La colonia en tiempos revueltos
Crítica de Cine cine
PALMERAS EN LA NIEVE
Melodrama colonial, España, 2015, 163 min. Dirección: Fernando González Molina. Guión: Sergio G. Sánchez. Fotografía: Xabi Giménez. Música: Lucas Vidal. Intérpretes: Mario Casas, Adriana Ugarte, Macarena García, Alain Hernández, Berta Vázquez, Emilio Gutiérrez Caba, Celso Bugallo, Laia Costa, Fernando Cayo. Cines: Odeón Bahía Plaza.
Palmeras en la nieve llega con grandes ambiciones taquilleras sobre la base de un nuevo modelo de superproducción a la española cuyas hechuras pasan ya irremediablemente por los moldes de la estética televisiva y un guiño al viejo Hollywood de cartón piedra. No en vano, se trata de un producto diseñado desde los despachos de Atresmedia, MovistarTV, Telefónica y CosmopolitanTV, lo que deja bien claro una paternidad múltiple y una forma híbrida que se mueve entre los más rancios esquemas del melodrama épico-romántico y la deriva narrativa serial, aquí concentrada en tres horas de metraje que abarcan dos tiempos buscando anudarlos a través de la comunicación, la revelación y la catarsis sentimental más básicas y elementales.
Basada en el best seller de Luz Gabás, la cinta que dirige el aplicado e impersonal Fernando González Molina (Tres metros sobre el cielo, Tengo ganas de ti) ensancha su plano buscando una falsa épica colonial que desdibuja y sacrifica todo atisbo de realismo histórico en aras del lucimiento simultáneo de clichés cinematográficos que nada nos dicen realmente del pasado español en Guinea Ecuatorial, a no ser que pensemos que aquello tuvo algún parecido con Memorias de África o con las decenas de películas de Hollywood ambientadas en aquel continente para burla de antropólogos.
Todo se dirime aquí en un previsible y subrayado mecanismo de ida y vuelta a través de materiales de folletín, a saber, desvelamiento de pasiones, relaciones y paternidades secretas, simplificación burda de los conflictos culturales y toneladas de música sinfónica que suturen el costeado diseño de producción con implementos digitales.
Mario Casas encarna aquí al buen colono, hombre de honor y valores en tierra hostil, con su habitual acartonamiento, ahora en pantalón corto y ropa de safari, mientras que su sobrina Adriana Ugarte pone el cebo para la mirada erotizada de estampa de playa y cascada en la trama de investigación en el presente.
Presa en su propio corsé anacrónico y falsamente glamouroso, Palmeras en la nieve no encontrará nuevos públicos más allá de aquellos que engrosan las cifras de la parrilla de sobremesa. Y eso, hoy por hoy, equivale a números de escándalo.
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