Crítica literaria | La certeza del color

Aforismos de placer

  • Malo si uno pretende ser cuentista, poeta o novelista, y peor: aforista

Álvaro Campos Suárez.

Álvaro Campos Suárez. / Javier Albiñana (Málaga)

Admirador de Grossman, Mann o Proust, sin embargo pocas cosas me gustan más que devorar un librito de una sentada. Esta Semana Santa, entre ibéricos y dulces de la algarabía, me pimplé los cinco volúmenes de la autobiografía de Thomas Bernhard, al sol, a la sombra, bajo el agua helada de la lluvia y en la sierra de Huelva en mitad de un paraíso.

La certeza del color La certeza del color

La certeza del color / E. S.

Desde entonces he entonado varios libros más pero hoy sentéme, quedéme y leíme de un tirón La certeza del color de Álvaro Campos, primorosa y profesionalmente editado por Paco Torres y Fernando Mateos en Benalmádena, en su Ediciones De Aquí (E.D.A.), de la que puedo dar fe de gusto y trabajo. Es una secuencia de aforismos divida en varias secciones...

Con el aforismo ocurre como con el microrrelato, que al aparentar ser corto (nada más lento y largo que un microcuento en condiciones) se lo apuntan ingeniosos, advenedizas que ya se han saturado de darle al intro para ser poetas y ahora aspiran a la Filosofía. Y no es, eso no es.

En Literatura lo fino es tener algo que decir y usar el vehículo adecuado, todo lo demás es cosa de la crítica. Malo si uno pretende ser cuentista, poeta o novelista, y peor: aforista. Álvaro Campos (nombre de lisboeta resonancia) tiene la fórmula natural del ingenio artístico y la agudeza del estilete que en dos navajazos te deja pensativo y releyendo con la incredulidad del no puede ser.

Este tomito occamista te lleva de la idea a la cosa, de la lágrima a la risa, y todo el tiempo con la cara de sentirse uno vacilado para bien; en su «Diccionario básico de dudas» leemos la segunda acepción de:

 “Mandoble.

[…]

2. m. Deportes de interior. Culturista”.

He estado media hora riéndome. Campos da un repaso a todo, levantando la alfombra para mostrar nuestra desnudez, y ésa no me parece una mala función en este género, quizá abusan los autores de la moral y de la sentencia: no encontraremos eso aquí, sino ironía, reflexión y pragmatismo sabio...

“La filosofía como diálogo interminable del ser y el no-ser, de la vida y el poema”.

“Tras la separación, dejante y dejado viven en distintos mundos. La causa habitual es un agujero de... ¡gusano!”.

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