Ojalá existiera lo de la OTI
El mando sucio de la TV
No se necesitan muchas evidencias para percibr la hemorragia de degradación democrática en Estados Unidos en esta segunda era de Trump. Era su intención y nunca lo ha ocultado: actuar de manera totalitaria por el bien de su imperio y aniquilar todo lo que es crítica, incomodidad, oposición a sus intereses privados. Estamos girando la manivela a un siglo atrás y la mesura y la tolerancia son la grandes víctimas de este movimiento telúrico.
La eliminación por las bravas del noctámbulo Jimmy Kimmel es el último peldaño de una escalera que prosigue a un abismo sucio. Kimmel no dijo nada del otro mundo, pero da igual. Hubiera sido este lunes o dentro de un mes. La cancelación del late-show de la ABC prosigue al cierre en diferido del programa de Colbert, en la CBS, y el señalamiento del propio Donald Trump a los programas de la NBC (Jimmy Fallon). De una tacada se carga el nido más rebelde de la pantalla del entretenimiento, franja crítica con humor, para ir a por peces más gordos con la pérdida de licencias de emisión.
Trump y su brazo ejecutor por lo mediático, Brendan Carr, están centrados en tener una televisión dócil y tan plana como las pantallas. Aprovechan la debilidad financiera de las grandes cadenas. A corto plazo, el bombardeo a la prensa escrita crítica mientras las redes están invadidas con éxito.
Europa, tan dividida y amenazada, con un periodismo tan débil y polarizado amasado por la política, la hemos convertido en una diana fácil y vulnerable.
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