Fernando Moreno, comediante

El actor andaluz, que interpreta ahora la serie ‘Sueños de libertad’, ha investigado las posibilidades del humor en una trayectoria teatral vinculada a las compañías Recursos Humanos y Repálagos.

El actor Fernando Moreno, fotografiado ayer en una calle de Sevilla.
El actor Fernando Moreno, fotografiado ayer en una calle de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz
Braulio Ortiz

14 de agosto 2025 - 06:30

El actor Fernando Moreno, que ahora asoma por las pantallas de los hogares españoles gracias a la serie Sueños de libertad, parecía predestinado a encarnar a otros personajes, tantear otras vidas gracias a la ficción. “Me acuerdo de haber ido siendo un niño a una función de El retrato de Dorian Gray en el Teatro Lope de Vega, y de estar embobado durante tres horas con aquello. Mis padres flipaban con mi entusiasmo”, afirma este intérprete que empezó a soñar en serio con su oficio años más tarde, cuando entraba en la adolescencia. “Coincidí en clase con Nahuel, el hijo de Jorge Cuadrelli y Maite Lozano, los fundadores de la escuela y de la compañía Viento Sur, y le hablé de mi deseo de formarme para actor. Pero Nahuel, que conocía bien el mundillo por su familia, me desanimó y opinó que no creía que yo valiese para eso”, recuerda entre risas. El mismo amigo le devolvería la ilusión, cuenta Moreno, cuando lo invitó a que le acompañara una noche al Corral de Comedias de Triana, donde el equipo de Viento Sur programaba un espectáculo. “Nahuel me dijo: ‘Vente conmigo, nos disfrazamos, nos ponemos en la puerta para cortar las entradas y luego vemos gratis la obra’. Después nos quedamos a echar una mano, a recoger sillas, y observar cómo los actores se bajaban del escenario, se tomaban su cerveza y hablaban de lo que había funcionado y lo que no me maravilló. Yo tenía 13 o 14 años, pero encontré ahí mi vocación. Cuando tiempo después representé Las preciosas ridículas de Molière en el Corral de Comedias de Triana sentí que se cerraba un círculo”.

Moreno vuelve la vista atrás desde un momento afortunado, cuando en su trayectoria curtida en la escena se ha abierto una puerta inesperada: es uno de los rostros de Sueños de libertad, la apuesta para las tardes de Antena 3 que lidera las audiencias. “Ha sido una sorpresa. Un día hablaba con un colega de que no esperaba yo muchas oportunidades en la televisión y en el cine, y al día siguiente mi representante me cuenta que me ofrecen este personaje, y sin necesidad de que me presente a un casting”, explica el sevillano. “Yo había hecho teatro desde que empecé, y me estaba habituando a que ese fuera mi trabajo. Tenía abandonado el audiovisual”, comparte el intérprete, que había aparecido en proyectos como el corto El globo o la serie En fin.

Fernando Moreno.
Fernando Moreno. / Juan Carlos Muñoz

El personaje que le ofrecieron es Chema, y en un principio iba a durar apenas unos capítulos, “pero se ve que ha gustado y ahí sigue”. La permanencia ha posibilitado que se amplíe el arco dramático de “un tipo sinvergüenza y perezoso, ligón, al que en una escena una chica le pega una torta porque él la besa sin tener su consentimiento. Pero a medida que avanza la serie se descubre un trauma que arrastra de su pasado, el hombre acepta un trabajo y empieza a madurar”, resume Moreno sobre un papel que aporta aire fresco al conjunto y en el que ha podido mostrar su vis cómica. “La serie tiene un peso dramático, y el tono en el que se mueve Chema es más gracioso. Fue un alivio porque a mí ponerme trágico me imponía”.

Con las dos compañías que destacan en su currículum, Recursos Humanos y Repálagos, Moreno ha observado la existencia desde el ángulo de la risa. “Admito que el nombre de Recursos Humanos puede resultar un poco confuso en Google, pero siempre nos gustaron las bromas”, asegura sobre el tándem que forma con Edu Bulnes. “Antes de fundar la compañía, cuando yo tenía 18 años y él 20 años, nos íbamos al Centro de Investigación y Recursos de las Artes Escénicas de Andalucía y cogíamos escenas de Animalario, de Alonso de Santos y de otros autores, y nos íbamos a los bares a representarlas”, apunta Moreno sobre los comienzos. Después llegaron piezas en las que fueron definiendo un registro “muy descarado, muy canalla”, Bochornos a Granel o Carum Carvi, hasta que en Silencio procuraron “llevar el público a otro sitio, centrarnos, darle otra profundidad a lo que hacíamos, jugar también con el drama”.

Una evolución que alcanza otro estadio con Whisky japonés, en la que Moreno y Bulnes se alían con La Decadensia, Carlota Berzal y María Cazenave, con las que “sentíamos afinidad cuando veíamos sus trabajos”. La obra, detalla, se ambienta en una cena y plantea cada función como una liturgia íntima: “Estamos haciéndola en casas, en galerías de arte y en restaurantes, con un aforo que no supera los 35 espectadores. Se crea una atmósfera muy especial”, declara el actor sobre un montaje que volverá al LAB, en la calle Peral de Sevilla, el 12 de octubre.

“Para mí, un buen ‘sketch’ tiene que contar una historia, meter al espectador en ella”, dice el actor

Moreno quedó cautivado por la facilidad de Repálagos para conectar con el público cuando sus veladas se celebraban en la tienda de cómics Don Cecilio. Al unirse a ellos encontró “un lugar de experimentación y de investigación de la comedia”, en el que ha ido perfilando su idea de “un buen sketch. Para mí es importante contar una historia, y a nosotros nos gustan las historias alocadas y no precisamente sencillas, para que la gente entre en lo que proponemos”. La Sala Cero programa dos funciones de Noche de Repálagos el 17 y el 18 de octubre.

Abonado a la comedia, Moreno no se cierra a ningún cambio de registro, tampoco a los clásicos. “Si me vienen con un Lope o un Shakespeare, me embarco”, dice este actor que tuvo de maestros a compañeros como Paz de Alarcón, Roberto Quintana y Juan Luis Corrientes y que reivindica el sur. “Mi intención es seguir trabajando aquí, y continuar con el teatro. Sueños de libertad ha sido una suerte, pero no va a cambiar quién soy”.

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