Crítica de Cine

Cuando los monstruos se escapan de los libros

pesadillas

Terror/Comedia, EEUU, 2015, 103 min. Dirección: Rob Letterman. Guión: Carl Ellsworth, Larry Karaszewski y Darren Lemke. Intérpretes: Dylan Minnette, Odeya Rush, Amy Ryan, Jack Black y Ryan Lee. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Música: Henry Jackman. Cines: Odeón Los Barrios.

Que Larry Karaszewski, guionista de Ed Wood, El escándalo de Larry Flint, Man of the Moon o Big Eyes, esté en el equipo que ha creado este inteligente guión explica su estupendo argumento: partir de la típica historia del chico que se desplaza de la gran ciudad a un nuevo entorno pueblerino -naturalmente uno de esos plácidos barrios residenciales de clase media que paradójicamente parecen creados para albergar historias de terror- y allí ha de rehacer su vida con nuevos amigos y hasta un primer amor; para después dar un brillante giro de literatura sobre la literatura, porque en ese barrio vive nada menos que R. L. Stine, el autor que encandiló a millones de niños en tránsito a la adolescencia, entre ellos a mis hijos que coleccionaron todos los títulos, con su serie de relatos de terror Pesadillas que llegó a vender 400 millones de ejemplares.

Realidad y ficción, fantasía y personaje real, trenzan una muy entretenida historia de terror para jóvenes no adictos al gore que se remite a los arquetipos de los 80 tipo Goonies o Jumanji. Porque resulta que las criaturas de las historias de R. L. Stine cobrarán vida fuera de las páginas de los libros. El director de animación Rob Letterman (El Espantatiburones) se redime con esta película llena de encanto de su anterior y desastrosa incursión en el cine de imagen real (Los viajes de Gulliver). Aquí logra la perfecta película de entretenimiento ligero no dominada, aunque sí magníficamente ilustrada, por los efectos especiales. El juego entre el autor real (representado a través de una divertida caricatura nada complaciente de Stine) y las criaturas imaginadas por él que se escapan de las páginas de sus libros es brillante. Entre el uno y las otras están los aterrados chicos, que han de devolver los monstruos a las páginas en las que viven encerrados, haciendo que la película se vea como si, vuelto a su infancia, el espectador adulto tuviera una pesadilla tras leer uno de los libros de Stine. Los padres no se aburrirán si llevan a su hijos a verla.

Elementos de lujo son la banda sonora de Danny Elfman (otro lazo de unión, al igual que el guionista Larry Karaszewski, con el universo de Tim Burton) ideal para estas películas y la muy buena fotografía del siempre grande Javier Arriguesarobe (el maestro de El bosque animado, El sol del membrillo, Hable con ella, La carretera o Blue Jasmine: no es poco).

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