Cultura

La noche mágica de los Campuzano abre las jornadas de tauromaquia

  • Los dos hermanos toreros junto al pianista Felipe Campuzano recuerdan los momentos vividos aquel 10 de agosto de 1984, una de las corridas más emotivas celebradas en la plaza de toros de Algeciras

La noche de los Campuzano de aquel diez de agosto de 1984 sirvió para abrir las XIV Jornadas de Tauromaquia de Algeciras. Una corrida que se empleó para que otro gran artista, el compositor Felipe Campuzano se inspirara en cada uno de los momentos del mano a mano protagonizado por los hermanos toreros Tomás y José Antonio Campuzano. Una noche mágica que se recordó anoche en la carpa instalada en la plaza de Las Palomas, sobre el mismo albero donde se vivió una corrida llena de momentos de gran sensibilidad y de magia torera. Veinticinco años después Las Palomas volvió a recordar con su protagonistas, pero esta vez sobre un escenario, una de las páginas inolvidables de su historia.

Una tertulia que comenzó con Color de Albero, una composición a piano de Felipe Campuzano que sirvió para abrir el paseíllo de aquella noche. A partir de ahí el público que llenaba hasta arriba la carpa fue participe de otra noche para el recuerdo de estas jornadas. Campuzano acariciaba el piano como los toreros acarician el palillo de la muleta cuando se entregan al toro. Hubo una conjunción entre toreros, compositor, moderador y una testigo de excepción en la mesa, Jimena Dominguín, hija del gran torero Pepe Dominguín.

El periodista Manuel Molés fue sacando a los ponentes recuerdos y momentos entrañables de aquella noche. El primero en intervenir fue José Antonio Campuzano, un torero al que aquella noche torera la marcó en su carrera. "Fue una noche mágica, de arte, donde todo era maravilloso, menos la embestida de la corrida que no embistió", aseguró.

Mientras su hermano Tomás, emocionado tras oir la música de Felipe Campuzano, recordaba una de las corridas más bonitas que ha vivido como torero. "Recuerdo cuando paseaba la oreja después de una faena buena en la que el toro tardó en morir. Esa muerte sirvió para que Felipe se arrancara a tocar interpretando con su piano la muerte del toro: Fue algo inolvidable", matizó.

El pianista Felipe Campuzano recordó que no había nada preparado y todo fue fruto de la improvisación. "Torear es engañar al toro sin mentir y eso es lo que se vivió en una corrida tan especial. Insistí torear por la noche porque te amparan los silencios, algo mágico para artistas como los toreros. Yo iba creando conforme llegaba la inspiración en los toreros", indicó a la concurrencia.

Y como testigo de todos estos recuerdos, cerraba la mesa Jimena Dominguín, miembro de una de las familias toreras más importante de la historia de la tauromaquia. La hija de Pepe Dominguín y sobrina del gran Luis Miguel llenó de personalidad la noche al recordar a su padre y a su tío. "Mi padre fue un gran torero y un entendido del toro, mientras que mi tío Luis Miguel tuvo una personalidad arrolladora y al mismo tiempo un gran provocador. Salía al ruedo y triunfaba y esas provocaciones proclamándose el número uno se veían llenas de triunfo en la plaza", señaló.

Y de nuevo Felipe Campuzano acarició el piano. Esta vez sonaban los sones de Embrujo. La noche de ayer ya era mágica. Los recuerdos estaban en el aire y la sensibilidad de los aficionados a flor de piel. Esto es el toreo también.

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