Cultura

El legado de los filósofos andalusíes

  • Andrés Martínez Lorca coordina para la editorial Almuzara el volumen 'La filosofía en Al Ándalus', una obra que incluye estudios de reconocidos especialistas

¿qué aportaron los filósofos andalusíes al corpus del pensamiento universal? La respuesta está en La filosofía de Al-Andalus, obra que acaba de reeditar Almuzara con enfoques diversos y complementarios a cargo de reconocidos especialistas del arabismo, el hebraísmo y el pensamiento medieval, y que incluye un prólogo que resume las ediciones y estudios producidos en España durante el último cuarto de siglo, una renovada bibliografía básica acerca de las fuentes históricas y literarias y una actualizada nota biobibliográfica de los autores reunidos.

El punto de partida del proyecto, explica su coordinador, el profesor Andrés Martínez Lorca, "fue que hace tiempo se agotó la edición". "Dado que no existe un libro similar sobre el pensamiento andalusí", añade, "me pareció oportuno plantear su reedición actualizándolo. Manuel Pimentel acogió con entusiasmo mi propuesta y yo me puse a trabajar en su puesta al día".

El lector encontrará "una obra colectiva en la que participan destacadas figuras" de las materias citadas: Miguel Asín Palacios, Miguel Cruz Hernández, Roger Arnaldez, Salvador Gómez Nogales, Manuel Alonso, Juan Vernet, David Gonzalo Maeso, Joaquín Lomba, Fernando Díaz Esteban y Martínez Lorca. "Mi tarea", añade, "ha sido la propia de un editor: estructurar la obra y seleccionar los textos. Además, he escrito una amplia introducción sobre el desarrollo de la filosofía andalusí a través de las fuentes históricas".

"Una de sus principales novedades", apunta el experto, "radica en la integración de los pensadores musulmanes y judíos en la casa común de Al Ándalus, como históricamente aconteció. Otra, que no es un manual al uso sino una obra plural en su redacción y diversa en sus perspectivas, lejos de todo monolitismo. Por otra parte, la abundancia de fuentes aquí recogidas, la nota bibliográfica de autores y la reseña de las recientes ediciones y estudios sobre el tema harán de ella una obra muy útil, de consulta obligada. Se han añadido a esta edición tres textos nuevos, uno de Juan Vernet sobre la ciencia andalusí, una entrevista al sabio egipcio Mahmud Ali Makki y un artículo mío sobre la recepción de la cultura de Al Ándalus en la Europa latina".

Entre las cimas del pensamiento andalusí, Martínez Lorca destaca tres: "El aragonés Avempace y los cordobeses Maimónides y Averroes. El primero de ellos introduce en Europa el racionalismo y naturalismo de Aristóteles, del que solo se conocían hasta entonces dos tratados lógicos. Con él la filosofía en Al Ándalus da un giro y se aleja del neoplatonismo. Maimónides intentó conciliar el aristotelismo con el judaísmo. Por su imponente legado rabínico, médico y filosófico-científico llegó a ser el más brillante pensador del judaísmo medieval. La Escolástica recogió algunas de sus tesis filosóficas. Averroes brilló con luz propia como filósofo en sus Comentarios a Aristóteles y en sus obras originales, fue relevante tratadista médico en su Libro de las generalidades de la medicina (que sirvió de texto en algunas universidades europeas) y prestigioso jurista con una obra, la Bidaya, que todavía sigue siendo consultada en el mundo islámico. Su influencia sobre la Escolástica, y especialmente en santo Tomás de Aquino, fue decisiva en la recepción cristiana del aristotelismo. En el Renacimiento italiano se convirtió en la estrella editorial junto con Aristóteles en las famosas ediciones venecianas de las obras del filósofo griego con sus Comentarios. No hay que olvidar, sin embargo, que las grandes figuras del pensamiento no nacen de la nada sino que son el mejor fruto de generaciones de hombres de ciencia que sentaron las bases de su posterior avance. Así, debemos citar, entre otros, al judío malagueño Ibn Gabirol, al pensador cordobés Ibn Hazm y al filósofo granadino Ibn Tufayl".

Los grandes pensadores andalusíes bebieron "fundamentalmente de la ciencia griega que se preservó en el mundo medieval gracias a las traducciones árabes. También fue decisiva la aportación de los sabios del islam oriental que en algunos campos (astronomía, medicina, matemáticas) superaron ampliamente a los griegos. En filosofía Al Ándalus recuperó el racionalismo aristotélico y acabó desechando la tradición neoplatónica oriental. Destaquemos en este punto la posición innovadora de Avempace, Averroes y Maimónides. Fue un cambio histórico que se reflejaría durante el siglo XIII en la Escolástica, no sin tensiones y prohibiciones debido a su reflejo en las disputas universitarias".

