Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Ultramar
Afinales de octubre se ha celebrado en Mollina (Málaga) el I Congreso Internacional sobre la Desbandá. En tres intensas jornadas se han expuesto testimonios y los resultados que las investigaciones sacan a la luz, dando forma al relato de unos hechos que conformaron un verdadero genocidio sobre la población civil que, procedente de Málaga, pero también de otras muchas zonas de Andalucía, como la serranía de Ronda y el Campo de Gibraltar, huían andando los 200 kilómetros que separan a la capital malacitana de Almería. El motivo era la llegada del ejército rebelde, arengado por la siniestra voz radiofónica de Queipo de Llano. En su desesperada fuga fueron sistemáticamente cañoneados por los barcos desde el mar, bombardeados desde el aire por la aviación y atacados desde tierra por tropas, fascistas, nazis y franquistas.
Eran los primeros días de febrero de 1937 y desde hace unos años, la Asociación Cultural la Desbandá recorre esa ruta del terror para evitar que esos crímenes, que jamás fueron juzgados, se olviden y para que el dolor de las víctimas sea recordado y reivindicado. Hay una doble muerte, cuando las tierras de las cunetas de la carretera de Málaga a Almería las envuelve también en el olvido.
Ese mismo fin de semana, en el cementerio de Jimena, se dio digna sepultura a los cuerpos de 19 personas asesinadas en la guerra de España y que habían permanecido tirados en una fosa. Sus familias han podido alcanzar el consuelo de saber dónde estaban sus seres queridos y empezar a cerrar heridas.
En la misma fecha, un nutrido grupo ha hecho la ruta de las recoveras, caminando los 50 kilómetros que distan desde Casares hasta la Verja con Gibraltar, siguiendo los senderos que, en su mayoría mujeres -muchas de ellas viudas y huérfanas de la guerra- hacían en los duros años que siguieron al conflicto. Cargando con pesados bultos, intercambiaban productos del campo por los que solo llegaban a la Roca.
Todo esto, por otro lado, ha coincidido con las conmemoraciones que diferentes administraciones y colectivos han organizado para señalar la fecha del 31 de octubre como el día para el recuerdo de las víctimas del franquismo y, como colofón, la salida de Queipo y Bohórquez de la Macarena.
Han sido jornadas de recuperación memorialista, de acercarse a la historia de nuestro pasado más negro y, a un tiempo, hacerlo sensible. Pero aún queda mucho por hacer, para llegar a comprender el presente es necesario conocer el pasado y esto solo se logrará cuando la verdad se patentice y se haga la reparación que el tiempo todavía permita; porque la justicia, esa dama de la balanza, está llegando con mucho retraso.
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