Cultura

No hay secretos para Ana Belén

  • La poliédrica madrileña, elegante como siempre, acuna en San Roque sus nuevas y viejas canciones

Resulta impecable el control con el que maneja Ana Belén su voz, que está pletórica, y elegante como siempre. El escenario no tiene secretos para la madrileña, que dominó el concierto que ofreció anoche en San Roque como lo hace con su garganta. Fue un trabajo súper profesional, un recital limpio y una actuación en la que no se salió de la línea como no se salió de una nota. Aunque pueda parecer paradójico, quizá demasiado correcto. No defraudó a nadie, pero no terminó de emocionar.

Como el valor a un soldado, con Ana Belén la seducción viene de fábrica. El teatro Juan Luis Galiardo se llenó con un público maduro. La mirada de muchos revelaba que esta gran dama les ha acompañado durante años. A todos estos fieles probablemente les agarró el pellizco, difícilmente evitable cuando emerge la armónica que da paso a El hombre del piano. Pero en general faltó que la madrileña arramplara en alguna ocasión el atril con el que deshojó el repertorio para desgranar sus temas abriéndolos en canal. Faltó que no se notara tanto que estaba más que diseñado de antemano que la protagonista se sentara en un baúl que formaba la puesta en escena para entonar el Qué será.

Es Ana Belén poliédrica desde que alcanza la memoria y anoche lo demostró en las tablas de la Alameda. No sólo canta, también actúa e interpreta cada una de las estrofas que le regalan gente como Sabina, "un maestro" con el que hace muy buen equipo. No paró toda la noche María del Pilar de poner en un altar a los compositores. Las letras de su último disco, el de la gira que la trajo al Campo de Gibraltar, le dan mucho vuelo desde luego a Anatomía.

Fue una función muy teatralizada desde el minuto cero. Ana Belén, media melena ondulada, salió al escenario y representó su obra, que inauguró con una original presentación de sus siete músicos sobradamente solventes, uno de ellos su hijo David San José, piano, guitarra y voces. Para abrir boca propuso nada menos que Derroche.

"¡Qué placer estar en el teatro Juan Luis Galiardo, por favor!", exclamó. "A John Galy le quiero mucho. ¿Por qué sabéis que Juan Luis se hacía llamar John Galy para sus producciones de cine?¿Verdad?", contó cercana y con sincero cariño.

Por supuesto Ana Belén enseñó su Anatomía sonora, ese álbum en el que Sabina le escribe la biográfica Pobrecita de mí. "Media luna de miel, noche de bodas. Gibraltar escocés, besos con soda", canta en alusión a su viaje con Víctor Manuel a The Rock.

El baúl y una maleta, en la esquina derecha, lucían minimalistas mientras Ana Belén planteó los temas de su más reciente trabajo. Mezcló con canciones anteriores, claro. El concierto desfalleció algo con el pop rock de salón y remontó al regresar al delicioso sonido que le ha proporcionado Javier Limón, también productor de Paco de Lucía, al último álbum.

Camino de la hora de concierto Ana Belén visitó temas como A veces sueño con nubes, escrito por su hijo; el notable Me gustaría, hecho por Bebe; o Hey! Mister Lennon, homenaje al Beatle que suena a un Sabina -su autor- canallesco. Es verdad que no es su onda o, más bien, que lo que propone Ana Belén con la gira de Anatomía tiende a lo íntimo. Pero uno se quedó con ganas de que también ella anoche hubiera sido algo más canalla.

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