Visita guiada al futuro del flamenco en Algeciras
La bailaora Mónika Bellido ensambla un grupo con varios de los artistas más jóvenes del cante, el toque y el baile de la ciudad de Paco de Lucía
"Mira, ven: mi madre está por aquí", dice Pepe embutido en un pijama azul de Batman mientras ejerce de guía. Dirige sus pasos hacia un espacio del que sale un torrente flamenco de taconazos, palmas, cante y jaleos. El pequeño cicerone, que tiene 11 años y cursa sexto de primaria, termina su breve itinerario: "Ahí están ellos y esta señora es mi abuela".
Esa abuela es Pepi Sánchez, la madre de la bailaora Mónika Bellido. La artista, profesora del Aula de flamenco de la Universidad de Cádiz en el campus Bahía de Algeciras, es la impulsora de una de las más frescas y prometedoras experiencias musicales de los últimos tiempos en el Campo de Gibraltar: la creación de un nuevo grupo flamenco. Lo conforman los cantaores José Antonio Chacón y Rafael Núñez El Lele y los tocaores Antonio Martín y Fran de Algeciras, además de ella misma al baile. La juventud y corta trayectoria de todos ellos es apabullante. Sin duda, es lo más llamativo y lo que más salta a la vista.
Eso sí, a todos ellos el flamenco y su magia se les apareció en algún momento de sus vidas como diciéndoles: "Dedícate a mí". Y así lo están haciendo. Pasó en el caso de Rafael El Lele, que ha sacado al público su cante gitano andaluz desde la intimidad de la casa familiar de su barrio de El Saladillo. También ocurrió con Chacón, que en sus mayores solo encontró aficionados. La atracción a lo jondo llegó, con algo más de intensidad, a dos enamorados de la guitarra, Antonio Martín y Fran de Algeciras. Ellos sí que se vieron rodeados de un ambiente más propicio. El padre del primero era el tocaor Paco Martín y, el segundo, estuvo desde muy niño en las manos proverbiales de Salvador Andrades y la escuela de la Sociedad del Cante Grande, que dirigía el recordado Antonio Rubio.
El cemento de todos ellos es Mónika Bellido. La bailaora los fue reclutando sin importarle su falta de experiencia. Confió en estos jóvenes y su humildad y ya cosecha los primeros frutos. Un pequeño gran triunfo de la juventud y del flamenco vivido y compartido por seres humanos que se abren paso por la vida. Juntos dejaron boquiabierto al abarrotado salón de actos de la Escuela Politécnica de Algeciras cuando la Universidad de Cádiz honró con un homenaje a la memoria de uno de sus más insignes doctores honoris causa, Paco de Lucía. Juntos ensayan en un cuarto de baile que Bellido tiene instalado junto al corredor de entrada de su propia casa. El suelo gastado de madera revela que ha pegado miles de taconazos sobre él. Ella, cantaores y tocaores se sitúan frente al espejo que cubre por entero una de las paredes. Suena la música. El ensayo, acompañado de su poquito de vino dulce, es una sucesión de arranques y paradas. Pero el derroche de esfuerzo es indudable. "Aquí tenemos que marcar mejor los tiempos finales", dice Chacón. "Me he subido demasiado", recalca Mónika. A primera vista, no hay ni jefes, ni malas caras ni palabras más altas que otras por las repeticiones de unas alegrías que se atascan. Todo son ganas de aprender y mejorar, trabajo duro y verdadero compañerismo. Una gozada para el espectador.
"Yo nunca he sido complaciente con mi hija. Ella y yo sabemos que soy su principal crítica, creo que eso le ha valido desde que empezó a bailar muy niña", asegura durante una pausa Pepi, abuela del dueño del pijama de Batman y tía carnal del cantante Alejandro Sanz.
Mónika Bellido hace música con sus pies a toda velocidad. Suda la gota gorda. Pero está muy satisfecha: "Hacemos una piña muy bonita. Ahora llevamos otra vez pocos días ensayando pero parece que estamos juntos desde siempre. Sucede hasta con Fran, que fue el último en llegar y su guitarra no hace más que hablar con la de Antonio Martín. Dialogan entre ellas y, la verdad, saltan las chispas".
Humildad y esfuerzo son los principales pilares que sostienen este grupo. El cantaor José Antonio Chacón tiene claro que es así: "Mónika es gloria bendita. Y con El Lele me entiendo a la perfección. Nos conocimos en un concurso de jóvenes cantaores de Diputación y conectamos enseguida ¿Quiere saber por qué? Porque nos decimos lo que vemos bien y mal el uno en el cante del otro con un respeto y una confianza impresionantes. Eso vale muchísimo, eso vale todo".
A la hora en que el ensayo se produce, los episodios se suceden bajo los parámetros de un engranaje perfectamente engrasado. Los niños de la casa han terminado los deberes. Los artistas no paran con lo suyo. Y Juan Carlos, el marido de la bailaora, vuelve de la calle con Toffee, un perro beagle que es para comérselo: "Yo no soy muy flamenco, lo mío solo es el apoyo logístico", dice con una sonrisa y un indisimulado punto de timidez mientras literalmente se evapora por un pasillo. Queda confirmado que era una verdad incompleta o en tela de juicio aquella de que tras grandes hombres hay grandes mujeres. Tras grandes mujeres hay también grandes hombres, claro, por qué no.
Las cosas van saliendo adelante en cada cante, felicidad en las caras. Suena "Olvidarte ya no puedo, sacarte de mi cabeza…". Breve pausa. Antonio Martín es un buen ejemplo y heredero de la gloriosa guitarra algecireña del último siglo. Su padre, que había recibido las enseñanzas de Antonio Sánchez Pecino (progenitor de Paco de Lucía), ayudó a su vez a aprender a él mismo y, antes, a Salvador Andrades. Toda una cadena.
Es noche cerrada y empieza a brillar el belén de esta familia. "Esto quiero enseñároslo", apunta Mónika Bellido. Pone en marcha en la pantalla de un ordenador portátil un vídeo de un concierto de hace bastantes años. En él, puede verse a Paco de Lucía flanqueado por Alejandro Sanz (primo hermano de la anfitriona) y Pepe de Lucía, quienes cantan al alimón por bulerías. Como alertado por algo que no cuadra, se ve al maestro universal de la guitarra mirando inquieto un par de veces hacia las bambalinas. Y, de pronto, irrumpe bailando Mónika casi en los tramos finales de esos cantes.
Ella lo recuerda con un punto de diversión y nostalgia: "Pepe de Lucía me dijo que saliera, pero no acordamos bien el momento. Y yo… Nada, que no me atrevía. Hasta que, de pronto, siento que el regidor del espectáculo me empuja al escenario y me dice ¡Que te quedas sin bailar! Ahí ya sí arranqué aunque hecha un auténtico flan", rememora la bailaora, que idolatra a Paco de Lucía, el mito al que tuvo la oportunidad de entrevistar en su faceta periodística. Un lujazo. Como esta tarde de ensayo y futuro flamenco a borbotones.
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