La afirmación de un talento del cine de terror

Weapons | Crítica

Josh Brolin, un padre en busca de su hijo en 'Weapons'.
Josh Brolin, un padre en busca de su hijo en 'Weapons'.

La ficha

**** 'Weapons'. Terror, EE UU, 2025, 128 min. Dirección y guion: Zach Cregger. Música: Ryan Holladay, Hays Holladay, Zach Cregger. Fotografía: Larkin Seiple. Intérpretes: Josh Brolin, Julia Garner, Alden Ehrenreich, Austin Abrams, Cary Christopher, Benedict Wong, Amy Madigan.

El actor, showman, productor y guionista Zach Cregger, volcado en la comedia, sorprendió con el primer largometraje escrito y dirigido por él, Barbarian (2022), una interesante película de terror. Ahora la aún mejor Weapons, también escrita y dirigida por él, demuestra que no sonó la flauta por casualidad. Aquí hay creador y se confirma un nuevo talento del cine de terror.

Esta historia que parece la reescritura perversa y un punto juguetona de un cuento infantil parte de una premisa difícilmente sostenible en su desarrollo: 17 niños de un pueblo desaparecen a la vez. No estamos, por supuesto, ante la escalofriante y negrísima Dulce porvenir de Egoyan. Ni ante El pueblo de los malditos de Rilla (versión de 1960) o Carpenter (versión de 1995). Ninguna circunstancia accidental o alienígena lo explica. No estamos en el terreno de la tragedia o de la ciencia ficción, y tampoco en el de la cuentística con propósito moralizador, sino en el del terror. A partir de este arranque desconcertante la película va dejando su tono serio para adentrarse por terrenos cada vez más abruptos, encaminándose hacia lo irracional, violento, macabro e incluso gore.

Con una compleja estructura narrativa que, sin confundir ni reiterar, maneja con maestría varios puntos de vista sobre unos mismos hechos, Cregger logra sumar el drama de una colectividad angustiada en la que inevitablemente surgen enfrentamientos nacidos de la necesidad de encontrar culpables que justifiquen las desapariciones -un nivel por así decir humano y racional dentro de la progresiva y violenta irracionalidad de los comportamientos- y el descenso a abismos de terror primero apuntados por pesadillas y luego hechos realidad de forma brutal. El abrupto giro de la tensión al horror y de lo humano llevado al límite de la desintegración de una comunidad a lo infrahumano que excede todo límite tanto en su planteamiento como en su visualización no rompe la película como una solución fácil al enigma inicial.

Se le puede reprochar este giro. La primera parte de la película es más interesante tanto desde un punto de vista dramático como fantástico: ¿por qué se han ido en plena madrugada sin que nadie se los llevara físicamente, como llamados por alguien o por algo? Pero sería un reproche injusto, aunque razonable en el caso de los amantes del terror de qualité, porque todo está montado para conducir a la apoteosis final macabra, grotesca y violenta. Sin olvidar los guiños de juguetón humor muy, muy negro. Todo con una gran fuerza visual (importantísima la dirección fotográfica de Larkin Seiple, consagrado por Luce, To Leslie y Todo a la vez en todas partes) y excelentes interpretaciones no solo, pero sí sobre todo, de Josh Brolin, Julia Garner y una espectacular y sorprendente Amy Madigan.

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