Vila-Sanjuán y el enigma que esconden las ciudades

El escritor reflexiona en ‘Misterio en el Barrio Gótico’, la novela con la que ganó el Premio Fernando Lara, sobre el peso de la Historia y la leyenda en el urbanismo.

Generación a la intemperie

El narrador y periodista Sergio Vila-Sanjuán, fotografiado en los tejados de la Catedral de su Barcelona natal.
El narrador y periodista Sergio Vila-Sanjuán, fotografiado en los tejados de la Catedral de su Barcelona natal. / Javier Ocaña
Braulio Ortiz

05 de agosto 2025 - 06:30

“Para Víctor, el Barrio Gótico constituía una de las referencias más claras en su visión histórica de la metrópolis que le había visto nacer. Lo había recorrido de pequeño de la mano de sus padres, juntos o por separado, que le habían relatado la historia de algunos de sus edificios. Aquel pétreo bloque arquitectónico en el corazón de la ciudad antigua imprimía una envergadura colosal, un peso indescriptible, a su memoria urbana. Barcelona, sí, la capital con un pasado brillante, medieval, grácil, luminoso y a la vez sombrío, gótico. Por mucho que la modernidad y la globalización hubieran revolucionado la vida de la urbe y de sus habitantes, aquellas calles, palacios y templos siempre estaban allí como un recuerdo de todo lo que es anterior, bello e inmutable”.

Misterio en el Barrio Gótico, la novela por la que el periodista y escritor Sergio Vila-Sanjuán recogió el pasado mayo en Sevilla el Premio Fernando Lara, que publica la editorial Planeta y patrocina la Fundación Axa, homenajea algunos de los rincones más emblemáticos de la capital catalana. “Creo que hasta ahora el Barrio Gótico no había sido protagonista de una ficción. Había sido abordado de forma tangencial, pero no había una novela sobre qué significa exactamente un enclave como este”, cuenta Vila-Sanjuán, que urde una intriga con enigmas históricos para preguntarse por cuestiones ligadas al presente:qué peajes pagan las ciudades con el fin de perpetuar su propia leyenda y seguir seduciendo al visitante; cuánto hay de auténtico y cuánto de artificio en ese monumental decorado. “Aporto una visión de 2025. Cualquier obra que sale en el momento actual recupera lo que ha habido antes, pero también da un pasito adelante. Y yo quería dar ese paso”, asegura este reconocido periodista cultural, que hace unas semanas realizó junto a otros colegas de profesión una ruta por los escenarios más destacados de su libro.

Víctor Balmoral, el protagonista de Misterio en el Barrio Gótico, como Vila-Sanjuán un plumilla veterano, empieza a recibir unas cartas anónimas planteadas como jeroglíficos que debe resolver, al mismo tiempo que empiezan a aparecer cadáveres en esa ciudad imponente. Balmoral, que es también “un detective de las vidas” que “reconstruye trayectorias” y que acepta investigar la desaparición de una mujer ocurrida hace décadas, sirve de guía para una Barcelona plural en la que los apartamentos de alto standing y los turistas con gran poder adquisitivo o las instituciones cargadas de Historia conviven con “gente en situaciones problemáticas y otra gente que intenta ayudar al prójimo. Quise incorporar un comedor social que conozco, sin intención de hacer una novela realista, porque Barcelona es esto: hombres y mujeres que conocen la pobreza, que pelean por salir a flote en el día a día, pero también sitios como el Círculo del Liceo o la Real Academia de Buenas Letras, que aportan el peso del pasado, su importancia cultural y cierto refinamiento que también es parte de la vida, y de Barcelona. He intentado jugar cartas diferentes en este libro”.

El libro se pregunta “qué hay de verdad y qué de artificio” en el esplendor del Barrio Gótico

El Palacio de Requesens, sede de la Real Academia de Buenas Letras, “la Academia cultural más antigua de España, que nace décadas antes que la RAE”, refleja en opinión de Vila-Sanjuán el empeño de “una serie de personajes influyentes de Barcelona” que a principios del siglo XX procuraron mantener ese hechizo medieval que desprendía el barrio. “Vieron que en esta zona había edificios góticos fabulosos, mezclados con otros que no valían gran cosa, y pensaron que si derribaban los últimos y restauraban los que se podían restaurar con ciertos criterios se podía crear toda una zona urbana de atmósfera gótica”, expone el narrador. El Palacio Requesens recobró su esplendor en su totalidad gracias a una reinvención parcial. “Hoy la mitad es muy auténtico y la mitad es restaurado. Esto ocurre con muchos sitios que se visitan en el Barrio Gótico”, argumenta Vila-Sanjuán sobre un inmueble que entre otros atractivos recrea el despacho de Martín de Riquer y alberga una copia del “más célebre retrato femenino renacentista después de la Mona Lisa”, en el que Rafael y Giulio Romano inmortalizaron a Isabel de Requesens.

