No debiera pasar inadvertida la presencia de José María Bandera entre los artistas que, formando un elenco de excepcional calidad, actuaron hace unos días en Nueva York, a modo de homenaje a la figura de Paco de Lucía, uno de los españoles más universales de todos los tiempos.

En Paco se encontró el vértice de la convergencia del azar y de la necesidad con la voluntad de Dios. La casualidad de un entorno apropiado, la necesidad física de subsistir, de una familia numerosa con pocos recursos, y el don con que la Providencia dotó a ese muchacho de la calle San Francisco, en la que dos barrios populares de mucha solera, la Bajadilla y la Fuentenueva, se funden en el modo de ser algecireño.

El motivo de esta explosión de arte andaluz en Manhattan, era Paco, de Algeciras. Uno de los guitarristas de más fina hechura andaluza que intervinieron, era José María, también de Algeciras, y el promotor de la iniciativa gastronómica más eficiente y más noble que con el sello de España, se ha sembrado en Norteamérica, José Andrés, comparte su vida con Patricia Fernández de la Cruz Cánovas, igualmente de Algeciras. Para los que compartimos con ellos suelo y cielo, tal circunstancia debiera llenarnos de satisfacción y de orgullo.

En José María Bandera Sánchez confluyen dos sagas profundamente algecireñas y sus escuelas, la de su vida y la de su arte, se funden en una personalidad donde la bonhomía y la sensibilidad juegan a darse la mano. Como su tío Paco, el de Luzia Gomes, la portuguesa, aprendió con Antonio Sánchez Pecino, su abuelo materno, el padre de Paco, que supo ser maestro de unos pocos de los mejores guitarristas flamencos de todos los tiempos.

Un buen hombre, decía de él el gran Reyes Benítez, amigo de siempre, de ellos y de mucha más gente. Tuve el privilegio de tomar muchos cafés con Reyes en el Cabsy’s, y con Parra. Me contaba que Ignacio, el de Los Rosales, le encargaba los tapones de corcho a la medida de los toneles de Marqués de Real Tesoro que guardaba en la trastienda.

Pepe Bandera, el padre de José María forma parte de mis mejores recuerdos. Como yo, Pepe se crío junto a un bar con historia. El Bar Bandera hacía esquina con San Antonio en la calle Ancha. María Lucía, la madre de José María, era una mujer morena y guapa, que daba luz al paseo de la tarde de los sábados. José María, como su tío Paco, disfruta tocando y se le nota. Como se le nota a la guitarra, estar a gusto en sus manos.

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