¿De qué manera el elemento religioso condiciona el pensamiento de estos filósofos? "La religión islámica y la judía", responde el profesor, "se distinguen por el monoteísmo y creacionismo. La ideología imperante en esa época está marcada por ella, también, por supuesto, en el mundo cristiano. No obstante, la respuesta de los filósofos andalusíes ante la religión y la teología fue diversa e ilustrada, lo que contradice el tópico del fanatismo y oscurantismo con que se suele presentar el Medievo en su conjunto. Así, Gabirol no hace referencia alguna a la teología bíblica en su principal obra especulativa, La fuente de la vida, y rompió con la comunidad judía de Zaragoza. Avempace elabora una filosofía racionalista al margen de la teología islámica. Ibn Tufayl coloca en el más alto lugar la religión natural del buen salvaje de su novela, califica al islam como una de las religiones verdaderas y llega a proponer una original síntesis de filosofía y mística. Maimónides, por su parte, hace avanzar el pensamiento judío tanto en la teología como en el terreno jurídico, pero su propuesta final culmina con una teología negativa (conocemos de Dios lo que no es, más que lo que en verdad sea) y una interpretación alegórica de la Biblia que evite posibles contradicciones con verdades científicamente demostradas. Y Averroes criticó con dureza a los teólogos musulmanes, denunció la ignorancia del pueblo 'humillado a creer sin razones', defendió la autonomía de la actividad filosófica y afirmó que la filosofía no solo es lícita sino incluso obligatoria en el islam para todo aquel que esté bien dotado intelectualmente".

¿Cómo fue la vida intelectual de la España musulmana? Martínez Lorca observa que "hay que distinguir en ella distintos periodos. En los primeros siglos, se fue desbrozando la ignorancia inicial tanto de las tropas musulmanas como de los campesinos hispanos gracias a la arabización y a los viajes de estudio a Oriente para aprender de los maestros allí instalados. En el califato omeya se modernizó el Estado dando preeminencia a la vida urbana, de la que fue un ejemplo en Europa la ciudad de Córdoba, se crearon magníficas bibliotecas públicas y privadas, se protegió a los judíos y artistas y hombres de ciencia encontraron apoyo en la corte. Ya en el siglo X encontramos importantes matemáticos, astrónomos, médicos, literatos e historiadores. La filosofía, sin embargo, fue silenciada. En los reinos de taifas se produjo una dispersión de los centros culturales que fue fecunda en el arte y la ciencia. La edad de oro de la filosofía andalusí fue tardía, en el siglo XII, y se debió a la protección de la dinastía almohade de origen bereber. Si la comparamos con el resto de Europa, la cultura andalusí brilla de un modo indiscutible. El pueblo llano sabía, en general, leer y escribir, como muestra el hecho de que las mujeres pobres de los arrabales de Córdoba se ganaban la vida copiando el Corán. Había pasión por los libros y tanto los aristócratas como los ricos comerciantes competían entre sí por poseer la mejor biblioteca. En Córdoba la vida cultural giraba en torno a la Mezquita aljama, que acogía en su bosque de columnas a centenares de estudiantes que aprendían las más variadas materias. De ese humus popular salieron los sabios de Al Ándalus que deslumbraron a sus coetáneos orientales y occidentales: los médicos Ibn Wafid, Abulcasis y Avenzoar, los matemáticos Maslama de Madrid, Ibn al-Samh y el cadí de Jaén Ibn Mu'ad, el astrónomo Azarquiel, el botánico Ibn al-Baytar, los historiadores al-Razi e Ibn Hayyan, los filólogos al-Zubaydi e Ibn Sida, los filósofos Ibn Gabirol, Ibn Hazm de Córdoba, Avempace, Ibn Tufayl, Averroes y Maimónides".

¿Y cómo ha sido el estudio de estos pensadores en el ámbito español y en el internacional? "Tras su recepción entusiasta en el Occidente cristiano -indica el especialista- a través de las traducciones latinas, la crítica de Galileo a la física aristotélica, la formación de la filosofía moderna de espaldas a la Edad Media y la autoafirmación de la renovada cultura europea provocaron su olvido. A ello se unió la propia decadencia árabe, los prejuicios religiosos muy arraigados en los nacientes Estados europeos y la ignorancia de su legado literario. Desde mediados del siglo XIX presenciamos, sin embargo, una lenta recuperación. El primero que en España promovió su reconocimiento como figuras de nuestro pasado histórico fue Juan Valera, famoso en su tiempo por sus populares novelas pero que al mismo tiempo fue un intelectual de primer orden abierto a las corrientes ilustradas. Solo a comienzos del siglo XX comienzan a circular algunos textos en nuevas traducciones y aparecen los primeros manuales en los que apenas se esboza el pensamiento árabe y judío medieval. De entonces a ahora se ha avanzado mucho, en España y en el resto del mundo. Son frecuentes las ediciones en las principales lenguas y abundan los estudios de calidad. Jugó un papel de pionero el gran arabista Miguel Asín Palacios, que redescubrió a Ibn Hazm, demostró con sólidos argumentos el papel de Averroes en la renovación de la Escolástica y señaló la influencia de los místicos islámicos en santa Teresa y san Juan de la Cruz. Hay que agradecer a él y a otros sacerdotes católicos, como Manuel Alonso y Salvador Gómez Nogales, su meritorio esfuerzo en la recuperación del legado filosófico árabe. El principal autor editado y estudiado es Averroes. Desde las ediciones críticas de sus Comentarios a Aristóteles en árabe, hebreo y latín promovidas a partir de 1931 por la Mediaeval Academy of America, con sede en Cambridge (Massachusetts), hasta las frecuentes traducciones en castellano, francés, italiano, inglés, alemán y otras lenguas, el filósofo cordobés se ha convertido en un clásico de nuestro tiempo y en el mejor símbolo de la cultura de Al Ándalus. Córdoba, su ciudad natal, que lo vio nacer y que recogió sus restos mortales trasladados desde Marrakech, siempre seguirá unida a la fama inmortal de su ilustre hijo".

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