Las criaturas híbridas de María Cañas

El CAAC inaugura esta noche en Sevilla 'Risas en la oscuridad', un recorrido por el trabajo de la autora La creadora defiende en su obra un discurso subversivo, amargo y lleno de humor

Las criaturas híbridas de María Cañas
Las criaturas híbridas de María Cañas
Braulio Ortiz Sevilla

18 de junio 2015 - 05:00

Desde pequeña ya tenía la costumbre de prestar atención a aquello en lo que nadie parecía reparar y guardaba, para desesperación de su madre, las pelusas en los cajones. María Cañas (Sevilla, 1972) ha construido una de las obras más personales e interesantes del arte actual recogiendo, ordenando y otorgando un nuevo sentido al torrente de imágenes que fluye por los medios de comunicación, el cine y la red. Con estos desechos ha ido dando forma a una criatura rebelde, lúcida y buenhumorada, porque la risa, lo aprendió de Nietzsche y lo recuerda ella, "es el orgasmo de la inteligencia", y la cultura, una lección de Pasolini, ha de incomodar y hacer preguntas, ha de plantear una resistencia a la distracción. Cañas inaugura hoy en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo Risas en la oscuridad, una muestra que remite a Nabokov en el título y que como el creador de Pálido fuego hilvana un discurso mordaz y hermoso. 13 obras audiovisuales y 167 fotomontajes ilustran esa insumisión que ella promueve mediante la risastencia, esa "videoguerrilla", ese "cine sin cámara" con el que esta artista otorga una nueva vida al material del que se apropia. "Es una exposición de media carrera. Ella ha superado los cuarenta años y es un buen momento para enseñar lo que ya ha hecho", afirma el director del CAAC, Juan Antonio Álvarez Reyes, para quien, aunque falte alguna de las piezas más conocidas de Cañas en el conjunto, la exposición es una oportunidad para entender "algunos de los hilos por los que ella ha transitado".

Entre las cuatro series que ha producido expresamente para esta cita está la que da título a la muestra, una videoinstalación que ideó tras querer investigar el tratamiento de la risa en el cine. Se dio cuenta, con sorpresa, de que "sólo me salían hombres", y a partir de esa circunstancia quiso reivindicar a la mujer que reía. La obra propone un aquelarre en el que se suceden las brujas que se atrevieron a caminar más allá del camino marcado: femmes fatales, las hembras que no pretendieron doblegarse, Juanas de Arco a las que amenaza el fuego pero que renacen de las cenizas, "insurgentes y guerreras que han cambiado la historia y merecen ser recordadas", apunta Cañas, que ha elegido a Melina Mercouri como maestra de ceremonias de estas proyecciones.

Otro de los nuevos proyectos que Cañas enseña en Risas en la oscuridad es La mano que trina, en el que alerta desde su sarcasmo característico sobre la omnipresencia de internet en la vida, "eso que pasa mientras miramos el móvil", asegura. Frente a una reinvención del logotipo de Google en el que la marca se rebautiza como God (Dios), una pantalla va montando un inventario brutal de "tecnopatías". Cirujanos que operan más atentos a un teléfono o hogares alterados por esta adicción -"necesito que quiten el wifi. Mi madre está metida en internet y yo tengo hambre", suplica un niño en uno de los vídeos- denuncian "cómo los smartphones, las tablets y los ordenadores están acabando con la poca masa crítica (por no decir la poca masa gris) de nuestra sociedad", lamenta Cañas, que reconoce que la inagotable fuente de información que encuentra en la red ha llegado a sacudir su propia estabilidad psíquica. "Lo que le pasa al Quijote con los libros de caballería, a mí me ocurre con internet", asegura. Bajo la pantalla en la que se encadenan las imágenes, Cañas ha colocado una montaña de chatarra electrónica, símbolo de ese mercado insaciable que pone a la venta constantemente nuevos artilugios "para que consumamos más y pensemos menos y creamos que somos muy modernos. Pero lo moderno, hoy, es leer una novela entera", sostiene.

A Cañas, que fagocita referentes de lo local y lo global -genial ese Holy Thriller en que los costaleros se mueven al ritmo del Billie Jean de Jackson, interpretada por una banda cofrade-, le duele España como a Unamuno, y en el vídeo Al toro bravo échale vacas, otro trabajo reciente, recurre al animal como icono de un país que está perdiendo su bravura. Es una obra que entroncaría, en su mirada a esa piel de toro, con Sé villana, la Sevilla del diablo, una galardonada película que ya conocen sus admiradores y que abre el recorrido de la muestra. Cañas analiza el folclore como insubordinación en una remezcla que invoca a Cernuda ("El sur es un desierto que llora mientras canta") y se detiene en la humanidad "más aperreá". Risas en la oscuridad también brinda un reencuentro con otros hitos de la trayectoria de Cañas: la pasión desatada, melodramática y barroca de Kiss the fire o Fuera de serie, ese "zapping delirante" en el que las producciones televisivas y extractos de la realidad colisionanpara revelar una cara grotesca del mundo.

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