Nueva medicina, nuevo sistema

Hay que reorganizar servicios para alinearse con los avances

Acabamos de conocer que la inteligencia artificial de Google predice la estructura de todas las proteínas conocidas y abre un nuevo panorama para la ciencia. Esto implica resolver mediante un algoritmo uno de los mayores problemas de la biología actual al calcular la forma de 200 millones de moléculas, algunas de ellas esenciales para entender enfermedades tan relevantes como el alzhéimer o el párkinson.

Es un avance de un potencial inmenso que pone de manifiesto que, en muy pocos años, habrá alumbrado una nueva medicina, capaz de perfilar con enorme precisión la causa de muchas enfermedades y, con ello, se irá abriendo un nuevo escenario de posibilidades para la aparición de nuevos fármacos capaces de curar definitivamente muchas de estas enfermedades. Las consecuencias muy probablemente serán una mayor calidad de vida y un aumento de la esperanza de vida. A descubrimientos como este se suma el descifrado del genoma humano, la medicina genética y la aplicación de la inteligencia artificial en el ámbito de la salud.

Una medicina personalizada y predictiva se abre paso de manera paulatina e imparable y está generando nuevas respuestas para ser capaces de disponer de diagnósticos más precisos y tratamientos más efectivos. No es ciencia ficción. Son avances tangibles que comienzan a poner en manos de los sistemas de salud nuevas herramientas hacia una sanidad de calidad. Y es que la calidad asistencial es un concepto que continuamente se renueva como consecuencia de los avances científicos. Esta nueva medicina abre muchas expectativas y requiere una adaptación de los sistemas sanitarios para continuar ofreciendo equidad y calidad. En este objetivo creo que se deben sentir interpelados diferentes ámbitos institucionales.

La universidad tiene que reforzar sus mecanismos para incorporar con agilidad las novedades en sus programas formativos con una capacidad de adaptación que responda a la velocidad con la que aparecen y se desarrollan innovaciones científicas de manera continua. Y en el posgrado, las sociedades científicas y profesionales así como las administraciones públicas deben intensificar el desarrollo de una formación continua de calidad, con la correspondiente acreditación que ofrezca garantías para una recertificación de los profesionales capaz de dar seguridad a la sociedad.

Las administraciones sanitarias con el Ministerio de Sanidad al frente, deben reorganizar los sistemas de salud y en muchos casos los servicios clínicos y los equipos multidisciplinares para ofrecer calidad alineando su oferta a los nuevos avances. En algunos casos ello supone una modificación y ampliación de la cartera de servicios para que las innovaciones relevantes formen parte del paquete de derechos de la ciudadanía, algo que es clave para la equidad de los sistemas. Desde las instituciones del Estado hay que trabajar para que se asegure la adecuada evaluación y acreditación de las nuevas tecnologías. Ello debiera conllevar una ampliación de competencias de organismos como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y de la red de agencias de evaluación de tecnologías sanitarias.

Como vemos, queda por delante una tarea impresionante y apasionante. Lo que si es cierto es que con la sola inercia y sin intervenir, el sistema se quedaría viejo y obsoleto. Trabajar por reforzarlo y adaptarlo a la ciencia, es algo de vital importancia.

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