CAMPO CHICO

Alberto Pérez De Vargas

Almudena y El Palas

08 de agosto 2010 - 01:00

MANOLO "El Palas" era un sepulturero del viejo cementerio de la Algeciras de los años anteriores a los primeros ochenta. Analfabeto, de pocas palabras y descuidado de sí mismo, se servía de unas uñas largas y sucias para tocar la guitarra flamenca como los ángeles y no podía leer una partitura porque no sabía solfeo. Almudena era una madrileñita de ocho años a la que Los Reyes le habían puesto una guitarra pocos meses antes de que su padre alquilara una casa en Algeciras para pasar los veranos. Los duendes se aliaron con las circunstancias para que nuestra amiguita pudiera aprender a tocar guiada por el instinto y el genio de Manolo. Juntos se pusieron a andar el camino y durante años, los veranos de Almudena se unieron a los del maestro llenando unas cuantas horas de guitarra, un instrumento musical que parece tener su trono en Algeciras.

Almudena llegó a mujer mientras aprendía con su guitarra y lo hacía tan bien que cuando tenía diecisiete años podía interpretar algunas de las composiciones de "otro genio algecireño", Paco de Lucía. Por entonces, Manolo el enterrador que solía tocar después de haber dado sepultura al paisano de turno, se puso malo y nunca ya se recuperaría del todo ni volvería a dar clase a nuestra amiga. Dicen que "El Palas" murió hace más o menos un lustro quedando su recuerdo para siempre prendido en la memoria de su joven alumna.

Como Almudena no dormía la siesta, pasaba las primeras horas de la tarde escuchando la radio. Aquel verano de sus diecisiete años supo que en Radio Algeciras necesitaban un refuerzo, se presentó y la seleccionaron. Buscaban a alguien que supiera de cantes y de cantaores y Almudena, además de su buena dicción y de su buen castellano, sabía un montón de ese asunto del que tanto le había enseñado su maestro. La experiencia fue fascinante, se enamoró de la radio y pensó por primera vez en su vida, en ser periodista.

Almudena Ariza estudió periodismo y en 1989 ingresó en los informativos de TVE. Después llegó "Informe Semanal" y su consagración en la vanguardia del reporterismo. Esta excelente profesional, madre de dos hijos, recorre desde hace unos años lugares de alta conflictividad y nos cuenta desde ellos el terrible día a día de los conflictos, de la guerra y de los pozos de miseria de nuestro mundo. Algeciras ha debido de quedarse en su corazón y seguro que es por eso que escribió el bello relato del que he extraído esta historia en la que probablemente hay más imaginación literaria que realidad. El relato cayó en manos de mi amigo de vida, Paco Moya, cuando leía la revista "Navegante" en un barco de Transmediterránea, y me lo envió. Ojalá que haya podido trasmitir algo de su extraordinaria belleza.

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