AITANA SÁNCHEZ-GIJÓN. ACTRIZ

"Ser presidente de la Academia es como serlo de la comunidad de vecinos"

  • La intérprete hispano-italiana desvela que rodará pronto en Vietnam una "comedia con alma" junto a Carmen Machi, Adriana Ozores y Dani Rovira Ayer dio una charla en Málaga

"Aitana, estrella naciente hispano-italiana, nuestro triste hoy será luz mañana. Aitana, luz de mañana, duerme Aitana hoy, despierta mañana". Han pasado 20 años desde que Aitana Sánchez-Gijón (1968, Roma) recitara en Canal Sur este poema de Rafael Alberti dedicado a ella cuando apenas tenía un año. Desde entonces ha sido musa de Bigas Luna en La camarera del Titanic; ha protagonizado la adaptación televisiva de La Regenta de Clarín; y ha ganado el Premio Max a la Mejor Actriz Protagonista por su papel en Medea, entre otras muchas cosas. Aunque reconoce que lo ha llegado a pasar "muy mal" haciendo teatro. Por suerte, comenta minutos antes de su charla en el Cine Albéniz con motivo del primer encuentro del ciclo La Edad de Oro, es "muy testurada" y ha encontrado "el placer por encima del sufrimiento". Próximamente se irá a rodar a Vietnam junto a Carmen Machi, Adriana Ozores y Dani Rovira "la comedia con alma" Thimay, de Patricia Ferreira.

-Comentó que las actrices españolas pasan de ser "el objeto del deseo" a ser "la madre del objeto del deseo". ¿Qué lugar ocupa la mujer en el cine actualmente?

-Ese va a ser mi titular en los próximos veinte años. Y sí, lo dije. No me arrepiento. Afortunadamente ahora voy a hacer una película que rompe con todas las estadísticas. La firma Patricia Ferreira y en ella habla de tres mujeres que rondan las cincuentena en la que el centro de la historia no es en absoluto los hombres de sus vidas (ríe). Creo que Patricia ha cogido esas estadísticas de las que hablé en la entrevista y que publica CIMA -Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales- para hacer el filme. En esas estadísticas se dice que el protagonista en el 80% de los casos es hombre, que las mujeres protagonistas o cooprotagonistas tienen entre 18 y 35 años y que en las pocas escenas en las que se ve a dos mujeres hablar juntas lo hacen sobre hombres. Frente a ese panorama te planteas cuál es el rol. Por suerte, en las series que nos llegan de fuera y que empezamos a producir nosotros las mujeres interpretan un papel más interesante y potente.

-¿Ha llegado a desechar sin miramientos un papel? ¿Por qué?

-Sí, claro. Por el personaje, porque la historia me parecía mala o porque que no tenía mucho que aportarle al personaje.

-En teatro le están dando grandes papeles, como el de Medea, con el que ganó el Premio Max a la Mejor Actriz Protagonista.

-El teatro es distinto. Las actrices conforme maduramos tenemos más posibilidades de acceder a personajes más complejos y más ricos.

-Medea es uno de ellos. ¿Cómo se lo preparó?

-El proceso duró casi un año. Esta obra surgió dentro del proyecto El teatro de la ciudad, capitenado por Andrés Lima, Miguel del Arco y Alfredo Sanzol. Cada uno escogió una tragedia. Hicimos previamente un trabajo de investigación con talleres y cada mes y medio hacíamos un intensivo de cinco o seis días. Fue una inversión en el mundo de la tragedia griega desde todos los ángulos posibles: filosofía, historia. Con Andrés el punto de arranque fue el dolor lacerante, el que te abre en canal, el que te destroza, y a partir de ahí comprender que alguien pueda llegar a matar a sus hijos.

-¿Cree que una actriz con hijos puede llegar a comprender mejor este papel?

-No lo sé. Cada uno se alimenta de lo que tiene. Creo que actrices sin hijos también pueden encarnar a una Medea y llegar al fondo de ese dolor, de esa terrible tragedia.

-Medea en cierta manera se parece a Maggie -Una gata sobre el tejado de zinc, de Tennessee Williams -. Ambas son mujeres con carácter, luchadoras.

-Sí, pero son códigos tan distintos. La tragedia griega te traslada a una dimensión mítica. Estas manejando cosas muy profundas, muy sútiles y muy difíciles de intelectualizar. Estás en un terreno de catarsis personal, digamos.

-Veinte años después vuelve a interpretar un papel en una obra de Williams, La Rosa tatuada.

-Sí [ríe]. En este caso, la obra tenía su punto dramático porque la mujer pierde a su marido, el centro de su vida, pero poco a poco va caminando hacia la comedia, hacia la luz.

-Tenía claro que quería ser actriz desde niña. ¿Qué actrices le impactaron a esas edad?

-En este país uno de mis grandes referentes es Victoria Abril. Me parece una persona asombrosa. Tiene una manera de comerse los personajes a bocaos. Las historias en las que estaba. Era una inyección en vena de motivación. De fuera hay tantas. Meryl Streep o Juliette Binoche.

-Además de ser actriz, también fue la primera presidenta de la Academia de Cine durante un año. ¿Qué está ocurriendo actualmente para que los tres últimos directores hayan dimitido -los tres por motivos diferentes-?

-(Ríe). La verdad es que no se paga con la vida ser presidente de la Academia. Es como cuanto te toca ser presidente de la comunidad de vecinos. Lo haces porque toca y es un servicio a la comunidad. Es un servicio público que tú haces sin recibir nada a cambio, sólo las presiones propias de quien preside una entidad muy prestigiosa. Es un honor representar a tus compañeros, por supuesto, pero tienes que invertir tiempo y dedicación. Muchas veces te llevas quebraderos de cabeza. Es difícil mantener un equilibrio. No es fácil.

-¿Las circunstancias tampoco animan a ello, no?

-Para nada. Ahora mismo vivimos una situación de impasse en generla, en la cultura y en el cine en España. Ahora está todo tan parado que la gente está sin poder moverse. Institucionalmente estamos parados y no se toman decisiones. Hasta que no se resuelva esta situación política de sainete no cambiará nada. Es inútil hasta hablar porque ya hemos hecho muchas veces. A ver si arranca el país y hay un cambio. El problema de nuestro cine no radica en el talento, que lo hay, radica en su escasa inversión.

-Habla con total naturalidad sobre el desnudo en el cine. ¿Hay algo que le haya dado verdadero pudor hacer frente a una cámara?

-No sé, seguramente hubo y habrá algo, pero ahora no sabría decirte.

-¿Y algo que éticamente no debería hacer un actor?

-Ir en contra de sus principios cuando cuenta una historia. Es un cliché, no sé si lo dijo Melína Merkoúri: ¿Podría intepretar yo a un fascista en una película comunista o a un progresista en una película fascista? A lo largo de tu carrera tienes que ser coherente con tus valores, tus principios. Aunque no necesariamente las películas en las que salgas tienen que estar teñidas de ideología.

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