más bajando impuestos (a los ricos, por supuesto) y nos lo creemos. O que para tener mejor nivel de vida tenemos que cobrar menos (los trabajadores de a pie, claro) y nos lo creemos. O la última imbecilidad, que los jubilados son el sector menos solidario del país y que las pensiones son una estafa piramidal… Y hay quien lo aplaude. A cascoporro los hay.

Se diga la chorrada que se diga, con tal de que dé soluciones de “móntelo usted mismo” a problemas súper complejos, a muchos les vale.

Recordemos que hace unos años, un alcalde de la Comunidad Valenciana dijo, en campaña electoral, que iba a llevar la playa a su pueblo, a más de 100 kilómetros de la costa y casi lo elevaron a los altares. Luego él mismo se tronchaba recordando la estolidez de sus vecinos, pero él repitió, oiga.

Sea como sea, los de a pie pagamos, los de arriba se forran (de nuevo) y encima se nos queda cara de imbéciles. Pero no importa, sigamos pensando que con menos salario se va a vivir mejor, que la tardanza en las listas de espera es mejor para atendernos antes, que con menos educación se vive mejor y, sobre todo, que la única forma de prosperar es entregárselo todo a la industria del armamento, ésa que alienta guerras y genocidios por ganar el último dólar.

La pena es que Francia desmontó sus guillotinas y España nunca compró.

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