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Un viejo asunto aún adolescente

  • Silvia Cruz Lapeña propone una amena y rigurosa aproximación al mundo del flamenco en 'Crónica jonda', un libro que presenta hoy en Sevilla

La periodista Silvia Cruz Lapeña (Barcelona, 1978) comparte vivencias y testimonios del flamenco en su primer libro.

La periodista Silvia Cruz Lapeña (Barcelona, 1978) comparte vivencias y testimonios del flamenco en su primer libro. / alberto gamazo

En sus últimos años, Paco de Lucía había decidido que su pescado favorito era el boquinete, un ejemplar que no puede capturarse desde la superficie, que habita en los fondos marinos y sólo se aprehende mediante el buceo. En el perfil del guitarrista algecireño que abre Crónica jonda, el libro de la periodista Silvia Cruz Lapeña que edita Libros del K.O. y que la autora presenta hoy a las 20:30 en Casa Tomada junto a la colaboradora de Diario de Sevilla Sara Arguijo, se suceden los detalles íntimos de la vida del maestro: las corazonadas que albergaba sobre su hermano Camarón, el remordimiento por creer que había sido un mal padre. A pesar de la emoción que desprende ese texto, la autora no llegó a entrevistar al tocaor antes de su muerte; simplemente reparó en que en los obituarios "siempre hablaban los demás, no se utilizaban frases y confesiones que habían salido de su boca", y ella decidió oír la voz de ese hombre callado que parecía expresarse únicamente con su instrumento.

El arranque es una de las muchas singularidades de Crónica jonda, el libro sobre flamenco que su creadora, periodista freelance, "buscaba y no conseguía leer, y por eso escribí", un viaje tan sentimental y ameno como riguroso en el que Cruz Lapeña comparte, en primera persona, sus experiencias en la materia lejos de la erudición elitista de otros investigadores. La pasión se prendió en Baena, Córdoba, donde esta barcelonesa del 78 pasó su infancia y oyó por primera vez unos tientos con los que creyó "que el suelo iba a abrirse bajo mis pies"; después, el recorrido lleva al lector a otros escenarios como Sevilla, Jerez, La Unión, Barcelona o la Bienal de Flamenco de los Países Bajos.

Una road movie en la que la autora se apoya en vivencias y testimonios para cuestionar algunos estereotipos ligados a lo jondo. Entre sus impresiones, Cruz Lapeña admite que el flamenco es machista, sí, pero "tanto como el país en el que vivimos", dice esta cronista que hoy también participa en el Congreso para el estudio de la violencia contra las mujeres. En sus páginas relata la historia de La Chana, con una pareja que "le dio muchos palos y le impidió bailar en el Madison Square Garden", pero también episodios más recientes, como el rechazo que sintió la percusionista Marta Orive en una peña cuando le dijeron que cogiera el cajón y se fuera. "Notas ese machismo en muchas situaciones", prosigue la escritora, "cuando vas a un festival a trabajar y te preguntan que qué haces sola. Y lo triste es que algunas de esas observaciones vienen de gente joven", lamenta.

Para la especialista, lo afirma en Crónica jonda a raíz de un deslumbrante concierto de Dorantes y Renaud García-Fons, "quien dice que el flamenco es cosa de viejos y antiguos no lo ha entendido: es un arte eternamente adolescente". Ya en persona, Cruz Lapeña ahonda en esa impresión: "Paco de Lucía y Camarón, por ejemplo, hacían muchas travesuras en su vida personal, como si los artistas no crecieran del todo, como si al haber empezado a trabajar a una edad muy temprana tuvieran luego que suplir esas carencias", opina.

En ese territorio de libertad y juego los bailaores parecen tenerlo más fácil, argumenta Cruz Lapeña, que considera que la audacia de Israel Galván y Rocío Molina es menos discutida que la de figuras del cante como Rocío Márquez. "En el baile no existe esa biblia que escribieron Antonio Mairena y Ricardo Molinapara el cante [Mundo y formas del cante flamenco], y ocurre también que los críticos saben menos de danza contemporánea...", señala.

Aunque para la autora el periodismo consiste en no colocarse "ni demasiado cerca ni demasiado lejos", no oculta su admiración por Mayte Martín, a la que recuerda en una entrevista de cinco horas en la que la cantaora fue venciendo su timidez. Martín forma parte del bloque que Cruz Lapeña dedica al Festival de Cante de las Minas de La Unión -una localidad que "literalmente huele a azufre"- y está entre los maestros que desfilan por el libro. Referentes que escapan a lo previsible, como Bobote, que le confesó a Cruz Lapeña que descreía del duende y que él siempre había querido "ser roquero".

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