La 'prueba de autor' de Antonio Jesús Gutiérrez

El fotógrafo gaditano, defensor de la fotografía analógica y del blanco y negro, expone una muestra llena de magia en La Canela hasta el 22 de septiembre

El autor gaditano, Antonio Jesús Gutiérrez, junto a una de sus fotografías de ojos tristes.
El autor gaditano, Antonio Jesús Gutiérrez, junto a una de sus fotografías de ojos tristes.
Silvia Márquez / Cádiz

16 de agosto 2011 - 05:00

Blanco y negro sobre un fondo rojo, Nikon, analógico y un fotógrafo que sabe desarrollar una idea hasta convertirla en algo sumamente bello y casi poético, pero que a la vez es capaz de sobrecogernos. Todo esto aderezado con algo de color y digital.

Así se definiría de manera telegráfica la exposición que alberga La Canela durante la temporada estival. Sin embargo, como no estamos ante ningún mensaje telegráfico ni siquiera ante una postal iremos por partes.

Prueba de autor es la exposición a la que nos referimos, y su creador, el fotógrafo gaditano Antonio Jesús Gutiérrez, elige el título como referencia al término "utilizado por los grabadores que, antes de los grabados finales hacían unas pruebas que luego retocaban". El título recoge la esencia de la muestra, ya que se trata de una serie de fotografías que "provienen de varias exposiciones monotemáticas".

Estas pruebas que han ido quedando atrás se han convertido ahora en una exposición que se sostiene por sí sola. Sabiendo ya que nos enfrentamos a unas instantáneas únicas, nos encontramos en la parte superior de La Canela con una serie de fotografías en blanco y negro, dedicadas en su mayoría al cuerpo humano y con unos contrastes muy armónicos y nada violentos.

El autor, que se ha movido siempre en una escala de blancos y negros por considerar que "nosotros no vemos en blanco y negro, por lo que ya es una modificación que está haciendo el autor", muestra algunas instantáneas en las que pone en relación a un caracol con el cuerpo humano, desarrollando la idea de que "el caracol siempre lleva la casa a cuestas y se agarra férreamente".Con esta idea llega a retratar con total fidelidad la textura de una piel al notar el paso del molusco o la mirada fuerte de la protagonista del cartel de la exposición, que comparte protagonismo con el animal.

Dentro de la muestra, también podemos apreciar otra secuencia de fotografías que pertenecen a una misma idea. En este caso son unas instantáneas apaisadas en las que aparecen diferentes partes del cuerpo, en las que el autor es capaz de retratar desde miradas muy tristes a miradas muy duras que hablan por sí solas.

En otro extremo -exactamente en la planta baja del local- nos topamos con el reto personal del autor: una serie de fotografías digitales a todo color. Después de toda una vida fotografiando decide iniciarse en el mundo digital (aunque tiene claro que se decanta por la magia del analógico) para demostrar que "por trabajar en analógico no se está anticuado".

Se trata de un trabajo totalmente diferente formado por una serie de fotografías que tienen como protagonista a la dueña del bar y en las cuales, al contrario que en el blanco y negro, muestra unos contrastes muy altos entre colores bastante ácidos y llamativos. Con estas dos formas antagónicas de fotografiar, Antonio es capaz de mostrarnos dos vertientes muy diferentes de su arte.

La gran acogida de esta muestra se debe, además de al trabajo del autor y a la curiosidad que puede generar ver las pruebas privadas que un autor va dejando atrás, al enclave en el que se ha situado la misma. La Canela, constituida como centro de la cultura gaditana ofrece un marco ideal a la exposición durante todo el verano. Consecuencia de esto es que, según su creador, "se trata de la exposición que más satisfacciones me está dando, ya que está recibiendo muy buenas críticas". Además, todo hay que decirlo, se trata de la primera exposición en la que Gutiérrez decide vender su obra.

Aunque sea con esta exposición con la que más éxitos está cosechando, ha contado con otras muchas a lo largo de su vida. Hace años también estuvo en La Canela presentando En el laberinto de seda, una exhibición compuesta por instantáneas en las que aparecían personas que recordaban a los gusanos de seda cuando se encuentran en el capullo. El autor jugó con esta idea describiendo el laberinto personal en el que cada uno sueña con lo que quiere o no quiere ser. Otra exposición que paseó por Jerez de la Frontera -y que proximamente paseará por la capital gaditana- es El maná indestructible, que toma forma a partir de una cita del Éxodo en la que se habla de la llegada del maná. El autor trabaja con esa idea, lanzando una analogía entre el maná y el plástico, ya que ambos se toman como una salvación que se convierte en problema al multiplicarse. En esta muestra también crea unos textos que complementan la historia destructiva que van contando las fotografías. Es una exposición bastante dura en la que el autor intenta que seamos conscientes de la situación actual.

Estas muestras no son más que las consecuencias de algo que, en algún momento, tuvo que ocurrir en la mente del fotógrafo. Una chispa que le llevó a unirse a la Nikon con la que tantas imágenes ha captado. Ese clic mental tuvo lugar en su juventud, viendo cómo un amigo revelaba sus trabajos: esa "magia que aún conserva el revelado" fue precisamente la que lo envolvió, atrapándolo en las garras de lo analógico hasta hoy en día.

Un defensor a ultranza de la fotografía analógica y, como insiste, su "magia" -que se materializa en el instante en el que la imagen comienza a hacerse visible sobre el papel-, Antonio Jesús Gutiérrez recuerda ese momento como "un flechazo" y pretende seguir trabajando en analógico ya que le encanta jugar con el azar, un factor que siempre está muy presente en esta forma de fotografiar.

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