¿Dios...?

Quién no ha dudado? ¿Quién no se ha olvidado de Dios alguna vez? La vida transcurre día a día y, de pronto, nos preguntamos donde está Dios o si es una quimera inventada. A veces nos liberamos de su existencia para disponer a nuestro capricho sin condicionamiento alguno de lo que queremos o de lo que hacemos. No nos bastan los siglos de historia de la humanidad ni el cielo cuajado de estrellas allá arriba.

Si tenemos sed, es que existe el agua. Si queremos comer es que existe el pan. Son simples conjeturas, pero reales. Y además cuando contemplamos el cielo estrellado y nos sumergimos en las galaxias cuajadas de millones de estrellas, ¿quién ha hecho todo ello? ¿Es simplemente que nacieron de la nada?

Hace poco estuve leyendo la historia de Sócrates, el gran filósofo griego. Le acusaron de pervertir a los jóvenes porque les enseñaba el saber y la virtud, el amor y la verdad y se oponía a pensamientos indiscutibles. Les decía que no solo había que pensar en los dioses, había que tener virtudes humanas, ser solidarios, honrados y trabajadores. Y las autoridades griegas le condenaron a muerte. Lo más hermoso: estaba rodeado de sus discípulos cuando iba a morir y les dijo: “no lloréis por mí, cuando muera, solo se separará del cuerpo mi alma y esta vivirá eternamente”. Yo me acuerdo de Sócrates y pienso que nuestra alma va a vivir eternamente, nuestra vida es corta un trocito de una línea infinita. Y esta debe ser recta y buena.

Y pienso en Jesucristo. Y después de leer mucha historia a la soy muy aficionado, no encuentro un hombre tan integro, tan bueno, tan solidario y heroico en su quehacer extraordinario. Ni el Mío Cid, ni César, ni Napoleón, ni Darwin, Mahoma, Buda, Platón, Shakespeare, Gaudí….le llegan al talón. Y siendo hijo de Dios, le mataron crucificándolo.

¿Dios existe? Necesariamente ha de existir. Y, con un poder inmenso, tan inmenso que sabe de cada uno de nosotros y en cada momento. Y lo más importante que luego cuando nuestras almas liberadas y eternas, será quien domine en el más allá.

Le pregunto a mi nieta Begoña qué opina de Dios. Y me responde “que es bueno, que la está esperando y que perdona a todo el mundo”. Fíjate, así opina una muchacha en plena juventud y que vive su vida intensamente. ¿Y tú, amigo mío, qué opinas de Dios? No me quiero meter en tu vida, ni soy cura ni filósofo, una persona como tú, que como decía antes, me pregunto alguna vez sobre Dios.

PD/ Y como lo del agua….si tengo sed, lógicamente deberá existir el agua. Y adjudicándome el proverbio: necesito a Dios porque nada en el mundo colma mis deseos ni las ansias de mi alma. Y en esta corta de la existencia de mi alma, quiero estar los millones de tiempo que he de vivir con mis seres queridos y mis amigos y con Dios. No me basta como a mi amigo, que quiere le incineren y echen las cenizas al pie de un olivo, para con el tiempo ser parte del mismo olivo.