07 de enero 2025 - 03:05

Existen maldades de todo tipo. Mejor, conductas perversas que siempre van encaminadas al éxito individual o de un grupo con comportamientos mafiosos. El egoísmo, el estar por encima de los demás y el engaño dirigen y presiden la vida de algunos, tal vez demasiados, humanos. Todo lo peor, incluido el asesinato, se justifica en base a la necesidad del éxito, en función del negocio. La avaricia aparece como la práctica más cruel. No siempre produce muertes físicas, pero sí muchas muertes civiles. Personas que deambulan buscando la dignidad que les han robado por ser pobres.

Que le pregunten al colectivo de personas migrantes con qué tipejos se han ido encontrado en su larga y sufriente estancia inicial en este país. Sucede que en las mayores pobrezas también hay negocios inusitados para algunos desaprensivos.

Ejemplo: ¿Cuánto cuesta alquilar hoy una habitación de mala muerte a españoles y extranjeros? Empezó costando 150 euros y hoy alcanza más de los 300 euros sin contrato ni nada de nada. ¿Cuánto cuesta que alguien te empadrone, algo que debería ir incluido en el alquiler de la habitación? Está rondando ya los 1.000 euros. La gente que hemos empadronado a extranjeros estamos en el punto de mira de la Policía Nacional con perversas excusas. ¿Cuánto cuesta que alguien te consiga una cita para pedir asilo? Ya está alcanzando la cifra de 500 euros. Llamas a un teléfono te atiende una señora y, si le mandas el dinero, a los pocos días tienes cita. ¿Cómo es posible? Pues así es.

En esta situación estamos. Las investigaciones van contra nosotros y no contra los autores de tamañas ilegalidades que explotan a quien menos tienen. La avaricia lo llena todo, parece que es el pensamiento más extendido en todas las clases sociales.

Mientas tanto, debemos seguir luchando para que la estancia en esta tierra de tantos hombres y mujeres sea más amable, más justa, más pacífica.

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