Carmen Pérez

El papel del euro en el mundo

Tribuna Económica

14 de junio 2024 - 00:30

Observa la importancia de una moneda concreta y podrás estimar qué poder tiene en el mundo el país que la acuña. Así, el protagonismo indiscutible del dólar va unido a la primacía de la economía estadounidense desde hace décadas. Le siguen, en importancia y a distancia, el euro, la libra y el yen, por ese orden. Sin embargo, las cosas están cambiando. Determinados países están buscando, incluso actuando de forma conjunta, que este sistema monetario actual se fragmente para que sus monedas adquieran una relevancia acorde a la mayor importancia de sus economías. En medio de estos movimientos geopolíticos, nuestro euro puede perder su segundo puesto en favor del renminbi (yuan) chino.

La participación estimada del euro en el uso de moneda internacional se sitúa en más del 19%, un nivel que se ha mantenido prácticamente estable durante los últimos cinco años, resistiendo a la pandemia de coronavirus, la guerra de Rusia en Ucrania y el conflicto en Oriente Medio. Pero el auge de China y su papel cada vez más importante en el comercio mundial están fomentando el uso de su moneda, compitiendo con el euro para convertirse en la segunda moneda más utilizada. Y no sólo es China la que lucha por mejorar su moneda.

Estos países para conseguir este objetivo están creando plataformas separadas como alternativas a las infraestructuras globales existentes para canalizar los pagos internacionales. Así, China, Irán y Rusia han creado sus propios sistemas de mensajería de pagos transfronterizos, mientras que los miembros de BRICS han comenzado a discutir una plataforma “puente” para vincular pagos y liquidaciones digitales. Otra vía paralela de actuación es la acumulación de oro por parte de sus bancos centrales, para incrementar la credibilidad de sus monedas.

Ante esta situación, esta semana, Piero Cipollone, miembro del Banco Central Europeo, en el artículo Why Europe must safeguard its global currency status, publicado esta semana, explica qué debería hacerse para mantener el estatus del euro.

La primera idea que se extrae de su discurso es la necesidad de mejorar la conectividad con los socios clave. Se trata de interconectar la infraestructura de la zona del euro con sistemas de pago rápido en otras jurisdicciones, ya sea a través de vínculos bilaterales o conectándose a una plataforma multilateral común. Esto, además, podría allanar el camino para que las monedas digitales de los bancos centrales se utilicen para realizar pagos transfronterizos en el futuro.

La segunda idea es que hay que fomentar la confianza en el euro. Esto se logra mediante la estabilidad de los precios y con políticas económicas sólidas, pero también con un eficiente mercado de deuda pública en euros, respaldado con infraestructuras resistentes. Y para mejorar la liquidez, habría que proporcionar un conjunto más amplio de bonos públicos, acentuando la dimensión fiscal de la unión económica y monetaria de la UE.

En definitiva, e interpretando libremente, intensificar la unión interior –más Europa–, comportándonos cada vez más como si fuéramos un único país, e intensificar la unión exterior, uniéndonos más con los países aliados, esto es, con los de “nuestro bloque”.

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