Una breve caminata desde la Academia lleva al Pont del Bisbe, o Puente del Obispo. La estructura que conecta la Casa de los Canónigos con el que hoy es el Palacio la Generalitat, uno de los escenarios de la novela, puede considerarse el símbolo más evidente de esa intervención que se llevó a cabo en el Barrio Gótico hace un siglo. “Parece una joya medieval pero se construyó con vistas a la Exposición Universal del 29: ya se piensa en un espacio atractivo para el turismo, con el apoyo del Ayuntamiento de la ciudad y del Gobierno”, analiza Vila-Sanjuán, que recuerda que en su infancia le contaban “que los clérigos escapaban por ese puente para llevar una vida disoluta, algo que evidentemente era falso”.

El ganador del Premio Nadal en 2013 por Estaba en el aire creció dando por ciertas otras leyendas que llegaban a sus oídos. En la Plaza de San Felipe Neri, la aviación italiana descargó en 1938 una bomba “que mató a unas 40 personas, entre ellas bastantes niños”, rememora Vila-Sanjuán. “Pero cuando yo era pequeño me decían que la metralla que había en la fachada de la iglesia era de los fusilamientos que los rojos hacían a los curas del Barrio Gótico... La versión que se extiende en los años 40 y 50 estaba en las antípodas de la realidad”.

El autor, el pasado mayo en el Alcázar de Sevilla, donde recibió el Premio Fernando Lara de Novela.
El autor, el pasado mayo en el Alcázar de Sevilla, donde recibió el Premio Fernando Lara de Novela. / Juan Carlos Vázquez

Esa adulteración impregna también el urbanismo de San Felipe Neri. “Como la plaza queda tan demolida se aplica el criterio de reconstrucción gótica que ya hemos visto en otras zonas. Los arquitectos municipales cogieron casas enteras que estaban guardadas en los almacenes municipales, con las piedras numeradas, y las trajeron para reconstruirlas aquí como si hubiesen estado toda la vida”, relata el escritor ante un lugar donde abunda la “fantasía historizante. Podríamos pensar que la fuente que hay en medio de la plaza tiene la edad del Quijote, pero fue construida en 1963, contemporánea de los Beatles, aunque se hizo en otra clave. ¿Vale la pena una reconstrucción así? ¿Es una manipulación del pasado? Son preguntas que se hacen el libro”. Más tarde, en un almuerzo con la prensa, el novelista se mostrará partidario de las medidas tomadas: “Hay quien dirá que el Barrio Gótico no es auténtico, ¿pero qué hay en la vida que se conserve intacto?”.

Vila-Sanjuán recoge en Misterio en el Barrio Gótico algunos episodios llamativos en la Historia de Barcelona: en esas calles sufrió un atentado Fernando el Católico, y Carlos I, que vivió durante dos años en tierras catalanas, trajo a la ciudad “un esplendor nunca visto”. Pero el autor, que detalla con entusiasmo cómo en el Ayuntamiento barcelonés, a finales del siglo XIV, “se celebraron los que yo creo que son los primeros concursos literarios que se hacen en España, los Juegos Florales”, no sucumbe a la nostalgia de antiguas gestas ni defiende que cualquier tiempo pasado fue mejor. “A mí me interesa el mundo de ayer, pero más el mundo de mañana, lo que tiene que venir”, afirma. “Lo que me gustaría es que el futuro de Barcelona tenga el grado de intensidad de algunos momentos de la Barcelona que yo he vivido. Aunque yo era adolescente, está claro que la ciudad de los años 60 y de la gauche divine fue un tiempo muy creativo, que dio mucho a la ciudad, y que en ciertos aspectos no hemos podido emular. También viví la ilusión preolímpica, la Barcelona del diseño, de los años 80, en que se reformuló la estética y el urbanismo, y esa fue otra etapa estimulante. Barcelona tiene capacidad suficiente para enfilar otro momento de estas características”.

“A mí me interesa el mundo de ayer, pero más el mundo de mañana, lo que tiene que venir”, dice el autor

La subtrama de “una madre hippie que desapareció y una hija que quiere encontrarla” ha permitido a Vila-Sanjuán “retratar a personas de mi edad, dar una imagen de lo que fueron las aspiraciones y los éxitos o fracasos de los que hoy tenemos sesenta y tantos. Hay quienes mantenemos la curiosidad, otros se quedaron en el camino”, observa el periodista. Un personaje hace un balance más amargo: “Con los años me voy encontrando a mucho depresivo y mucha fracasada, quizás las expectativas eran excesivas. Y sobre todo me encuentro mucha vida gris”.

Vila-Sanjuán, que entre la galería de personajes que ha diseñado retrata con cariño a la alcaldesa de la ciudad, una tal Berta Vives en la que no es difícil hallar similitudes con el perfil de Ada Colau, se alegra de haber ganado un premio, el Fernando Lara, que inauguró Terenci Moix, al que evoca también con aprecio. “Fue una figura importantísima en mi vida. Yo tenía 13 años cuando leí El día que murió Marilyn, y ese libro me marcó. Le escribí una carta sentimental y emocionada a Moix y naturalmente él no me contestó. Con el tiempo nos hicimos amigos, y un día me dijo: ‘Aún guardo esa carta que me escribiste’. Yo le reproché entre risas que saberlo de adulto ya no me aportaba nada, que tenía que haberme contestado cuando se la mandé. Entonces habría hecho más por mí”.

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